Bruselas entierra la idea de un ‘banco malo’ europeo para zanjar la crisis
Berlín y el BCE hunden el plan para evacuar un billón de euros en préstamos dudosos El Ecofin propone como alternativa el desarrollo de un mercado secundario de activos tóxicos
La propuesta de crear un banco malo paneuropeo de un cuarto de billón de euros, lanzada a principios de año por la Autoridad Bancaria Europea, se ha estrellado contra la resistencia de Berlín y del Banco Central Europeo (BCE) y será abandonada definitivamente el próximo martes.
El 11 de julio, los ministros de Economía y Finanzas de la UE (Ecofin) tienen previsto aprobar en Bruselas un plan de mínimos contra el tremendo lastre de activos tóxicos dejado por la crisis, cifrado en más de un billón de euros. Pero el plan del Ecofin ni siquiera contempla la iniciativa del banco malo continental.
El Ecofin, según el borrador de conclusiones, reconocerá que el problema de la morosidad bancaria constituye un riesgo transfronterizo para toda la zona euro aunque el grueso de los activos se encuentre en un reducido número de países, en Italia en particular. Pero los ministros descartan una solución paneuroepa y optan por reformas en materia de supervisión para redoblar la presión sobre las entidades más dañadas para obligarlas a limpiar sus balances.
La Comisión Europea ya ha advertido que, si no se adoptan medidas, podría tardarse otra década en limpiar los activos tóxicos acumulados desde el comienzo de la crisis en 2007. En total, veinte años con una banca lastrada y sin capacidad de operar con toda su fuerza en la financiación de la economía, con una decena de países con una morosidad por encima del 10%.
"El BCE le ha dado la puntilla"
El plan de la EBA sugería zanjar el problema con la creación de una Compañía de Gestión de Activos (AMC, en sus siglas en inglés) a la que se podría transferir entre 200.000 millones y 250.000 milones en activos tóxicos. La transferencia implicaría una pérdida inicial para los accionistas de las entidades. Pero la AMC titulizaría y vendería los créditos con la garantía del sector público, que cubriría las posibles pérdidas adicionales.
El presidente de la EBA, el italiano Andrea Enria, se cuidó mucho de dejar claro que la propuesta no incluía ninguna mutualización, porque cada Estado debería asumir las pérdidas derivadas de sus entidades financieras. Pero la iniciativa se interpretó rápidamente como "una solución europea para un problema italiano". Y el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, expresó de inmediato su resistencia, aunque, según fuentes financieras, "el BCE ha sido el encargado de dar la puntilla al plan".
Ejemplo español
El debate de los ministros tendrá lugar en base al informe definitivo de un grupo de expertos nacionales liderado por el francés Corso Bavagnoli. A falta de un banco malo europeo, el grupo propone que la Comisión Europea establezca un marco común para el diseño de bancos malos nacionales similares al creado en España (SAREB) o Irlanda (NAMA).
Pero, tal vez, la propuesta de mayor alcance sea la de facultar a los supervisores (el MUS en el caso de la zona euro) a prevenir la formación de carteras tóxicas y a imponer ajustes a las entidades cuando ya se han acumulado. El grupo Bavagnoli pone como ejemplo la potestad del Banco de España, que tiene potestad para imponer ajustes contables a las entidades cuando lo considere necesario.
Los expertos reconocen que trasladar la experiencia española a los supervisores europeos implicaría "un cambio radical", que permitiría al MUS exigir más provisiones a las entidades más lastradas por la morosidad.
Mercado secundario
El grupo de expertos también recomienda el desarrollo de un mercado europeo de activos tóxicos, similar al de EE UU. La propuesta, que saldrá adelante en la reunión del martes, requerirá mejorar la transparencia de los bancos sobre sus préstamos dudosos y estandarizar la información que facilitan al mercado.
En la actualidad, los inversores europeos apenas entran en el mercado de activos deteriorado porque disponen de poca información sobre su situación real o no se fían del todo de la información facilitada por las entidades. Como consecuencia, las ofertas son escasas y muy bajas en relación con el precio real del activo, lo que retrasa la descarga de los balances.