Tulum, un paseo entre las ruinas de Playa Paraíso
La ciudad caribeña, construida sobre un acantilado, conserva un aire mágico y ceremonial La Riviera Maya atesora playas de ensueño, arrecifes de coral, cenotes, ríos subterráneos y reservas naturales
Un entorno mágico, un enclave estratégico y unas monumentales ruinas al borde de un acantilado sobre el que se estrella una y otra vez el mar Caribe. Es Tulum, en la Riviera Maya, uno de los sitios arqueológicos más visitados de México y que guarda los únicos vestigios mayas construidos al borde del océano. Un castillo, un palacio, templos y otros edificios de piedra levantados entre palmeras y arenas coralinas y, a sus pies, Playa Paraíso, no podía tener otro nombre.
La Riviera Maya, a 131 kilómetros al sur de Cancún, en la costa sureste del estado de Quintana Roo, se ha convertido en uno de los mayores destinos turísticos de México con alrededor de 4,7 millones de visitantes anuales, una cifra muy similar a la de su popular vecina caribeña. Un destino que tiene en el sol, las playas y los magníficos arrecifes de coral –ideales para los amantes del submarinismo– sus atractivos más conocidos, además de Tulum.
En realidad, bajo la zona arqueológica hay una pequeña cala, que se conoce como la playa de las ruinas o la playa de Tulum. Se accede bajando unas escaleras habilitadas en el acantilado, que se cierra al público si la mar está picada y que si las condiciones son favorables suele estar atestada de gente.
No tiene ningún tipo de infraestructura, pero merece la pena darse un baño y contemplar el antiguo castillo asomarse a 12 metros del suelo. Es la imagen más fotografiada de Tulum. Apenas a un kilómetro de distancia está Playa Paraíso, que es el tramo más cercano a la antigua fortaleza del largo arenal que se extiende, con distintos nombres, sobre la costa.
Considerada como una de las playas más bonitas del mundo por la extrema blancura de su arena, que parece polvo y donde el mar transparente se tiñe de impactantes tonos turquesas.
Pasear entre los restos de la fortaleza sobrecoge y vista desde el mar o la playa tiene algo que apabulla, aunque lo que queda en pie no ofrezca al visitante la majestuosidad de Chichén Itzá o Uxmal, los tres levantados en la península del Yucatán.
En Tulum no hay pirámides. Lo mejor para disfrutarla es madrugar y entrar en el recinto cuando abre, a las 8 de la mañana, así evitará, por un lado, las horas de más calor, que con la humedad llega a ser insoportable, y por otro, las aglomeraciones con la llegada masiva de autobuses cargados de turistas.
El gran aparcamiento está rodeado de tiendas de artesanía y puestos con souvenirs, bares y restaurantes. Y también un montón de figurantes caracterizados de antiguos mayas para deleite de los turistas, que pujan por hacerse la foto a cambio de una pequeña propina.
Desde ahí todavía tendrá que recorrer un pequeño trecho hasta la puerta de las ruinas, que podrá hacer andando, en un pequeño tren o autobús turísticos. La fortaleza está rodeada por una muralla de entre tres y cinco metros de altura y un espesor medio de seis, salvo en la zona del mar, donde las grandes rocas brindan una protección natural.
Esta antigua ciudad no fue muy grande, pero sí jugó un importante papel en el comercio marítimo y terrestre de la zona entre los siglos XIII y XVI, coincidiendo con el periodo de declive de la civilización maya, y también funcionó como observatorio astronómico y sistema defensivo.
¿Qué fue de Playa?
Una larga playa de arena blanca y fina salpicada de palmeras y acariciada por la espuma de las aguas turquesas del Caribe convirtió a Playa del Carmen en un destino idílico, fuera de los circuitos del turismo de masas. Poco o nada queda ya de este antiguo y pequeño pueblo de pescadores, a 68 kilómetros de Cancún, descubierto para el gran público por mochileros y neohippies en los noventa.
Apenas una década después, Playa, como se conoce popularmente a esta localidad enclavada en una de las costas más bonitas del Caribe, fue el destino más chic de todo Yucatán, refugio de bohemios y de viajeros alternativos, donde empezaban a construirse los primeros resort y sorprendía su animada vida nocturna.
Hoy, Playa es un destino de masas en el que los hoteles han ido comiendo terreno a la playa, y su famosa Quinta, la avenida que transcurre paralela al mar, está inundada de centros comerciales, tiendas, puestos de souvenirs, bares y restaurantes, por la que deambulan los turistas en un frenesí constante. El desarrollo turístico ha provocado que los precios suban y suban y desanimen a comprar hasta las baratijas.
¿Lo bueno? Sigue siendo un referente para los amantes del buceo por sus impresionantes fondos marinos y sus deslumbrantes cavernas acuáticas.
La ciudad estaba habitada cuando llegaron los conquistadores españoles en 1518, pero pronto quedó abandonada, siendo una de las últimas ciudades mayas. Se cree que los mayas avistaron los barcos desde El Castillo, llamado así por los españoles, ubicado en lo alto del acantilado y precedido de una gran plataforma con una gran escalera.
La ciudad estaba organizada en calles rectas con un eje central norte/sur. En dirección al mar está el Templo de los Frescos, célebre por sus cuatro columnas y porque en su interior se han conservado murales en tonos grises y azules que le dan nombre y donde hasta los primeros años del siglo XX los descendientes de los antiguos mayas realizaban ofrendas a los dioses del mar.
Algunos de los edificios más llamativos son el Gran Palacio, el Templo del Dios Viento y el Templo del Dios Descendente, famoso por la figura de un dios con la cabeza hacia abajo.
Tras la desaparición de los mayas, la selva engulló la ciudad y la ocultó, hasta que varios siglos después, en 1842, fue redescubierta. Zamá, como los mayas la conocían, significa amanecer o lugar de cara a la salida del sol, así que si quiere las mejores fotos del lugar, espere al atardecer, cuando el sol pasa del brillante amarillo a un tenue naranja y un cálido rosa que se funde en el mar Caribe. La zona arqueológica de Tulum se encuentra dentro del parque nacional del mismo nombre, que tiene una extensión de 664 hectáreas.
Además de Tulum y sus espectaculares playas, la Riviera Maya cuenta con otros excelentes reclamos turísticos. Frente a sus costas están las pequeñas islas de Cozumel e Isla Mujeres. En la primera encontrará algunos arenales salvajes y vírgenes, aunque no tan bonitos como los del continente. Necesitará un coche o una motocicleta para recorrerla. Cozumel es, sobre todo, un excelente destino para bucear o practicar snorkel. La diminuta Isla Mujeres está bien para una excursión de uno o dos días, aunque el turismo ha destruido parte de su antiguo encanto.
No se puede ir de la Riviera Maya sin al menos asomarse a los ríos subterráneos y cenotes. Un fenómeno natural que solo se da en esta región y que proviene de la palabra maya dzonot, que significa abismo y que son pozas de agua dulce de increíbles colores creados por la erosión de la piedra caliza, en los que puede bañarse, nadar, bucear y hasta explorar cuevas en el subsuelo y ríos ocultos.
Uno de los más famosos es el Gran Cenote, a unos 4 kilómetros de Tulum, en dirección a los yacimientos de Cobá, célebre por su forma de media luna. Y a otros 50 kilómetros al sur de Tulum está la Reserva de la Biosfera de Sian Ka’an. En esta área natural protegida podrá navegar entre manglares y nadar en cenotes, playas, arrecifes o adentrarse en la selva y contemplar aves y plantas.
Guía para el viajero
Cómo ir. Varias compañías tienen vuelo directo entre Madrid y Cancún (poco más de 10 horas), entre ellas la low cost Evelop (desde 675 euros). Buen y atento servicio a bordo, pero la configuración del Airbus A330-300 hace que los asientos sean especialmente pequeños e incómodos para un trayecto tan largo. Air Europa y Aeroméxico también tienen vuelo directo, mientras Iberia (621 euros) y Air France (667 euros) hacen escala en Ciudad de México y Nueva York.
Dormir y comer. En la Riviera Maya hay todo tipo de alojamientos, pero predominan los grandes resorts en régimen de todo incluido, como en el Barceló Maya Grand Resort. Dentro de este, una excelente opción es el Barceló Maya Caribe, ubicado en una de las mejores playas de la zona. Dispone de instalaciones y servicios premium, como habitaciones swim up –con piscina individual a la que se accede desde la propia suite–, un fantástico spa –que incluye una divertida área para los más pequeños– , piscina de olas, tiendas, discoteca, bolera y una amplia oferta gastronómica, de bares y entretenimiento. Además de los bufés, hay restaurantes de cocina internacional, como el japonés Tokio con área de Teppanyaki. Desde 260 euros la habitación por noche.
Cómo moverse. Lo mejor es alquilar un coche para recorrer la región y acercarse a los yacimientos arqueológicos o a otras ciudades cercanas, aunque también existe un servicio de autobuses públicos que comunican Tulum, Playa del Carmen y Cancún o puede optar por los taxis del hotel.