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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Pragmatismo y responsabilidad, la receta para acabar con la guerra comercial

Crecen los rumores de un acercamiento entre Washington y Pekín en el próximo G20

CINCO DÍAS

Un tuit de Donald Trump publicado el jueves, en el que el presidente de EE UU manifestaba su optimismo por acercar posturas con China en la próxima reunión del G20 en Argentina, ha reavivado la esperanza de que Pekín y Washington pongan fin a una guerra comercial que mantiene en vilo a medio mundo. Las Bolsas han recibido con lógica alegría esa posibilidad, confirmada por algunos altos cargos de la Casa Blanca, pero desmentida posteriormente por otras fuentes de Washington, entre ellas, uno de los principales asesores de Trump. Dados los antecedentes incendiarios del presidente y su facilidad para desautorizar a sus colaboradores, los rumores de un posible acuerdo en la reunión del G20 pueden materializarse, pero también pueden quedarse en mero ruido político. Al fin y al cabo, Buenos Aires está muy lejos de Washington y todavía falta un mes.

El calendario electoral estadounidense, con las legislativas a la vuelta de la esquina, parece inclinar la balanza hacia la hipótesis de que podríamos estar ante otro episodio de agitprop diplomático destinado a animar las Bolsas de cara a los comicios. A ello hay que sumar que la economía estadounidense muestra de momento unas señales de fortaleza que no apuntan a la necesidad de precipitar un acuerdo con Pekín. China tiene bastantes más razones que EE UU para apurar una paz que devuelva las cosas a su cauce habitual.

Desde que se inició el enfrentamiento entre Washington y Pekín, los mercados han acusado la incertidumbre propia de una escalada de artillería arancelaria cuyas consecuencias a largo plazo son difíciles de calibrar. Es innegable que un enfrentamiento comercial en una economía global no beneficia a nadie, pero también lo es que de momento la locomotora estadounidense no acusa grietas. Aún así, y aunque el mayor riesgo no venga del corto, sino del medio y largo plazo, firmar la paz con China sería un ejercicio de pragmatismo y responsabilidad.

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