Riesgo, largo plazo y supervivencia
¿Cruzarías caminando un río que, de media, mide metro y medio de profundidad? La pregunta la plantea aquí Nassim Taleb al hilo de las rentabilidades medias que se suelen tomar como base para recomendar invertir en Bolsa. Tomando un plazo de más de 10 años y eligiendo con cierta cautela el punto inicial y el punto final la renta variable puede dar buenas rentabilidades... O no. Considerar que cualquier persona con un horizonte de inversión largo tiene que lanzarse a la Bolsa es más un argumento comercial que otra cosa.
No hay que irse muy lejos. Este es el gráfico del Ibex 35 con un plazo de 20 años.
El Ibex ha sido especialmente castigado por algunas de las crisis de estas dos décadas. La del euro, la de 1998. Pero las rachas malas, más o menos violentas, suceden. No son fatalidades o excepciones; lo anormal es que no lleguen. Así que, en la piel de paciente y disciplinado inversor puede que nos encontremos que el mercado está en un punto bajo. O que antes del momento previsto para vender, necesitemos dinero (algo que es bastante más probable que suceda en momentos de crisis y precios de derribo). Puede que (algo aún más probable) patinemos comprando acciones en el peor momento esto es, cuando la euforia campa a sus anchas. Puede que, simplemente, no tengamos estómago para poder aguantar una pérdida de patrimonio del 50% y seguir confiando en el largo plazo como si nada...
Lo explica Taleb con un símil: 100 personas van al casino y casi todas sacan una pequeña rentabilidad, salvo una de ellas (pongamos el número 29) que pierde hasta la camisa. La quiebra del jugador 29 no afecta a los demás, y la rentabilidad media sí tiene un significado. Pero si es la misma persona quien planea ir al casino 100 días seguidos y el día 29 pierde hasta la camisa, es harto probable que el día 30 no vaya. O, salvo una voluntad de hierro, que modifique su comportamiento. Por eso el planteamiento de la rentabilidad media solo es válido (y con matices) para grandes fortunas o, al menos, para ahorradores con un mullido colchón de seguridad. Gente que puede perder dinero pero no perder el sueño.
Es más, los rendimientos de la Bolsa a largo plazo están doblemente distorsionados: la propia medida de rentabilidad a largo plazo es una media de los valores de un índice. Pero a quien invirtiese en Popular, Terra o Abengoa esa media le sirve de poco. Para replicar el dichoso “rendimiento medio a largo plazo de la Bolsa”, uno necesitaría no solo tener un mullido colchón de seguridad para soportar pérdidas, sino también una capacidad casi infinita para diversificar.
Antes de tener éxito, es necesario sobrevivir. Algo que se suele olvidar, también, en las elegías al fracaso como semilla del emprendimiento exitoso. Seguramente sean ciertas, pero solo para las personas que se pueden permitir esos uno, dos o tres fracasos previos. Y lo mismo en la Bolsa. Solo podrán disfrutar (en caso de cumplirse) el rendimiento de la Bolsa las personas que hayan aguantado en ese largo plazo dos o tres embates del mercado. Y que, además, no hayan fallado en la selección de activos o en el momento de comprar o vender.
Así que, en plan moraleja, la próxima vez que escuchen que si no tienen un plan de jubilación son idiotas porque 25 años de pequeños ahorros les harán millonarios, piensen en si quieren, o no, cruzar el río de metro y medio.