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Pedro Bravo: “Los futbolistas piensan muy tarde en su estabilidad económica”

Preside la Asociación Española de Agentes de Futbolistas Defiende que se aplique a los jugadores un régimen fiscal especial

Pablo Sempere

Su nombre saltó a la escena pública del fútbol en 1993, cuando ultimó el fichaje de Quique Estebaranz por el Barcelona de Johan Cruyff. Tras más movimientos, en el verano de 2005 gestionó también la llegada de Sergio Ramos al Real Madrid. Pedro Bravo (El Gordo, Cáceres, 1960), consejero delegado de Consulting Planesa y presidente de la Asociación Española de Agentes de Futbolistas, representa a día de hoy a cerca de 80 jugadores, además de presidir la patronal de los agentes profesionales, a la que pertenecen unos 350 agentes de los casi 700 que hay en España.

R. Cuando en 2009 el Real Madrid pagó más de 90 millones de euros por Cristiano Ronaldo, el mundo del fútbol se escandalizó. Hoy se pagan 140, 150 o 220 millones por otros jugadores. ¿Qué está pasando?
R. Esto es un circo. Y en el circo, como en todo, se paga en función de quiénes son los artistas. En el fútbol manda la oferta y la demanda, porque es una industria que genera dinero como ninguna otra. Crea emociones que se pagan. Los derechos de imagen y televisión son ya la partida más importante del sector, y eso es algo que hace tiempo parecía imposible. Ese es el mejor termómetro. Ahora bien, que se paguen 150 millones por un jugador me parece una barbaridad. Es lo que cuesta construir un hospital. No es demagogia, es simple comparación. Hay algo de falta de cordura en todo esto.
R. Los profesionales como usted ven cómo se fraguan estos fichajes. ¿Se puede revertir la situación?
R. Es difícil, porque se ha entrado en una espiral terriblemente peligrosa. Yo parto de la base de que nadie vale 200 millones. Y si alguien los vale, como Messi, o quizá Cristiano, que te ganan solos un partido, ¿cómo se amortiza ese dinero? No es solo el fichaje, es lo que después hay que pagar en sueldos. Es difícil corregir la situación, porque el dinero que viene de la gente del petróleo o de China, dinero que no viene del fútbol, ha reventado el mercado.
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R. ¿Qué opina de la decisión de LaLiga de disputar partidos en Estados Unidos?
R. Obedece a estas dinámicas del espectáculo por encima del deporte. El problema, además del trastorno que sufre el aficionado, es que solo se intenta sacar rentabilidad económica a esta categoría. La liga profesional la componen 42 equipos que cada semana juegan 21 partidos. Pero en España, cada fin de semana se juegan un millón de partidos más. Y eso es lo que se olvida.
R. ¿Qué más problemas tiene el fútbol a día de hoy?
R. El ego, el exceso de protagonismo y la pérdida de humildad de algunos jugadores. Los niños siempre han querido ser futbolistas de mayores, pero ahora es por el dinero y por el estatus social que se gana siendo jugador de élite. Y así ocurre, que muchos se creen intocables tanto dentro como fuera del campo, tanto a la hora de jugar como a la hora de, por ejemplo, pagar sus impuestos.
R. ¿Habla del caso de Ronaldo?
R. Cristiano Ronaldo explica muy bien esta deriva de muchos futbolistas. Es una persona que nació en el seno de una clase social que necesitaba, y necesita, las aportaciones económicas de los que más tienen. Ahora, cuando la situación se ha revertido y él está arriba, ha decidido tener problemas con Hacienda. Yo creo que Ronaldo se ha ido por motivos de ego, pero cometer un delito fiscal estando en su posición es no tener solidaridad. Él y el resto que lo han hecho.
R. Usted siempre ha criticado el régimen fiscal que afecta a los futbolistas.
R. Sí, porque creo que no es proporcional. Lo que no quita que mientras exista haya que cumplirlo y ceñirse a él. Lo que yo digo es que debería ajustarse a la situación real de estos profesionales. Hablamos de trabajadores que generan una gran cantidad de ingresos en muy poco tiempo, porque la vida laboral de un futbolista acaba a los 35 años, es decir, unos 30 años antes que la de la mayoría de profesionales. Los deportistas deberían estar sujetos a un régimen especial que tuviese esto en cuenta, y que el tipo efectivo estuviese ajustado a la duración de su carrera. Son, en definitiva, rendimientos irregulares.
R. Muchos dirán que suena a trato de favor.
R. Porque cuando se habla de esto automáticamente pensamos en Messi o Cristiano. Pero la realidad es que la mayor parte de los jugadores profesionales no mueven tantísimo dinero. Además, la mayoría acaba con problemas económicos. Por eso muchos se meten a comentaristas, a entrenadores, a la directiva del club o a agentes. El dinero es muy apetitoso, y cuando un jugador recibe tanta cantidad con tan pocos años es muy complicado que sepa administrarla, y acabada su etapa como profesional no sabe adaptarse a su nueva situación. Los futbolistas piensan en su futura estabilidad económica muy tarde.
R. Países como Inglaterra o Italia tienen un régimen fiscal más atractivo. ¿Perderá España potencial futbolístico por ello?
R. En gran parte sí, pero no es tan preocupante en la primera división, donde los salarios son suficientes para hacer frente a la carga fiscal. Donde yo veo mayor riesgo es en la segunda división, porque cada vez hay un mayor contraste entre ambos niveles. Aquí en España, la segunda categoría está muy poco cuidada y se paga poco a los jugadores. En las categorías inferiores de Europa y países emergentes un jugador puede cobrar el doble.
R. Usted también aboga por regular su profesión.
R. Porque somos alegales, no estamos dentro de la Ley del Deporte, solo nos reconoce la Federación. Pero en realidad somos como headhunters. Una empresa necesita un nuevo director financiero y llama a un experto para que se lo consiga. A nosotros no nos piden eso, pero sí nos piden un central zurdo con buen juego aéreo y salida de balón. No existe... Pero intentamos conseguirlo.

Sobre la firma

Pablo Sempere
Es redactor en la sección de Economía de CINCO DÍAS y EL PAÍS y está especializado en Hacienda. Escribe habitualmente de fiscalidad, finanzas públicas y financiación autonómica. Es graduado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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