El sueño de un bodeguero
En pleno corazón de La Rioja Alta se asienta el proyecto más personal de un viticultor innovador, Carlos Moro, que acaba de abrir sus puertas al enoturismo.
Hacer vino, y hacerlo de manera habitual, es un arte, una cultura y un trabajo colectivo. Desde los viticultores hasta los distribuidores, pasando por los vendimiadores y los catadores, cada persona que interviene desarrolla una labor imprescindible, de ahí su consideración de trabajo colectivo. Nuestra dedicación no es un mero proceso industrial… El vino es un elemento vivo. No es casual que nuestro lema sea: vino, arte y cultura”.
Son comentarios de Carlos Moro recogidos por el periodista Enrique Beotas en su libro dedicado al viticultor vallisoletano. Es la filosofía de Bodega Carlos Moro, el proyecto más personal de un bodeguero, enólogo y viticultor de éxito, innovador y apasionado por su trabajo, que lejos de pensar en retirarse, se ha embarcado en una nueva aventura, con el espíritu y la fuerza de un joven emprendedor.
En pleno corazón de La Rioja Alta, en San Vicente de la Sonsierra, entre la sierra de la Demanda y la de Cantabria, se asienta la nueva bodega. Ocupa una ladera con magníficas vistas al pueblo y en un entorno de gran riqueza paisajística y cultural.
Varios años de trabajo y búsqueda de ‘terroirs’ de excelencia culminaron en 2014
Porque en esta zona, de larga historia vitivinícola, fue donde los romanos iniciaron el cultivo de la vid hace más de 2.000 años, y también donde los monjes cistercienses del monasterio de Santo Domingo de la Calzada, a 30 kilómetros de aquí, trajeron de Francia, concretamente de Borgoña, el cultivo tradicional y la forma de elaborar vino del país vecino.
Varios años de trabajo y búsqueda de terroirs de excelencia culminaron en 2014 en este señero municipio riojano con la idea de crear un nuevo emblema en la región, en la Denominación de Origen Calificada Rioja.
Y, naturalmente, de la mano de su impulsor, el fundador del grupo Matarromera, uno de los bodegueros más respetados del sector vitivinícola y enológico por sus vinos y su apuesta por la sostenibilidad y la innovación –ha recibido el Premio Nacional de Innovación 2016 del Ministerio de Economía y Competitividad–.
Durante este mes de octubre han entrado en la bodega un total de 500.000 kilos de uva procedentes de las 20 hectáreas de viñedo propio repartidas en 23 parcelas y de otras 75 hectáreas más de viticultores de la zona controlada por la bodega.
Todas las parcelas se encuentran en las localidades de San Vicente de la Sonsierra y Labastida.
El año pasado, Bodega Carlos Moro celebró la primera vendimia riojana y desde hace un par de meses están abiertas sus puertas al enoturismo.
Los aficionados al mundo del vino pueden participar en diferentes experiencias enoturísticas que incluyen, entre otras posibilidades, la visita a los viñedos y a la bodega, una cata especial dirigida en barrica, la cata de cinco vinos de cinco denominaciones de origen (Ribera del Duero, Toro, Cigales, Rueda y Rioja) y un curso de cata con enólogo, entre otros.
Un apasionado de la viña y de la tierra
Carlos Moro lleva incorporado en su ADN el oficio de viticultor y bodeguero. Este ingeniero agrónomo nacido en 1953 en Valladolid, enamorado de la viña y de la tierra, dio en 1988 un vuelco a su vida personal y profesional y fundó en Valbuena de Duero la bodega Matarromera. Más tarde, amplió su presencia en las otras tres DO bañadas por el río Duero: Rueda, Cigales y Toro.
Durante la visita, es posible perderse entre viñedos, en los que ya se perciben los colores del otoño en las hojas de sus cepas, de San Vicente de la Sonsierra y Labastida, una tierra privilegiada, elegida por los amantes de los grandes vinos; y si no ha concluido la vendimia, se podrán observar las técnicas de la recolección, catar las uvas maduras…, una delicia; o ver el proceso de la vendimia y la vinificación, a través de la mesa de selección de uva, los depósitos de acero y de madera, la sala de barricas y calado... Bodega Carlos Moro, además, abre su sala de barricas para catar la primera añada de esta bodega, cuya comercialización comenzará en 2017… Y la joya de la familia perteneciente a la DO Cigales: Carlos Moro Finca Valdehierro.
En la bodega destaca un asombroso calado subterráneo, un túnel de más de 1.200 metros cuadrados de superficie con capacidad para más de 2.000 barricas, que se puede recorrer y que permite una crianza natural y homogénea a lo largo de todo el año por sus condiciones óptimas de temperatura y humedad.
La historia de Bodega Carlos Moro está repleta de tradición y apego por la tierra y por el vino. Es el recorrido de un hombre que asienta sus raíces enológicas en el corazón de la Ribera del Duero, donde sus antepasados cultivaron la viña desde el siglo XII con una dedicación y esmero que se ha ido transmitiendo con éxito, generación tras generación, a las mejores denominaciones de origen españolas. Faltaba La Rioja; sueño cumplido.
Conocer in situ la historia que hay detrás de este proyecto, participar del entusiasmo que transmite su impulsor, disfrutar de sus vinos y de su conversación es una gran experiencia. La zona merece una visita, sin duda.
Además de pasear por San Vicente, Labastida y pueblos de los alrededores, en los campos circundantes hay restos prehistóricos y yacimientos arqueológicos como el dolmen neolítico de La Cascaja o el poblado de la Edad de Hierro de La Nava. Y qué decir de la gastronomía.