Invertir en mercados cada vez más complejos
Encontrar buenas oportunidades y mantene la disciplina de los precios son los desafíos de este año
No veíamos un impulso de crecimiento macroeconómico tan intenso y sincronizado como el actual desde antes de la crisis financiera mundial. Si bien esperamos que esto siga igual en general, es probable que los acontecimientos de tensión en el mercado como el que vimos en febrero se hagan más presentes y que los inversores tengan que adaptarse a mercados financieros más exigentes y complejos en el futuro. Como dijo Charles Darwin, «las especies que sobreviven no son las más fuertes ni las más inteligentes, sino las que mejor se adaptan al cambio.»
Conforme nos acercamos a la siguiente fase del ciclo, resulta fundamental comprender realmente los riesgos. La expansión cuantitativa ha modificado considerablemente el perfil de riesgo de las principales clases de activos tradicionales y es probable que seamos testigo de otro cambio en las expectativas en cuanto al riesgo conforme se detenga la expansión cuantitativa. La volatilidad es un factor de referencia ineficaz para el riesgo real de las inversiones y, sin embargo, se usa con mucha frecuencia en modelos populares de gestión del riesgo. Hay cientos de miles de millones de dólares invertidos en estrategias informatizadas que emplean la volatilidad para determinar la asignación de activos, y es probable que estos modelos amplifiquen las correcciones del mercado.
A la hora de crear carteras, preferimos aplicar un abanico más amplio de medidas para evaluar el riesgo, como las pérdidas potenciales sobre el capital, la liquidez, el sesgo y el riesgo de catástrofe excepcional. Además, en esta fase del ciclo económico se producirán choques con más frecuencia, fomentados por una liquidez más limitada y una mayor ansiedad en cuanto a la política monetaria. La correlación entre los valores de renta variable y los bonos evolucionará conforme los rendimientos de los bonos aumenten y resulten más atractivos en relación con los «rendimientos» de las acciones.
En este entorno, las carteras de los inversores deberían inclinarse hacia activos que se beneficiasen de un entorno de crecimiento, sin dejar de tener en cuenta el aumento del riesgo de inflación. Sin embargo, dado que es probable que se produzcan con más frecuencia acontecimientos de tensión en el mercado, será imperativo un planteamiento diversificado y dinámico. La diversificación inteligente significa invertir no solo en muchos activos diferentes, sino también en activos que respondan de manera diferente a factores comunes.
La diversificación en primas de riesgo alternativas con una baja correlación con los activos tradicionales, los factores de renta variable long/short o las estrategias de seguimiento de las tendencias, pueden mejorar el perfil general de riesgo/rentabilidad de una cartera de activos, especialmente cuando los activos tradicionales parecen caros. Será importante tener la flexibilidad de reducir el coeficiente beta de la cartera cuando sea necesario, mediante una cobertura oportunista en la divisa y los mercados de opciones cuando la valoración del riesgo en los mercados no esté alineada con el auténtico nivel de riesgo. También puede ser beneficioso pasar de un estilo «beta» a otro más centrado en la generación de «alfa» mediante la implementación de operaciones de valor relativo.
Históricamente, los valores de renta variable han presentado un buen rendimiento en periodos de mayor inflación y de una política monetaria más estricta; pero, dado que las valoraciones en algunos sectores parecen altas, los inversores tendrán que ser cada vez más selectivos en cuanto al riesgo accionario que están dispuestos a asumir. Un planteamiento pasivo de la asignación de valores de renta variable es una propuesta arriesgada, dado que todos los riesgos inherentes al mercado, tanto los buenos como los malos, están presentes en el índice de referencia. Las estrategias que trazan los índices ponderados por capitalización bursátiles se arriesgan especialmente a una exposición de posiciones saturadas y sobrevaloradas. Estos índices serán vulnerables a una caída de los precios cuando los inversores empiecen a abandonar esas acciones. Por el contrario, una estrategia de valores de renta variable activa permite a los inversores evitar potencialmente tales riesgos no recompensados y abordar el riesgo remunerado previsto con mayor precisión. Las inversiones en valores de renta variable no son inmunes al riesgo de tipo de interés. En vista del endurecimiento monetario esperado, los inversores tendrán que tener en consideración la sensibilidad de su cartera de valores de renta variable a los bonos soberanos y protegerla en la medida de lo posible mediante una selección activa de las acciones y una asignación por sectores.
Esperamos que la rentabilidad del capital privado siga siendo atractiva en los próximos años, respaldada por un crecimiento económico y por el atrevimiento por parte de los inversores a ir más allá de los mercados tradicionales para potenciar sus beneficios. Sin embargo, dado que las valoraciones son altas, encontrar buenas oportunidades de inversión y mantener la disciplina de los precios serán los principales desafíos para los inversores en capital privado este año. Por este motivo, será importante invertir en empresas que puedan ofrecer la rentabilidad necesaria en la hipótesis de base sin basarse exclusivamente en el apalancamiento y el arbitraje múltiple. Dado el nivel de competencia, prevalecerán estrategias que permitan abastecerse de operaciones al margen de grandes subastas, como adquisiciones de mercado pequeñas o medias o centradas en un sector. Será necesario tomar algunas precauciones, dado que el capital privado muestra cierta correlación con el capital público y los bonos de alto rendimiento, dos elementos que parecen costosos actualmente. A este respecto, una vez más, invertir de forma selectiva será la clave.
Como dijo Aldous Huxley, «El encanto de la Historia y su enigmática lección reside en el hecho de que, de época en época, nada cambia y aun así todo es completamente diferente». 2018 ofrecerá el escenario perfecto para valorar en qué medida los gestores de activos son capaces de adaptar su planteamiento a un entorno de mercado más complejo.
Fiona Frick es CEO de Unigestion