En busca del pájaro azul por los viñedos de Toro
Su plumaje intenso y brillante es como el color del vino de esta DO Un entorno de pinos, olivos y lavandas rodea la bodega Cyan
Pequeño, de poco más de 30 centímetros, casi el doble de talla de un gorrión y parecido a una urraca; de cabeza negra como esta, pero de pecho gris y alas y cola larga de un intenso color azul petróleo. Ese azul oscuro, profundo y brillante que distingue a las uvas de los vinos de Toro (Zamora).
El cyanopica, que así se llama nuestro pájaro, es una de las tres únicas especies endémicas de aves que vive en la península Ibérica, y tendrá que recorrer unos 10.000 km, como hicieran ellos hace miles de años para encontrar en China, Corea o Japón a sus parientes más cercanos. ¿Cómo lo hicieron? Es una incógnita.
Los que viven a este lado se concentran en el oeste de la Península, en Castilla y León, y especialmente se dejan observar y casi posan para la fotografía, en la bella localidad zamorana.
Desde sus murallas tendrá una formidable visión de la campiña y viñedos de Toro. A 12 km, casi en el extremo occidental de la DO Toro, en Valdefinjas, dominando una colina y con impresionantes vistas, está la bodega Cyan, del grupo Matarromera. Un maridaje perfecto si quiere hacer una ruta donde el enoturismo y la ornitología se dan la mano.
Allí, Félix González, enólogo jefe de Matarromera, habla casi con la misma pasión del vino que de las aves. Nos recuerda que los recios vinos de Toro “son los que antiguamente mejor aguantaban las largas travesías”, por eso los llevaban a bordo en los viajes a América y nos apunta también que “los vinos DO más antiguos de España son los caldos de Toro”.
Los nuevos caldos de Cyan son más modernos, frescos, ligeros y afrutados que los tradicionales, densos y potentes vinos DO Toro
Más curiosidades. Esta vez sobre las dos especies de aves, la asiática y la ibérica: no comparten el mismo ADN, debido a los miles de años de aislamiento genético. A los primos asiáticos “se les distingue físicamente por una gran mancha blanca en su cola”. Y salvo el canto de estos y otros pajaritos, todo es quietud y belleza en torno a la bodega Cyan rodeada de pinos, viñas, olivos y lavandas.
En el recorrido por estos viñedos tendrá tiempo de identificar al cyanopica, “un pájaro muy inteligente, social y cooperativo” y descarado como podrá observar cuando intente inmortalizarlo con su cámara con sus bonitas alas extendidas y suspendido en el aire entre las cepas. Solo el ser humano y “los productos químicos y los cultivos intensivos amenazan su habitat”.
El cyanopica es un ave endémica que en la Península habita en el oeste de Castilla y León, entre cultivos ecológicos
Y ese es el motivo por el que esta especie abunda en la zona de Toro, donde los vinos de esta DO proceden de una agricultura ecológica, comprometida con el medio ambiente y respeto a la naturaleza; es por ello también que el pájaro azul se ha incorporado como imagen en las etiquetas de los nuevos vinos Cyan Tinta de Toro y Cyan Crianza del sello ecológico de Matarromera.
A diferencia de los típicos vinos de Toro potentes, densos y de mucha graduación, los nuevos caldos de Cyan son “más modernos y frescos; más ligeros y afrutados”, matiza González, acorde con los gustos del consumidor actual.
Lo primero que sorprende de esta bodega es su singular y empinada ubicación y sus vistas. La finca Pago de la Calera, de donde se obtienen las uvas para la elaboración de estos vinos, tiene 100 hectáreas de viñedos, otras 20 de olivos y el resto de terreno está formado por pinares, lo que confiere unas características muy especiales para la producción de vino de calidad. Además, “sus resaltes calizos son un elemento diferenciador para crear vinos de pago”, explica el enólogo. “La normativa para la producción y los estándares de calidad de los vinos de pago son mucho más estrictas que las de las DO”. No hay aún ningún vino de pago en Castilla y León aunque se han iniciado ya los trámites para que su producción sea posible.
La bodega dispone además de dos hectáreas de cepas de más de 80 años, plantadas de manera tradicional y con rendimientos que apenas superan los 2.000 kilos por hectárea, dedicada a la variedad reina de la DO, tinta de Toro.
Para los entendidos, “sus suelos prefiloxéricos son pobres en materia orgánica, arenosos con algo de cascajo de aluvión en superficie y arcillosos en profundidad”, una particularidad que aporta toques de mineralidad y carácter a los vinos Cyan.
El recorrido por los viñedos dura unos 90 minutos (30 euros por persona) e incluye además la visita a esta particular bodega que consta de tres naves, una de ellas semienterrada, donde descansan las barricas y las otras dos coronando el cerro.
La ruta enoturista culmina con la cata de tres vinos prémium de la bodega: Cyan Crianza, Cyan Prestigio y Cyan Pago de la Calera y, sorpresa, con una degustación de aceite ecológico Oliduero, de producción propia.
Un paseo por la historia
Ninguna jornada enoturística por la DO Toro estaría completa sin un itinerario por esta histórica villa con vestigios romanos, medievales, mudéjares o románicos.
Emplazada también en lo alto de una colina con vistas al Duero en su curso hacia Zamora. Si viaja en coche en fin de semana o festivo, lo mejor es que deje el vehículo en la zona del castillo y alcázar –siglo X– y que está unido al recinto amurallado de la ciudad.
Allí se inicia –o concluye– el llamado Paseo del Espolón, un fabuloso mirador al valle del Duero, donde descubrirá el llamado puente romano con sus característicos arcos, reconstruido varias veces, el que se conserva data del siglo XII.
El camino lleva directamente a otra joya arquitectónica: la colegiata de Santa María la Mayor. Es el monumento más icónico de la villa con sus bóvedas, su planta de tres naves y, sobre todo, su magnífica portada occidental.
La barroca Torre del Reloj es el segundo monumento más conocido de Toro y pronto entenderá por qué. Da paso a la zona peatonal y la calle Mayor, uno de los mejores sitios de tapas con todo tipo de bares, mesones y tascas para darse un homenaje.
Sobrevolando las cepas en globo
Una experiencia que se lleva a cabo al amanecer para grupos de entre cuatro y ocho personas y que permite sobrevolar los viñedos de Cyan y alrededores, donde los pasajeros reconocerán los característicos paisajes castellanos o los edificios históricos de la vecina Toro. Tras el vuelo de una hora de duración, los participantes culminan la jornada con un almuerzo típico castellano, recorrido a pie por los viñedos y visita guiada a la bodega; cata de vino directamente de la barrica y cata dirigida que incluye la degustación de los vinos Cyan. Desde 180 euros por persona. Más información en Bodegacyan.es.