Adiós al Ritz, el hotel que impuso un código de etiqueta en Madrid
El grupo Mandarin Oriental acomete la mayor reforma del local, que abrirá de nuevo en 2020 El arquitecto Rafael La-Hoz dirige la obra en la que se invertirá 99 millones de euros
Este miércoles, cuando el último cliente realice el check-out, el hotel Ritz de Madrid cerrará sus puertas. Y lo hace para acometer la reforma más importante de su historia, en la que los actuales propietarios, liderados por el grupo Mandarin Oriental, invertirán 99 millones de euros. Las obras, dirigidas por el arquitecto Rafael de La-Hoz y los interioristas franceses Gilles & Boissier, finalizarán a finales de 2019. El nuevo hotel tendrá 106 habitaciones y 47 suites, además de una lujosa Suite Real, de 188 metros cuadrados. El restaurante se trasladará al espacio original, con acceso directo a la terraza. Otra novedad: se volverá a instalar una cubierta de cristal en el centro del hotel que permitirá que la luz entre en el salón, como cuando se inauguró.
Fue el 2 de octubre de 1910 cuando el Ritz abrió sus puertas, convirtiéndose en uno de los hoteles más elegantes de Europa. Su inauguración estuvo acompañada de todo el boato que la ocasión requería, al contar con la asistencia de la reina Victoria Eugenia y del rey Alfonso XIII, impulsor de la iniciativa de crear el primer hotel de lujo en España, siguiendo los estándares de excelencia de numerosos hoteles-palacio europeos. El monarca recordaba que durante su propia boda, celebrada unos años antes, los invitados reales tuvieron que ser hospedados en casas particulares, ya que la oferta hotelera en Madrid no estaba a la altura de tan ilustre evento. Fue él mismo quien convenció a amigos aristócratas y empresarios para que tomasen parte de este ambicioso proyecto, convirtiéndose en uno de los mayores accionistas de la nueva Compañía de Desarrollo Ritz.
También se invitó a Cesar Ritz, padre del hotel francés, a participar en este proyecto. El sello que distinguía a este hostelero eran las proporciones de su arquitectura, la belleza y el gusto exquisito de su diseño interior, así como la atención de los pequeños detalles y la comodidad. A lo largo de su historia, la propiedad ha cambiado de manos en varias ocasiones: en 1932, fue adquirido por el empresario belga George Marquet, que impuso un estricto código de etiqueta, como el uso obligatorio de la corbata o el veto a las mujeres que llevaban pantalón, ya que consideraba que no todo el mundo reunía las condiciones para ser cliente del Ritz. Valoración que se regía no solo por el poder económico, sino por el pedigrí familiar, la educación, el estilo y las buenas maneras. De hecho, a día de hoy, las zapatillas, el pantalón corto y la camiseta solo se puede llevar en el jardín y en el gimnasio. En una ocasión, uno de los directores del hotel se vio entre la espada y la pared al ver que Jennifer López entraba en el restaurante a desayunar con mallas deportivas. Las miradas de admiración de los clientes hicieron que desistiera en la amonestación a la estrella.
La familia Marquet vendió el negocio en 1978 al ex alcalde de Barcelona Enrique Masó. Tres años más tarde fue comprado por el grupo británico Trusthouse Forte. En 2003, tras un breve periodo como hotel de Le Meridien, fue adquirido por Orient-Express, que en 2014 pasó a ser Belmond. En 2015 fue adquirido por Mandarin Oriental por 148 millones de dólares, en una operación conjunta con el grupo financiero The Olayan Group. Lo que es una incógnita es el nombre que lucirá el nuevo Ritz cuando abra de nuevo sus puertas en 2020. Hasta entonces, los cerca de 250 empleados del hotel recibirán formación en los locales que tiene repartidos por el mundo el grupo Mandarin Oriental.
Una estricta etiqueta
El código de etiqueta del hotel fue algo más que una leyenda. Fue la familia Marquet la que impuso una serie de estrictas normas, ya que consideraba que no todo el mundo reunía las condiciones para ser cliente del Ritz. Todos los hombres debían llevar corbata, sin excepción alguna. Por el estricto cumplimiento de esta norma, el director de orquesta Herbert von Karajan, que acostumbraba a llevar jersey de cuello vuelto, dejó de ser cliente del Ritz. Sin embargo, un año más tarde de su enfado, regresó a sus habitaciones 528-529.
También se impuso que las señoras no llevaran pantalones, lo que generó situaciones desagradables, sobre todo a los empleados que debían comunicar a las clientas que no eran bienvenidas. También estaban prohibidas las mascotas, fumar en el vestíbulo y en el restaurante, los viajes en grupo y la admisión de artistas y toreros. Cuando se recibía una llamada de algún actor de Hollywood, curiosamente el hotel estaba lleno, y se le invitaba a instalarse en el vecino Palace, también propiedad de la familia Marquet, que no odiaba a los artistas, sino a los fans.
Hoy, esas normas se han relajado, aunque se advierte que el uso de vestimenta informal ha de ser elegante, y se recomienda el uso chaqueta en el restaurante. El pantalón corto, la camiseta y la zapatilla quedan reservadas para el jardín y el gimnasio.