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Noticia patrocinada

La alimentación que nutre el cambio climático

Medir el impacto, clave para la concienciación y reacción de empresas e inversores

Ganadería en Extremadura.
Ganadería en Extremadura.

"El cambio climático va a afectarnos a todos, incluidos los que gestionamos el dinero". Así de rotundo se muestra Andrew Howard, responsable de análisis en sostenibilidad de Schroders, convencido de la necesidad de estudiar bien todo aquello que incide en el cambio climático, así como las consecuencias que estos factores pueden tener en las compañías en las que se invierte.

Todos sabemos que los líderes políticos se comprometieron hace tres años en el Acuerdo de París contra el cambio climático a hacer lo posible para reducir a solo dos grados el incremento de la temperatura media del planeta. Eso significa reducir un 80% las emisiones de gases de efecto invernadero por persona durante los próximos 30 años.

Sin embargo, muchas veces no somos del todo conscientes de cuáles son las causas de este gran problema. Por ejemplo, nuestro tipo de alimentación y, en especial, la gran cantidad de proteínas que consumimos, tienen importantes efectos sobre el cambio climático.

Giro en lo que consumimos

Los expertos de Schroders creen necesario un cambio radical en la forma en que producimos y consumimos alimentos, especialmente proteínas, si queremos evitar las terribles consecuencias climáticas. "Este cambio genera riesgos pero, también, oportunidades para los inversores en toda la cadena de valor, desde la granja hasta el producto terminado", afirman desde el equipo de la gestora dedicado al cambio climático.

La cuestión está en las repercusiones que está teniendo el aumento de demanda de carne como consecuencia del incremento de ingresos y crecimiento de la población en países en desarrollo. De hecho se estima que el consumo mundial de carne de res, ternera, pollo y cerdo ha aumentado en un 30% en los últimos 15 años y se espera que esta tendencia continúe en los próximos años.

Según el análisis de la gestora, la ganadería representa hoy en día el 14.5% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEI) y es un proceso inherentemente ineficiente para crear proteínas. Incluso el pollo, la fuente de carne más eficiente, solo convierte alrededor del 20% de la energía bruta de alimentación en proteína animal. "Como no es realista esperar que todos los sectores obtengan la certificación carbono neutral, está claro que los patrones dietéticos deben cambiar", aseguran.

La producción de carne vegetal

Sin embargo, la agricultura tampoco está exenta de problemas. Al tiempo que se investiga para tratar de mejorar el rendimiento de los cultivos para alimentar a una población creciente, los agricultores afrontan cada vez mayores riesgos físicos para su producción: más sequías, menor disponibilidad de agua y el impacto negativo de temperaturas más extremas en la salud animal.

Pero no está todo perdido. Hay alternativas. Por el lado de la oferta, la innovación en alimentos está avanzando y la gama de proteínas libres de animales disponibles también está aumentando.

Carbono producido por proteínas consumidas
Carlos Cortinas

Como ilustración: Memphis Meats. Esta empresa está utilizando la tecnología de cultivo celular para cultivar "carne real” en sus laboratorios y sus productos proteicos consumen un 99% menos de tierra y agua que la carne producida tradicionalmente. Beyond Meat e Impossible Foods, por su parte, están utilizando una avanzada tecnología de proteínas de origen vegetal para aislar componentes del mundo vegetal que pueden recrear el sabor y la textura de la carne. Es cierto que estas compañías aún no comercializan sus productos, pero dados sus logros a la hora de reducir los costes y la velocidad de su desarrollo tecnológico, la adopción generalizada puede no estar muy lejos.

Cambio de hábitos

Por el lado de la demanda, vemos todos los días como cada vez más gente deja de lado los hábitos dietéticos tradicionales para dar paso a una tendencia creciente entre los millennials: adoptar dietas flexibles y sin carne. Por salud y por su concienciación en la lucha contra el cambio climático.

Además, algunos Gobiernos como el del Reino Unido o Francia están replanteándose sus pautas dietéticas para recomendar que las personas reduzcan su consumo de carne y lácteos. Con un mayor enfoque en el impacto que tienen estos productos en el cambio climático, Dinamarca incluso está considerando poner un impuesto a la carne roja. ¿Podrían otros países adoptar un enfoque similar?

Ante este panorama, no es de extrañar que la venta de alternativas a la carne de origen vegetal crezca el doble de rápido que la de carne procesada, según Research and Markets (2017), de forma que existe una gran oportunidad de mercado para las empresas que puedan aprovechar esta tendencia.

En definitiva, alimentar de manera sostenible a la creciente población en las próximas décadas es un desafío global, y este cambio produce riesgos y oportunidades para las empresas (e inversores) a lo largo de la cadena de valor de la producción de alimentos.

Medir el impacto: así se hacen conscientes los inversores

Las gestoras tienen cada vez más presente que el impacto del calentamiento global sobre la economía y las empresas será profundo y afectará a muchos sectores, de ahí que hayan desarrollado productos financieros, especialmente fondos de inversión, vinculados al cambio climático como temática. "Las empresas que reconozcan esta amenaza y se enfrenten antes que otras a los retos que plantea, o aquellas que formen parte de la solución a los problemas que acarrea el cambio climático, acabarán superando al resto del mercado", señalan convencidos los expertos de Schroders.

Alternativas. Con el objetivo de aprovechar las oportunidades derivadas de este fenómeno, desde la gestora lanzaron hace ya más de una década, en 2007, el Schroder ISF Global Climate Change Equity*, un fondo que invierte en empresas bien posicionadas para afrontar o aprovechar el cambio climático y el profundo impacto que probablemente tendrá en la economía global.

Los economistas de Schroders han estimado una reducción del PIB global del 50% a finales de siglo si no adoptamos medidas climáticas más severas. Para que se entienda de verdad cómo afectan estos cambios a todos, incluidas las inversiones que la propia firma realiza para sus clientes, la entidad estudia a conciencia la rapidez con la que el cambio climático "ha pasado de ser un asunto del futuro a convertirse en riesgo del presente", señala Andrew Howard, responsable de investigación en sostenibilidad de Schroders, y cómo afectará a las compañías en las que invierten.

Para ello la gestora ha desarrollado una herramienta (el Climate Progress Dashboard) para medir los avances que se impulsan a nivel global para abordar el cambio climático. "En esta herramienta se monitorizan una gran variedad de factores como por ejemplo las medidas políticas, el uso de energías limpias, el precio del carbón o las ventas de coches eléctricos para poder calcular su impacto en la subida de temperaturas a largo plazo. Nos ofrece una visión integrada de la velocidad en la que cambian esas cuestiones y la repercusión en la subida de las temperaturas en el futuro", explica Howard.

Actualizado cada tres meses, la última medición del Climate Progress Dashboard indica una subida a largo plazo de 3,9 grados. Es decir, "que todavía queda mucho por hacer para cumplir con los objetivos acordados en la cumbre del clima de París de hace tres años, y es importante entender lo que supondría para las inversiones que gestionamos cumplir con esos objetivos. La mayor parte del sector no ha pensado realmente en esta cuestión".

(*) Schroder International Selection Fund se denomina Schroder ISF en este artículo.

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