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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Sin respaldo al Presupuesto y a las políticas de Sánchez, elecciones

La inestabilidad política no puede instalarse de forma estructural en la agenda nacional

CINCO DÍAS

El Congreso de los Diputados aprobó ayer por una importante mayoría todas las enmiendas a la totalidad del proyecto de Presupuestos del Estado para este año, votadas de forma unitaria, lo que supone una descalificación integral tanto de las cuentas recogidas en el proyecto como de las políticas que la acompañan. Y ante tal rechazo no hay alternativa política seria que no pase por una convocatoria electoral que busque la conformación de nuevas mayorías que permitan gobernar sin la provisionalidad y precariedad que ha agitado esta legislatura. El presidente del Gobierno, que solo tiene detrás 84 escaños incondicionales y otros 71 circunstanciales, puede intentar agotar la legislatura prorrogando el Presupuesto de 2018 elaborado por el Gobierno de Rajoy, y que a fin de cuentas era más amable con la economía que el ahora rechazado; este contaba con severas subidas de impuestos y del gasto en un entorno de desaceleración de la economía totalmente desaconsejado.

Mejor que un mal Presupuesto es que no haya Presupuesto, y en su defecto, que se prorrogue uno superado. Solo tiene esta opción un inconveniente, cual es que si se aplica a rajatabla no habría una reducción adicional del déficit fiscal tal como exige el Programa de Estabilidad pactado con Bruselas, y que podría ser origen de la desconfianza por parte de los mercados financieros que sostiene vivas las aspiraciones de uno de los países más endeudados del mundo. En todo caso, puede gobernarse con un Presupuesto caducado y reducirse el déficit si se ejecuta una severa no disponibilidad del gasto, al igual que ya se está practicando una política de gasto creciente sin esperar a las cuentas de 2019.

Pero tales escenarios son solo soluciones en ausencia de condiciones normales. Y estas determinan que el Gobierno que llegó al poder con los atípicos y criticables respaldos de fuerzas independentistas, no dispone ahora ni siquiera de su dudoso plácet, porque, como era de todos sospechado, sus exigencias no pasaban solo por políticas sociales diferentes, revisionismo de las reformas de éxito y tratamiento de favor en las cuentas públicas a Cataluña. Dado que el Gobierno no puede satisfacer las demandas inaceptables de los nacionalistas y que no parece posible la recomposición de otras mayorías en torno al PSOE, no hay salida alternativa a las elecciones generales. La fecha de la convocatoria queda a conveniencia de quien tiene el poder de convocarlas; pero la inestabilidad política no puede instalarse de forma estructural en la agenda nacional si se quiere proseguir un crecimiento diferencial con Europa para reducir las desigualdades.

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