La banca española desanda el camino y reduce su deuda soberana a mínimos de 2011
Su cartera cae al nivel previo a la primera inyección de liquidez del BCE. Su tenencia de deuda es de solo el 16,27% del total, en mínimos
Fue en diciembre de 2011 cuando el BCE concedió por primera vez liquidez a manos llenas a la banca de la zona euro. Ya lo había hecho en octubre de aquel año aunque a doce meses y en aquella subasta de diciembre el plazo se alargó a tres años. En febrero de 2012 realizó una nueva subasta de liquidez ilimitada, de modo que en apenas dos meses el BCE inyectó liquidez al sistema por alrededor de un billón de euros.
Aquello fue el primer paso para una práctica constante en los años más duros de la crisis por la que los bancos fueron un sostén clave para la financiación de los gobiernos, al tiempo que conseguían preciados ingresos por operaciones financieras. Así, compraban títulos de deuda soberana a un interés mucho mayor al que habían obtenido la liquidez del BCE y con ese margen protegían de paso sus maltrechas cuentas de resultados. Si el banco central les prestaba dinero al 1%, el bono español a una década se llegó a pagar al 7% en el verano de 2012.
La ingente liquidez del BCE no fue a parar entonces a la concesión de crédito, aunque la compra de deuda por parte de la banca sí sirvió de forma valiosa para sostener la demanda de deuda soberana en un mercado de capitales completamente adverso y para reportar jugosas plusvalías al sector. Más de ocho años después, y a las puertas de otra nueva ronda de liquidez del BCE, la banca española ha cerrado el círculo y el volumen de su deuda en cartera ha descendido a los niveles previos a aquella primera macroinyección.
Así, según los datos del Tesoro, la tenencia de deuda soberana a vencimiento por parte de la banca española había menguado a los 156.954 millones de euros a cierre de 2018, lejos del máximo superior a los 224.400 millones alcanzado en 2014, y a un nivel que no se recordaba desde finales de 2011. En diciembre de aquel año, ese volumen de deuda era de 139.395 millones, según la serie histórica del Tesoro, y en enero ya había subido a 159.403 millones, después de la primera megasubasta a largo plazo del BCE.
Las primeras inyecciones de liquidez del BCE se destinaron a comprar deuda y sirvieron para impulsar los ingresos del sector
En 2012, el 30,6% de la deuda soberana española estaba en manos de los bancos nacionales, un porcentaje que ha caído en picado y que a cierre de 2018 es del 16,27%, en mínimos de la serie histórica. En paralelo a la menor tenencia de deuda de la banca española, ha ido aumentado la deuda en manos de inversores no residentes, a medida que la deuda soberana ha ido ganándose el interés del inversor extranjero. Al término de 2018, estos inversores poseían el 44,85% de la deuda soberana española, diez puntos por encima del peso que tenían en 2011, cuando comenzó la crisis de deuda europea.
La banca española ha hecho por tanto un camino de ida y vuelta con la deuda soberana, en el que ha obtenido importantes ingresos por operaciones financieras con los que ir compensando el impacto negativo en sus cuentas de los tipos de interés a cero. “Los resultados por operaciones financieras han sido clave para aguantar las cuentas de resultados pero la capacidad de hacer plusvalías con la cartera de deuda ya no es tanta y va a ir en descenso en 2019 y 2020”, explica Nuria Álvarez, analista de Renta 4.
En Bankia, incorporando a BMN, el resultado por operaciones financieras ya cayó el pasado año el 5,2% pero se derrumbó el 66,4% durante el último trimestre. En Sabadell, estos ingresos sufrieron una caída interanual del 63,8%, hasta los 225,4 millones, después de una intensa venta de deuda soberana en la primera mitad del año, en especial deuda italiana.
Preparativos para captar más liquidez
El BCE volverá a abrir el grifo de la liquidez a la banca en septiembre, con una nueva ronda de financiación condicionada a la concesión de crédito (TLTRO). El objetivo es “mantener unas condiciones de financiación favorables y una transmisión fluida de la política monetaria”.
La institución quiere evitar que la banca destine esa liquidez a otro fin que no sea la financiación a empresas y particulares. Impedir que se pueda repetir la práctica de las primeras rondas de liquidez, que se destinaba a la compra de activos. Ahora la deuda soberana –el activo más seguro– arroja rentabilidades muy inferiores, aunque el sector sufre con dureza la pérdida de rentabilidad causada por los tipos cero.
Los términos de la nueva TLTRO no se conocen aún. Solo que serán a un plazo de 2 años, en subastas trimestrales hasta marzo de 2021 y a un interés vinculado al tipo de referencia del momento.