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Belice, un país engullido por el Gran Agujero Azul

Visto desde el aire, Blue Hole forma un círculo casi perfecto

Vista aérea de The Great Blue Hole o Gran Agujero Azul; es una sima de más de 100 m de profundidad mágica para los amantes del buceo.
Vista aérea de The Great Blue Hole o Gran Agujero Azul; es una sima de más de 100 m de profundidad mágica para los amantes del buceo.Getty images

Desde el aire, bordeado por cayos y atolones, se dibuja como una circunferencia casi perfecta de un intenso azul oscuro, que nos anticipa su profundidad, y que contrasta con los distintos tonos turquesas del mar de una transparencia casi imposible. Es el gran ojo azul. Un lugar mágico. Un capricho de la naturaleza a unos 100 kilómetros de la costa de Belice, en el Caribe.

Esta sima marina de unos 300 metros de ancho y otro centenar de profundidad se encuentra dentro del arrecife Light­house, uno de los mayores atolones del mundo, es The Great Blue Hole (Gran Agujero Azul), un paraíso para los amantes del buceo y el mayor reclamo turístico del pequeño país centroamericano, engullido como un sándwich entre la jungla y el océano.

A menudo, Belice, antiguo baluarte de piratas británicos desde donde atacar a las colonias y barcos españoles, es un destino de paso al que se viaja como una pequeña excursión desde México o Guatemala, sus poderosos vecinos turísticos con los que comparte frontera y un rico legado maya.

Si le dedica un poco de tiempo, descubrirá un destino sorprendente que más allá de su famosa barrera coralina, la segunda más grande del mundo, tras la australiana, tiene suficientes atractivos para dedicarle al menos una semana. Junglas y reservas naturales para los amantes de la aventura y la naturaleza, antiguas ciudades mayas de importancia cultural e histórica similar a sus vecinas del Yucatán o la selva del Petén y, por supuesto, islas donde perderse y dejarse arrullar por el viento y el susurro del mar, donde el plan más habitual es el dolce far niente.

Muelle del turístico en San Pedro, al sur de Cayo Ambergris.
Muelle del turístico en San Pedro, al sur de Cayo Ambergris.Getti Images

Normalmente la forma más habitual de llegar a Belice es por carretera, en coche de alquiler o en excursión contratada a través de alguno de los pasos fronterizos desde el suroeste de la célebre Riviera Maya, en el estado de Quintana Roo (México), o desde la ciudad de Flores (Guatemala), parada obligada para visitar Tikal. La puerta de entrada suele ser también la Ciudad de Belice (Belice City), la antigua capital y hoy un tanto hostil con el viajero, como gran parte del país fuera de los circuitos turísticos. Nada que el sentido común y las precauciones justas no pueden salvar para disfrutar de sus vacaciones.

La barrera de coral es la segunda más grande del mundo

Desde Belice City podrá llegar por su cuenta a los principales sitios turísticos. Cayo Caulker es uno de ellos. A esta pequeña islita, antiguo refugio hippie y de mochileros, a unos 30 kilómetros al noroeste de Belice City, se puede acceder en los llamados watertaxi –taxis marítimos y mejor opción para moverse entre islas–. Un tanto atestada de turistas –es lo que tiene la fama–, la ha hecho perder parte de su antiguo encanto, pero enseguida se contagiará del ritmo local “go slowly and enjoy”, algo así como “no tenga prisa y disfrute”, tumbándose a la bartola en una hamaca, haciendo esnórquel o alquilando una barquito para explorar otras islas más pequeñas aún y libres de turistas donde se sentirá como un moderno Robinson Crusoe.

Este imponente abismo marino
en el Caribe es un paraíso para buceadores y el diamante más preciado entre sus joyas turísticas

Muy cerca y al norte de Caulker está otro imprescindible, Cayo Ambergris, La isla bonita a la que puso música y letra Madonna, y allí está el celebre San Pedro. Con más infraestructura y de mayor nivel que Caulker. Su tesoro mejor guardado es Secret Beach, una playa de anuncio que de secreta tiene poco, pero que le encantará. Y más de lo mismo –pero no se cansará–: esnórquel, buceo, kayak y si sopla el viento podrá practicar windsurf entre aguas turquesas asombrosamente cristalinas. Y de noche, mucha fiesta a ritmo tropical.

Desde cualquiera de los cayos se puede contratar excursiones para ir al Gran Agujero Azul tanto para nadar y bucear en la gran laguna como para sobrevolarla, y si puede hacer las dos cosas, ¿por qué conformarse con una? Dará por bueno el dinero invertido en ellas –y le avisamos, ninguna de las dos son baratas–. A menudo, las avionetas que realizan el viaje, entre 25 minutos y una hora, cobran en función del número de pasajeros –si se llenan las plazas las tarifas se abaratan, desde 160 euros en un avión con cinco o seis pasajeros–. A vista de pájaro comprenderá que ninguna de las fotos o documentales que haya visto le hacen justicia.

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Por mar, la excursión suele durar el día y tiene la ventaja de poder nadar y sumergirse dentro del ojo azul y aunque no haya buceado en su vida, puede aprovechar para hacer su primer bautismo de buceo. Si es así, no podrá bajar hasta las cuevas marítimas que se encuentran a unos 35 metros de profundidad pero nadará entre tiburones de arrecife, mantas, rayas y otros peces marinos, además de disfrutar de inigualables paisajes submarinos creados por inmensos corales, esponjas, estrellas de mar y cavernas. Por mucho que le tiente, lo que está en el fondo del mar no se toca. Esta gigantesca sima está considerada como uno de los diez mejores lugares de buceo del mundo.

El Gran Agujero Azul forma parte del llamado Sistema de Reservas del Arrecife de Belice que se sitúan a una distancia variable de entre 40 y 300 metros de la costa y tiene una extensión de unos 300 kilómetros de longitud donde viven unas 500 especies de peces y otros 70 tipos de coral.

Ruinas arqueológicas

Además de sol, playa y espectaculares fondos marinos, Belice es también un destino histórico y cultural. El amplio legado que dejaron los mayas permanece casi indestructible al paso del tiempo en antiguas ciudades hoy convertidas en sitios arqueológicos, como Caracol o Altun Ha, dos de las más visitadas. Menos conocidas son las ruinas de Xunantunich, al otro lado del río Mopán, que atraviesa el país de oeste a este, y las de Lamanai, a las que se accede tras remontar en barco el río Nuevo.

Casi en la frontera con Guatemala y oculta por la selva está Caracol, que en tiempos rivalizó en poderío con Tikal, ciudad a la que sometió. El palacio del Cielo o Caana es su estructura más destacada con 42 metros de alto. Entre las ruinas que se han podido rescatar de la naturaleza destacan los numerosos y enormes altares, dos campos del tradicional juego de pelota y un observatorio astronómico.

Altun Ha es otra de las antiguas ciudades precolombinas, que es famosa, entre otras cosas, porque allí se encontró una enorme pieza de jade, la máscara del dios maya del sol, Kinich Ahau. La ciudad se encuentra a tan solo 50 kilómetros del norte de Belice City y a 10 kilómetros de la costa del Caribe. Rodeada también por un entorno selvático, todavía quedan en pie ocho templos y palacios como el Templo del Sol.

Una calle de San Ignacio, en Cayo Ambergris.
Una calle de San Ignacio, en Cayo Ambergris.Getti Images

Guía de viaje

Cómo llegar. No existe vuelo directo desde España, pero hay conexiones aéreas desde EE UU, Panamá y El Salvador. Desde México se puede llegar por carretera desde Chetumal (Quintana Roo) a Belice City (156 km). Desde Guatemala, a través de Flores, en Petén (219 km).

Cuándo ir. La temporada alta va de diciembre a abril y los precios se encarecen entre un 30% y 50%. La temporada baja, de junio a octubre, coincide con la época más lluviosa y de huracanes –entre agosto y octubre–.

A tener en cuenta. Se conduce por la derecha, evite hacerlo de noche y utilice parking con vigilancia. Hoteles, restaurantes y tiendas aceptan tarjetas de crédito y dólares estadounidenses. Las propinas son bien recibidas, pero no obligatorias y tampoco es habitual el regateo.

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