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La calaca se va de parranda

México se ve de muerte

Los difuntos se lo pasan bien entre flores de colores

"Y los muertos aquí se lo pasan muy bien entre flores de colores...", comilonas y tragos de mezcal o tequila, porque en México el Día de Difuntos no tiene connotaciones negativas. Es una fiesta.

La muerte nos estremece y asusta, pero en México se celebra y todo el país se va de fiesta con la calaca –la muerte, representada en las icónicas calaveras–. No se conoce muy bien el origen de una de las tradiciones más representativas y arraigadas de la cultura mexicana, el Día de los Muertos, pero sí que el mismo guarda un profundo mestizaje con aportaciones tanto indígenas como españolas. Tampoco sabemos si el grupo Mecano se inspiró en estas fiestas de noviembre para componer la canción que abre este reportaje No es serio este cementerio. Durante la festividad, el ingenio popular se desborda para componer calaveritas –coplas populares breves, por lo general satíricas y burlonas–.

“El que quiera la función, mirar de las calaveras que se muera de verás y que se vaya al Panteón”, data una de ellas con dos siglos de antigüedad. Desde Chihuahua a Sonora, desde Zacatecas a San Luis de Potosí, Michoacán, Guanajuato u Oaxaca y hasta el Distrito Federal, en todo el país se celebran el 1 y 2 de noviembre, cada sitio tiene sus peculiaridades. Calles y plazas se llenan de color, de flores, de altares y calaveras con rima y sin ella.

De las burlonas calaveritas no se libran ni el presidente Enrique Peña Nieto ni la primera dama, conocida como La Gaviota, por su pasado como actriz de telenovela; tampoco personajes internacionales como el papa Francisco, Obama o Putin.

Pero sin duda, este año es el Chapo Guzmán, el narcotraficante que protagonizó una fuga de película, uno de los personajes más cantados. “Por medio de un tunelazo, se les ha fugado El Chapo... Se me hace que es puro sapo: el túnel fue... ¡un billetero! Va de fracaso en fracaso el Gobierno federal. Ya nos resulta trivial su guerra a la delincuencia y han de ir, con inclemencia, hasta el abismo infernal”, publicada estos días en un semanario local al repasar la actualidad del país.

El ceremonial se remonta a tiempos ancestrales y explica la especial relación que los mexicanos tienen con la muerte. El Día de los Muertos es una festividad alegre, Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Si viaja a México no se pierda.

XANTOLO 

Ubicado en la Huasteca Potosina, en la ruta llamada de los Tesoros coloniales, (Querétaro, Guanajuato, San Miguel de Allende, San Luis de Potosí y Zacatecas, entre otros lugares), Xantalo es uno de los lugares más atractivos para vivir las fiestas de difuntos. Los pueblos indígenas comparten con propios y visitantes la tradición de Xantolo, una derivación de la palabra Sanctorum.

Los rituales, ceremonias, velatorios, los rezos y las alabanzas, las danzas, la música, la gastronomía, las ofrendas, los altares, todo está enfocado a ensalzar el verdadero sentido de la existencia, celebrando y recibiendo a los muertos, invitándolos a participar y compartir la alegría de estar de nuevo juntos.

En la ruta del Xantolo se levantan arcos –altares– con comida, bebida, fruta, chichiliques –regalos–, veladoras (velas) , incensarios, flores y fotografías. Es habitual que los lugareños nos inviten a festejar con ellos. No se pierda los Voladores de Tamaletom en Tancanhuitz, y su Danza del Gavilán, un baile ritual dedicado al dios del maíz y también Patrimonio Cultural.

Tampoco deje de visitar la casa de Beto Ramón en Ahuacatitla, para conocer de primera mano rituales de purificación y sanación en un sitio dedicado a la salud, la herbolaria y la medicina tradicional.

PÁTZCUARO

El lago de Pátzcuaro y su isla Janitzio, a 60 km de Morelia (Michoacán), impresiona por la belleza de sus construcciones blancas con techos de teja roja. Aquí el Día de Muertos es alegre, pero la Noche de Muertos se torna lúgubre al sonar de las campanas y todos empiezan a aparecer, vestidos de negro, con ofrendas, dulces y panes que dejan sobre las tumbas y se sientan a rezar.

La leyenda cuenta que Mintzita, hija del rey Tzintzicha e Itzihuapa, hijo de Taré y príncipe heredero de Janitzio estaban prometidos, pero su amor se vio truncado por la llegada de los conquistadores españoles, que tomaron prisionero al padre de Mintzita.

Itzihuapa intentó extraer un tesoro enterrado en el fondo del lago para intercambiarlo por Tzintzicha, pero fue atrapado por las almas de los guardianes de tal fortuna, convirtiéndose él mismo en custodio. En la Noche de Muertos, todos los guardianes despiertan y suben la cuesta de la isla. Los príncipes Mintzita e Itzihuapa van al panteón para recibir las ofrendas de los vivos. Los extranjeros son bien recibidos en la ceremonia, un deber sagrado para los habitantes de la isla, pero le acogerán mejor si lleva alguna ofrenda de pan, flores o velas.

AGUASCALIENTES 

Allí se celebra del 30 de octubre al 8 de noviembre el Festival de las Calaveras. Esta festividad, un homenaje a José Guadalupe, creador de La Catrina –Calavera Garbancera–, una de las imágenes más icónicas del país. En su famosa caricatura, Posada retrató una calavera vestida con un sombrero francés de plumas, en alusión a los mexicanos que aspiraban a ser europeos, renegando así de sus orígenes.

Durante los días del festival se realizan múltiples actividades como conciertos musicales, entre los que destaca el de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes, teatro, exposiciones de arte, talleres y degustaciones culinarias. Y, por supuesto, el evento estrella: el desfile de disfraces de calaveras.

Campeche

En este estado fronterizo con Yucatán y Tabasco, las ofrendas que se hacen a los muertos son todos aquellos productos que les solía gustar. En el caso de los Chichan-pixán o almas de los niños, se colocan juguetes, silbatos de aves o animales hechos con pasta de barro o arcilla y pintados con colores por los niños de la casa; dulces de papaya o calabaza. Para las almas de los adultos se colocan tabacos, cigarrillos, refrescos, café, pozol (bebida a base de maíz), salsas, mezcal o tequila, así como sus fotografías.

TUXTEPEC 

Lo que más caracteriza a los altares de esta localidad del estado de Oaxaca son sus tapetes de aserrín. Desde días antes de las festividades se empiezan a confeccionar estos paños con motivos religiosos, florales y de variados colores para que queden listos las noches del 1 y 2 de noviembre. Poco a poco y con precisión milimétrica, las rosas, los santos y las grecas van tomando forma y color, y el naranja de las flores de cempasúchil es solo uno más de los miles de colores que se utilizan.

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