¿Vuelve la venta de teles en la oficina bancaria?
El objetivo: rentabilizar sus locales, atrapar al cliente y competir con Amazon El presidente de BBVA ya aseguró que el banco “será una plataforma, como Netflix o Amazon”
Hace varios años, a un director general de Caja España se le ocurrió alquilar alguna de las mejores oficinas que tenía la entidad en León. Consideraba que muchos de sus maravillosos locales podían servir para otras funciones, además de las financieras, por las tardes y los fines de semana, justo cuando estas oficinas estaban cerradas para los clientes de la caja. De paso, la entidad podría sacar un dinero extra por su alquiler.
Dicho y hecho: pensó que algunos locales eran idóneos para guardar en verano los abrigos de pieles de las clientas, ya que necesitaban una temperatura concreta.
El experimento duró poco. Pero no fue la única entidad financiera que pensó en reutilizar por las tardes o los fines de semana las oficinas. Banca Cívica, que más tarde fue absorbida por CaixaBank, también. Sus locales eran auténticas salas de cultura, de ocio. Todo un lujo de comodidad y diseño, y de ubicación también.
Esta antigua caja de ahorros consideró que estas oficinas tan alternativas podrían ser un buen lugar para transformarse en sala de lecturas por la tarde, de teatro infantil los fines de semana, de exposiciones o de otro tipo de ocio en aquellas horas, que eran muchas, que las sucursales permanecieran cerradas. BBVA también diseñó megaoficinas con barra para tomar un café, e incluso diseñó catálogos para la venta en estos locales de productos que nada tenían que ver con la banca, como coches, joyas, perfumes, cacerolas e, incluso, pisos, cuando la compra de una segunda casa en la playa se había puesto de moda. Era la precrisis.
Todo esto, sin embargo, se olvidó en unos casos, mientras que en otros llegó a ser incluso un fracaso con consecuencias económicas, caso de las costosas y pretenciosas oficinas de Banca Cívica. La crisis acabó con sus sueños. Pero una vez resuelta la crisis financiera, la banca debe reinventarse, o eso dicen.
Las sucursales tienen cada vez menos protagonismo tanto en la captación de clientes como en la venta de productos. Pese a ello, las oficinas tienen todavía un gran peso en el sector, por lo que quieren rentabilizar esta inversión.
El temor a la competencia declarado ya por los presidentes de Santander, Ana Botín, y de BBVA, Francisco González, a Google, Amazon u Alibaba o Tencent, por ejemplo, les ha llevado a dar un giro a los negocios tradicionales bancarios. ¿Y por qué no? A intentar convertirse también en su competencia, aunque sea en una pequeña parcela de su actividad. Renovarse o morir. González ya ha confesado en más de una ocasión que BBVA quiere convertirse en una plataforma tecnológica. “BBVA será una plataforma, como Netflix o Amazon”, lleva declarando desde hace dos años.
El viernes en la junta de accionistas aseguró que BBVA es ya “más una plataforma digital que un banco”. El banco así, no descarta nada, incluso algunos expertos aseguran que pueden reactivar la venta de ciertos productos no financieros en sus oficinas. De momento, sigue con el catálogo para vender joyas, coches, casas, electrodomésticos, etc.
CaixaBank vende móviles, televisiones o alarmas en sus sucursales, y con gran aceptación, según aseguran varias fuentes. Banco Sabadell ha promovido la venta de pisos de su cartera de adjudicados a particulares, algo que algunas fuentes financieras aseguran que está diseñando también CaixaBank, aunque un portavoz de la entidad afirma que ahora no hay nada de este proyecto.
La banca cuenta con una ventaja sobre otros potenciales operadores financieros: la confianza del cliente y el conocimiento financiero del usuario. Tienen un control absoluto de sus gastos, costumbres consumistas e ingresos. Mientras, otras entidades, como Abanca, de momento, lanzan campañas para captar clientes sorteando viajes.
ING, sin embargo, ha optado por ofrecer dinero para captar nuevos clientes con alguna de sus aplicaciones. Por cierto, hace dos semanas el consejo de un conocido banco repitió lo que ya se ha convertido en casi habitual cada cierto tiempo, hacer una porra sobre quién sería el próximo ministro de Economía que sustituiría a Luis de Guindos, y el ganador fue su consejero delegado. Apostó por Román Escolano y acertó, pero no sabemos el premio.
Y volviendo a dos asuntos que abordamos la semana pasada. Duro Felguera y la privatización de Bankia. En cuanto a la ingeniería asturiana, hay que decir que sí, que marzo es un mes decisivo para su ya cada vez más incierto final. Sus pésimos resultados, con pérdidas de 254,5 millones de euros en 2017 y un patrimonio negativo de 181 millones, abocan a esta compañía a la quiebra si no encuentra en los próximos días uno o varios inversores dispuestos a poner 125 millones, y parece que lo tiene bastante complicado. Una pena.
En cuanto a la privatización de Bankia, pues eso, el exministro de Economía y ya considerado vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, quiere que se lleve a cabo lo antes posible, esto es, antes de finales de 2019, opinión que comparte la cúpula de la entidad financiera. Por ello, no sería de extrañar que en las próximas semanas se pudieran vender paquetes del 15% al 20% de Bankia, pese a que su precio sea inferior al que se colocaron los dos porcentajes anteriores del 7% en febrero de 2014 y en diciembre del pasado año. También es cierto que cada vez más analistas e inversores ven a Bankia fusionada tras la salida del FROB de su capital. Y, también son cada vez más los que apuestan por una fusión Bankia-Sabadell y, como segunda opción, Bankia-BBVA.