Bruselas vigilará la obsolescencia programada tras las sospechas sobre Apple
Planea medidas a nivel europeo para evitar esta práctica que puede acortar la vida útil de todo tipo bienes de consumo Quiere introducir un etiquetado donde se incluyan la durabilidad y reparabilidad de los dispositivos
Bruselas se pertrecha para abrir un nuevo frente contra las grandes multinacionales tras su ofensiva contra la elusión fiscal. La batalla apunta esta vez contra la llamada obsolescencia programada, una práctica ilegal utilizada por algunas compañías para precipitar la inutilidad de sus productos y forzar a los consumidores a adquirir otros nuevos.
Las alarmas han sonado en primer lugar en Francia, donde las autoridades de protección al consumidor han iniciado una investigación contra Apple y Epson. La asociación Alto a la Obsolescencia Programada (HOP) acusa a la primera de aprovechar la actualización de sus sistemas operativos para ralentizar el funcionamiento de las versiones más antiguas de su popular iPhone y así potenciar las ventas de los modelos más recientes. A la segunda, la acusa de programar la obsolescencia de los cartuchos de tinta de sus impresoras para que sean inservibles antes de que se les agote el producto.
“Si se confirma que se trata de un problema a escala europea, la Comisión Europea llevará inmediatamente los casos ante la red paneuropea de autoridades de protección al consumidor y abordará una potencial respuesta coordinada”, explica a CincoDías una portavoz del organismo comunitario en Bruselas.
La Comisión recuerda que las autoridades nacionales son las competentes para investigar las violaciones de la normativa europea sobre protección al consumidor. Pero dado el carácter transfronterizo de numerosas ventas y la comercialización de productos diseñados de forma idéntica para todo el mercado europeo, Bruselas también empezará a tomar medidas a nivel europeo.
La primera andanada, según indican fuentes comunitarias, llegará a través del etiquetado sobre consumo energético que identifica a productos tan variados como televisores, frigoríficos, calefactores o ruedas de automóvil.
“La Comisión tiene previsto introducir en esas etiquetas, de manera gradual y producto por producto, los aspectos de durabilidad y reparabilidad”, confirma una portavoz comunitaria. La vida útil de los productos y su posibilidad de reparación figuran entre las medidas clave de la CE para fomentar la llamada “economía circular”, que aspira a mantener el valor de los productos y los materiales durante el mayor tiempo posible. Se considera muy factible que las presuntas violaciones en un socio de la UE se repitan en todo el resto.
La Comisión tiene previsto evaluar este año la posibilidad de hacer ensayos independientes sobre obsolescencia programada
Las sospechas sobre Apple y Epson refuerzan así a los partidarios de legislar a escala europea para combatir la obsolescencia programada, una práctica a la que se achaca en parte el imparable aumento de residuos y el desperdicio de materiales valiosos que podrían ser reutilizadas o mantenidas activas sin ningún problema.
El Parlamento Europeo ya aprobó el año pasado un informe en el que instaba a la Comisión Europea a adoptar medidas para prolongar la vida útil de los productos, con criterios de resistencia mínima, una prolongación de la garantía (fijada ahora en dos años) para obligar al productor a sustituir gratuitamente el producto si falla o se queda inservible antes de lo debido y la introducción de un etiquetado que especifique la durabilidad y la posibilidad de desarme y reparación de cada producto.
La petición fue aprobada con una abrumadora mayoría (662 votos a favor, 32 en contra y 2 abstenciones), señal del apoyo generalizado entre todos los grupos parlamentarios a izquierda y derecha del hemiciclo. Pocos textos suscitan un consenso de esas dimensiones.Y es que, según Bruselas, la inmensa mayoría de la opinión pública demanda un modelo de producción más sostenible y un consumo menos compulsivo. Los sondeos de la Comisión (Eurobarómetro) indican que el 77% de los consumidores europeos preferirían intentar reparar sus productos en lugar de adquirir unos nuevos. Pero la falta de información, la complejidad de ciertos componentes o la ausencia de repuestos acaban forzando el deshecho prematuro de productos apenas usados con la sospecha de que podrían seguir activos. “El 92% de los encuestados están convencidos de que los electrodomésticos o los productos de alta tecnología están diseñados intencionadamente para no durar”, señala el informe del Parlamento.
La sospecha se extiende y la Comisión Europea, en su plan de trabajo para fomentar la economía circular, tiene previsto evaluar este año la posibilidad de realizar ensayos independientes sobre la obsolescencia programada. Bruselas considera que esa práctica ilegal “puede limitar la vida útil de los productos”. Y el organismo asegura que “actuará para detectar esas prácticas y combatirlas”.
Algunos países, como Francia, ya se han adelantado. E incluso persiguen penalmente la obsolescencia programada, a sabiendas de que en el sector digital se ha ampliado el desequilibrio entre la información disponible para el productor y la que llega de forma inteligible al consumidor. Una brecha muy tentadora para convertir un producto en inútil a ojos del profano desprevenido
Lo que no es fácil es determinar cuándo una empresa practica la obsolescencia programada. “¿Está Apple ralentizando los iPhone antiguos de forma torticera para vender sus nuevos terminales, o lo está haciendo para evitar, como ha dicho, que el móvil se resetee solo en medio del uso cuando las baterías bajen de un nivel de carga, generando una experiencia tremendamente incómoda?”.
Algunos expertos creen que sería contraproducente legislar sobre esta cuestión, porque impondría restricciones que podrían perjudicar a todos
La pregunta se la formula Enrique Dans, profesor del IE Business School, y su respuesta es directa: “Lo que ha hecho Apple no es obsolescencia programada. Ellos siempre han vendido experiencia de usuario y han querido garantizarla. En este caso, disminuyendo la velocidad de los procesos para que la demanda de corriente de la batería sea más baja y el móvil no colapse”. “El pecado que ha cometido Apple es no ser transparente con sus clientes”, añade.
Para Dans los casos de Apple y de Epson están a años luz. “Epson sí comete una auténtica sinvergüencería, y debe ser penalizada, pues obliga al usuario a tirar sus cartuchos con tinta porque envían intencionadamente señales falsas a la impresora”. Aún así, Dans cree que legislar la obsolescencia programada impondría restricciones contraproducentes para todos. “Impediría a las empresas crecer e innovar más deprisa, y eso redundaría también en el usuario”.
En su opinión, cada compañía tiene que marcar su estrategia, “aunque siempre comunicándola con el adecuado nivel de transparencia”. Y cuenta el caso de Tesla, con una política clara y pública: “Quien compre uno de sus coches podrá actualizar el vehículo con software nuevo que vaya lanzando, pero no con nuevos elementos de hardware (sensores, por ejemplo) que incluyan modelos posteriores. Y da igual que te hayas comprado el coche hace un mes y te haya costado 100.000 euros”.
Dans admite que no es lógico que las marcas digan que un usuario tiene un equipo vintage cuando apenas tiene 4 años y va bien. Pero también señala que para las compañías tener un parque de dispositivos muy diverso es una pesadilla. “Mire el caso de Microsoft... la gente protestó cuando dejó de dar soporte a Windows XP, pero es lógico porque las empresas deben avanzar, innovar”, defiende.
Del software a las bombillas LED
La obsolescencia programada puede ocultarse de manera sutil en una actualización de software o de forma tan evidente como la presencia de una bombilla LED irremplazable. El Parlamento Europeo ha reclamado a la Comisión Europea que actúe en todos los frentes para evitar que se fuerce al consumidor a desechar productos perfectamente reutilizables. En el área digital, en concreto, el Parlamento reclama transparencia en las actualizaciones de software, que se encuentran precisamente en el origen del caso francés contra Apple. Y en el caso de las LED, “fomentar la posibilidad de sustitución de ese tipo de bombillas”.
Oportunidad de crecimiento y empleoBruselas está convencida de que la prolongación de la vida útil de los productos y su reutilización no solo reporta ventajas medioambientales sino también grandes beneficios económicos. De entrada, la CE ve una gran oportunidad en la explotación de los materiales presentes en los viejos aparatos, que podrían convertirse en una fuente de “materias primas secundarias” para un continente que no dispone de grandes fuentes de materias primas. Bruselas cree, además, que el combate de la perennidad de los productos alentará la demanda de productos de más calidad, en favor de las empresas europeas y en detrimento de las importaciones de bajo coste. Y el impulso de la reparabilidad de los productos, que la CE planea añadir en el etiquetado, generará puestos de trabajo no deslocalizables y cada vez más cualificados.
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