Bancos muy grandes, competencia limitada
S&P: "La fusión de Bankia y BMN puede desencadenar más movimientos” Cooperativas de crédito y entidades pequeñas compensan el oligopolio
Las especulaciones tienen en ocasiones gran parte de verdad. Hace unos siete años, justo cuando la crisis financiera española comenzaba a dar síntomas de ser un verdadero problema, y las fusiones de las cajas de ahorros prácticamente comenzaban a llevarse a cabo más para sanear al sector que por estrategia industrial, los expertos y algunos representantes de la supervisión hablaban de que en menos de un lustro quedarían en España cinco gigantes bancarios y luego algunas entidades mucho más pequeñas que pudieran atender a las zonas rurales.
Cuando se preguntaba por este proyecto, siempre se recibía la misma respuesta por parte de Economía, Banco de España o de otras instituciones o expertos. “Son solo especulaciones. No hay nada cierto”. Entonces tampoco había nada de cierto en la desaparición de las cajas como sector, solo se hablaba de un número más o menos preocupante de entidades de ahorro en problemas y, al final, este sector que llegó a representar el 50% del mercado desapareció.
Fueran entonces especulaciones o no, lo cierto es que las profecías se han cumplido. La absorción de Banco Popular por Santander ha reducido el número de grandes entidades financieras a cinco –Santander (con Popular), BBVA, CaixaBank, Bankia y Sabadell–, gigantes que compiten en España ya solo con otro pequeño grupo de entidades medianas como Bankinter, Ibercaja, KutxaBank, Unicaja, Liberbank o Abanca, y en menor medida con las cooperativas de crédito, donde destaca Cajamar, ya que el resto son muy pequeñas, con una zona de actuación limitada como su lugar de origen.
La banca extranjera también ha decidido abandonar España, y puede que la única que esté interesada ahora en crecer en el país sea la francesa Crédit Mutuel.
En los próximos días, y agotando el plan inicial (barajaban desde primeros a finales de junio), Bankia y BMN anunciarán las valoraciones de sus respectivos canjes de acciones. Será el siguiente paso para completar su fusión, lo que se producirá a finales de año, tras haber aprobado por junta en los últimos días de julio esta operación.
“La fusión de Bankia y BMN puede desencadenar más movimientos en el sector”, afirma Elena Iparraguirre, directora de servicios financieros de S&P, que apuesta por la banca mediana, ya que su negocio está más concentrado, no cuenta con una diversificación de ingresos y su tamaño dificulta la reducción de las bases de costes.
Todos los expertos, de hecho, mantienen que las nuevas exigencias de capital y de híbridos para asumir pérdidas ante una crisis son demasiado costosas para estas entidades de mediano tamaño, lo que, como ha insistido el Banco de España en más de una ocasión, derivará en más fusiones. Hay que tener en cuenta que todos estos retos influyen directamente en la rentabilidad de estas entidades, muy debilitada con la crisis financiera y económica.
La crisis de Banco Popular y el ataque de las posiciones bajistas en Liberbank, por contagio, han derivado también en un encarecimiento aún mayor de las emisiones de deuda subordinada o de bonos convertibles en acciones (cocos), reconoce un alto directivo de un banco mediano. Estas entidades, además, son las más expuestas a las volatilidades del mercado, sobre todo ante ataques de los fondos especulativos.
Pese a ello, casi todas están condenadas a salir a Bolsa en un futuro. Unicaja sigue ahora los pasos de Liberbank, y tiene previsto estrenarse en el parqué el próximo día 30 de junio. Eso sí, los bancos de inversión han reducido su precio de salida como consecuencia de los ataques recibidos por la cotización de Liberbank hace dos semanas, una antigua caja como Unicaja.
Las nuevas circunstancias regulatorias y la adaptación a los nuevos mecanismos de resolución, como la aún elevada presión en el negocio de los tipos de interés bajos y la fuerte competencia que realizan los gigantes bancarios hacen casi inevitable el anuncio de nuevas fusiones. Liberbank, Unicaja o Cajamar parece que son las candidatas por las que apuesta el mercado, aunque en general abogan por la desaparición más tarde que temprano de prácticamente todos los bancos medianos, con excepción de Bankinter.
Ante los mecanismos de resolución, Iparraguirre asegura que la mayor parte de las entidades financieras deberán crear colchones MREL (para cubrir pérdidas) cuya magnitud podría rondar el 22% o el 24% de los activos ponderados por riesgo. “Es un desafío”, afirma Iparraguirre, que advierte de que todas las entidades financieras europeas deberán salir al mercado a “competir” porque se suscriban sus productos, aunque reconoce que actualmente hay liquidez en el mercado.
Eso sí, las fusiones bancarias transfronterizas parecen cada vez más olvidadas sin prácticamente haberse estrenado. El director ejecutivo de S&P, Jesús Martínez, considera que no se dan las circunstancias para que se produzcan ahora estas integraciones.
Lo mismo recuerda el economista Santiago Carbó, miembro de EuropeG (el think tank que dirige el catedrático Antoni Castells) , quien el viernes también creía que las fusiones transfronterizas tardarán aún bastante tiempo en llevarse a cabo. Carbó, además, insistió en que ahora la tendencia es nuevamente las fusiones nacionales. La forma en que se están resolviendo los problemas como los encontrados en Italia o Portugal respecto a la calidad de los activos sugiere que aún existe una “cierta resistencia nacional” a las operaciones corporativas transfronterizas, declaró. Y añadió que en Europa hay desigualdades importantes en la tasa de morosidad, que en países como Italia o Grecia supera el 20% y el 30%, respectivamente. En la eurozona hay un billón de euros de activos deteriorados. El 60% de la morosidad es, además, de crédito empresarial.
Las cooperativas de crédito se han vuelto en España las sustitutas de las antiguas cajas de ahorros. Son casi las únicas que compensan en las zonas rurales la falta de oficinas de grandes bancos. Estas entidades, aunque son en algunos casos muy pequeñas, incluso de tres o cuatro oficinas, tienen gran influencia en sus territorios de origen, de ahí que la reforma de estas instituciones que diseña Economía se está haciendo muy a la medida de estas firmas que solo tienen una cuota de mercado del 6%.
Este porcentaje difícilmente puede competir con Santander, que tras la compra de Popular, contará con una cuota de mercado del 19,5% en créditos en España. Le sigue CaixaBank, líder en el mercado doméstico hasta que la firma que preside Ana Botín se decidió por comprar Popular. La institución catalana suma una cuota en créditos del 16,7%.
Con la compra de Popular, Santander acaparará la cuarta parte del mercado de pymes en España al sumar un peso del 24,8%.
“No es bueno que en España se reduzca tanto el número de entidades, y que se tienda a bancos sistémicos. La competencia se reduce, y siempre serán los grandes los que marquen el paso en el sector sin posibilidad de reducir sus iniciativas. Como ejemplo están las comisiones de los cajeros automáticos. Fueron los tres grandes los que optaron por cobrar a los clientes ajenos a sus entidades dos euros por extraer dinero de sus terminales. El sector tuvo que llegar a acuerdos individualizados para proteger a sus clientes de esta comisión. Así, los más pequeños no cobran o tienen pactos con otras entidades medianas o pequeñas, mientras que los grandes cobran a todos lo no clientes”, explica un directivo bancario.
De momento, la absorción de Popular por Santander tiene una consecuencia negativa también en esta guerra de cajeros. Los clientes de ING Direct, entre otros, utilizan hasta ahora los terminales de Popular para sacar dinero, ante el escaso número de cajeros del banco naranja (alrededor de 100). Una vez que la entidad que preside Botín integre Popular, lo lógico es que aplique la misma tarifa de dos euros para los no clientes del grupo por extraer de sus terminales, lo que afecta directamente a los usuarios de ING Direct.
Otro de los desafíos a los que se enfrenta el sector bancario español, más allá de la baja rentabilidad, son el elevado stock de activos improductivos que las entidades acumulan en balance, según S&P. A pesar de la tendencia positiva la agencia de calificaciones S&P pronostica que el sector reducirá su cartera de activos improductivos en 45.000 millones durante en 2017 y 2018.
Iparraguirre estima que los activos problemáticos podrían representar el 11% o el 11,5% a finales de 2018. “Un volumen muy importante que tiene impacto en la rentabilidad”, advierte.
Otro reto es el recorte de oficinas y de plantilla que volverá a llevar a cabo el sector tras 10 años reduciendo capacidad instalada.
Hasta que Santander anunció la integración de Popular, las entidades financieras habían puesto sobre la mesa planes para cerrar 800 oficinas hasta abril. Ahora el número será mucho mayor. El sector ha clausurado más de 17.000 locales de banca, el 40% de las sucursales existentes hace algo más de ocho años. Y se han destruido 81.575 empleos.