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S&P cree que Popular carecía de “alternativas” para resolver la falta de capital en 2018

Cree que las fusiones entre la banca mediana seguirá ante lo complicado de su financiación La agencia cree que la resolución de Populas "ha sido un éxito" por su rapidez

Presidenta del Banco Santander Ana Botin durante una rueda de prensa en Madrid.(07-06-17)
Presidenta del Banco Santander Ana Botin durante una rueda de prensa en Madrid.(07-06-17)ANDREA COMAS (EL PAÍS)

La agencia de ráting S&P considera que era inevitable la intervención de Banco Popular. Tarde o temprano tendría que haber sido intervenido, aunque la falta de liquidez reconocida por la entidad el martes 6 de junio por la tarde aceleró su proceso de resolución.

La directora de servicios financieros de S&P, Elena Ipaguirre, mantiene que los problemas que arrastraba Popular, con un elevado nivel de activos improductivos y unos niveles de solvencia débiles, aunque todavía dentro de las exigencias de los reguladores europeos hacían inevitable este proceso. La agencia de calificación considera que la entidad, intervenida y en horas vendida a Santander el pasado 7 de junio, ya apenas cumplía los requisitos mínimos de capital fully loaded (con todas las exigencias de Basilea III de 2018) que era del 7,33% a cierre del primer trimestre.

“La Junta de resolución europea ya trabajaba el sábado anterior a la intervención en un escenario de resolución del Popular”, insistió Ipaguirre.

Afirma que a Popular le hubiera sido muy complicado captar capital en el mercado a finales de año, con lo que en 2018 no hubiera cumplido con los niveles de solvencia exigidos, y hubiera tenido que ser intervenido de cualquier forma.

Jesús Martínez, director ejecutivo de la agencia de calificaciones, ha definido como “un éxito” la rapidez con la que se intervino y vendió Popular a Santander. Pese a ello, asegura que  “el proceso de adaptación a los nuevos mecanismos de resolución va a llevar bastantes años, pero ya hemos tenido un caso que ha sido un éxito en cuanto a la rapidez con la que se ha llevado a cabo”.

En cuanto al efecto negativo que puede suponer para el rating de Santander la posible avalancha de litigios que se avecinan, especialmente de clientes de Popular que acudieron a la última ampliación de capital por 2.500 millones de euros hace un año, S&P no quiso adelantar acontecimientos y se limitaron a afirmar que habrá que esperar.

S&P no ha cuantificado los posibles litigios ni el impacto de las posibles compensaciones que Santander ofrecerá a los clientes de Popular que eran a su vez accionistas. El rating del banco que preside Ana Botínse mantiene en A-, aunque rebajó su perspectiva de “positiva” a “estable”, en parte por la provisión de 7.900 millones anunciada por la entidad y por la ampliación de capital de otros 7.000 millones que prepara para dentro de menos de dos meses.

Elena Ipaguirre consideró positiva la compra de Popular por parte de Santander. “Fortalece su posición en mercado español, le da posición relevante en el mercado de pymes, que es el segmento en el que todos los bancos se están enfocando, ratifica su poder de fijación de precios y ofrece posibilidad de mejora de eficiencia importantes”, explicó.

Los directivos de S&P cree que el mapa bancario español aún no se ha terminado de configurar. Están convencidos de que se produciran nuevas fusiones, especialmente con entidades pequeñas o medianas, ya que tendrán más dificultades que las grandes para encontrar financiación en el mercado, además de ser más cara. Estas entidades así tendrán más complicado adecuarse a los nuevos mecanismos de resolución, que incluyen un colchón de capital para absorber pérdidas.

En cuanto a las fusiones transfronterizas, Martínez las ve muy lejanas.

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