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El Foco
Tribuna
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EE UU y China se comen el pastel de las TIC

Los países asiáticos están dejando de ser las ‘fábricas del mundo’ e invirtiendo en I+D

Puerto de Victoria en Hong Kong (China).
Puerto de Victoria en Hong Kong (China).EFE

Las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC) tienen un papel fundamental en el crecimiento económico y también en la forma de organización de la sociedad. La importancia sobre el crecimiento radica tanto en el efecto tractor que tienen los sectores productores –puerta de entrada del progreso técnico–, como por su utilización en otros sectores no productores, especialmente en aquellos que las utilizan de forma intensiva.

El informe World Economic Outlook del Fondo Monetario Internacional indicaba, en su número de abril de 2015, que el PIB de China ya había superado en 2014 al de Estados Unidos, desplazando el centro de gravedad de la economía mundial hacia los países asiáticos. Del mismo modo, el reciente informe de la Comisión Europea (CE) Análisis del sector TIC y su I+D en la UE y otros países confirma –a partir de la información contenida en la base de datos Predict– que este desplazamiento se ha producido también en el sector productor de TICs al situarse el valor añadido (VA) en ese sector muy próximo al de Estados Unidos en ese mismo año.

Los datos recién publicados ponen en evidencia el espectacular avance de las economías asiáticas emergentes en un proceso que parece imparable. China era en el último año para el que se dispone de información, 2014, el segundo productor mundial de TICs y estaba a punto de superar a Estados Unidos. En 1995, el valor añadido generado por el sector TIC en China era el 16,7% del de EE UU. En 2014 era ya el 93,7%, ¡77 puntos porcentuales de aumento en menos de 20 años! Es de suponer que en la actualidad haya superado ya la barrera del 100%. En el mismo periodo de tiempo, la producción del sector TIC en la UE también aumentó pero a un ritmo muy inferior: pasó del 69,1% de EEUU en 1995 al 80% en 2014.

El tamaño de los países no es la única razón que explica estas cifras. En EE UU, el valor añadido por el sector TIC representaba en 2014 el 5,3% del PIB, y en la UE, el 3,9%. China se situaban en un punto intermedio entre los dos, el 4,7%. Pero es notable constatar que en dos economías asiáticas pequeñas, pero tecnológicamente muy avanzadas, Taiwán y Corea del Sur, los porcentajes correspondientes eran 15,9% en el primero y 8,9% en el segundo. Japón, con el 5,4% superaba a los EE UU y, por supuesto, a la UE. Está claro, por tanto, el dominio asiático en un campo tan fundamental para el crecimiento económico.

China, y también India, han hecho el recorrido desde el atraso económico hasta aproximarse a los estándares de los países desarrollados en un periodo muy corto de tiempo. Es un crecimiento basado en la ventaja competitiva en costes, intensivo en mano de obra y con bajos salarios y, por tanto, también baja productividad. Es por ello por lo que suele argumentarse que su fuerza radica en haberse convertido en la gran fábrica del mundo. Sin embargo, este modelo de crecimiento parece estar cambiando a una velocidad notable. La muestra más evidente es la importancia que, sobre todo China, está otorgando a la inversión en I+D. Ya no se trata de copiar, sino de apropiarse de la parte grande del pastel y no solo de las migajas que dejan las actividades puramente manufactureras de ensamblaje de piezas o la manufactura de los componentes con menor contenido tecnológico.

En EE UU, la ratio entre la inversión en I+D y el VA del sector TIC –lo que se denomina intensidad de la I+D– era el 12,3% en 2014, en la UE era menos de la mitad, el 5,3%, y muy similar a la de China (5,2%). La diferencia es que mientras en la UE este porcentaje se encuentra prácticamente estancado desde comienzos de siglo, en China ha seguido una trayectoria creciente desde 2006, primer año para el que se dispone de información, con una ratio del 3,9% en esa fecha. En otros países asiáticos de crecimiento consolidado, las cifras son todavía más llamativas: Japón (11%), Taiwán (10,7%) y Corea del Sur (21,1%). La inferioridad del sector TIC de la UE en términos de I+D también se refleja en la inversión en I+D financiada por el sector público, el 73% de la realizada por EE UU pese a ser este el paladín de la economía de mercado.

El líder indiscutible en términos de productividad en el sector TIC (y en prácticamente todos los sectores) es Estados Unidos. En el año 2000, la productividad por hora trabajada en China era el 16% de la de EE UU. Tan solo 14 años después, había aumentado al 21%. Es cierto que las diferencias con respecto al líder son todavía notables, pero la importancia de su dinamismo queda patente al constatar que en este mismo periodo de tiempo la UE perdió posiciones al pasar del 85% al 69% de la productividad en EE UU.

El informe de la CE proporciona información para 15 sectores, seis de ellos productores de TIC y los nueve restantes intensivos en su uso. La productividad por hora trabajada en 2014 en EE UU era superior a la de la UE en todos ellos, y por supuesto también a la de China. Lo interesante es que en el periodo 1995-2014 el crecimiento de la productividad en China fue superior a la de EE UU y la UE en dos sectores productores de TIC, y en siete y cinco sectores de uso intensivo respectivamente.

Las informaciones anteriores confirman que el crecimiento de China no es solo de cantidades sino que están teniendo lugar cambios acelerados, orientados a mejorar la eficiencia en el funcionamiento de su economía. En la actual fase de incertidumbre por la que transita la UE, las informaciones recién publicadas por la CE deberían ser una llamada de atención sobre el futuro de la economía europea en un contexto internacional que está cambiando a pasos agigantados, alejándonos de los centros de decisión de la economía mundial.

Matilde Mas y Juan Fernández de Guevara son profesores del Departamento de Análisis Económico de la Universidad de Valencia y directora de proyectos internacionales en el IVIE.

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