Ventajas e inconvenientes de una gestión muy activa
Hay que tener en cuenta el plazo, el objetivo de rentabilidad y la capacidad para soportar pérdidas
El pasado miércoles era portada del Financial Times Bill Gross y los reembolsos sufridos en su fondo flexible de renta fija. El que fuera leyenda hasta 2013, apodado “el rey de los bonos” y fundador de una de las mayores gestoras de este activo, que llegó a tener en el fondo de retorno total gestionado por él 300.000 millones de dólares, parece no estar muy inspirado en los últimos años. Su apuesta en contra del bono alemán, esperando subidas de tipos, vuelve a causarle pérdidas. Como llueve sobre mojado, sufre salidas por 8.000 millones, el 40% del patrimonio de su fondo actual en la gestora que le contrató como gestor estrella en 2014.
Éste no es el único gestor mítico que pasa o ha pasado por malos momentos que duran varios años. La semana pasada la prensa española se hacía eco del resultado de los fondos de Paramés, tras los dos primeros años de su vuelta y la creación de su propia gestora. En mi opinión, todavía es pronto para valorar su gestión en esta nueva etapa. En un fondo de renta variable, que debe ser una inversión a largo plazo, dos años es poco tiempo, y no me parece demasiado lo que se ha quedado detrás del índice, pero está claro que no ha empezado muy bien.
Más doloroso me parece el caso del fondo mixto bandera de Carmignac, que desde 2010 se queda todos los años por detrás de su referencia. Patrimoine, que tuvo durante 20 años un comportamiento extraordinario (especialmente los dos últimos: 2008 y 2009), lleva ya más de ocho haciéndolo mal comparado con los índices con que ellos se miden. Ha sufrido reembolsos por casi 13.000 millones en los últimos cinco años, pero mantiene más de 18.000 porque gana dinero a este plazo. Mucho menos que sus índices, pero gana.
A pesar de éstos y otros muchos ejemplos que podría poner, parece existir cierta obsesión por buscar que la gestión sea “muy activa” en cualquier tipo de mercado y en cualquier situación. A mí me gustaría aprovechar esta tribuna para revindicar las ventajas de una gestión activa con ciertas restricciones, para defender esa gestión no tan activa que sin embargo sí aporta valor, quizás sin tener ningún año espectacular, pero que puede ser muy interesante para un inversor particular. ¿Por qué?.
Porque hay que recordar que existe un gap en contra de la rentabilidad del inversor medio con respecto a la rentabilidad del gestor. El inversor en media (según datos de entradas y salidas) suele meterse en un fondo muy activo cuando ya lo ha hecho muy bien (así que no ha disfrutado ese buen resultado) y salirse cuando lo hace mal, por lo que invierte en este tipo de fondos a contrapié.
Además, me parece importante distinguir el valor que aporta la gestión activa respecto a mercados mejor o peor diversificados y a momentos de mercado. Si un fondo invierte en un tipo de activo del que ya se espera una buena rentabilidad y el índice está bien diversificado, que el gestor pueda tomar posiciones muy diferentes puede suponer un riesgo superior al valor potencial que pueda añadir. Cuando el mercado o el activo ya tiene poco a ganar o incluso se prevé que pueda perder (podría ser el caso de la renta fija ahora) igual la única opción es apostar por la gestión activa, aunque visto lo que ha pasado con Bill Gross (que ha perdido mucho más) si el gestor tiene ciertas restricciones, puede ser mejor solución.
Dentro de la renta variable, si el mercado donde se quiere invertir tiene un índice de referencia que está muy concentrado en valores o sectores, como puede ser el caso español, claramente para mí la opción es elegir gestores activos, casi seguro será menos arriesgado que el Ibex. Hay varios fondos consistentemente buenos, no tiene que confiar en un solo gestor.
En mi opinión la decisión sobre gestión activa o gestión pasiva en un determinado activo o mercado es mucho menos importante que saber decidir cuánto invierte en renta variable, en qué países o sectores, qué riesgo de crédito asume en renta fija y en qué divisas debería estar. Ésta es la decisión realmente importante: cómo distribuye sus inversiones en función de su plazo, objetivo de rentabilidad y lo que es más importante, su capacidad para soportar pérdidas sin claudicar.
Aunque yo le recomiendo buscar un buen asesor, que tenga en cuenta su caso particular, para decidir su distribución ideal, si decide invertir en fondos de gestores muy activos, como nada garantiza que no puedan empezar a fallar, hay muchos fondos buenos con mínimos de inversión pequeños, no olvide diversificar.
Marta Díaz-Bajo es socia directora de análisis de fondos en ATL Capital