La amenaza de una nueva burbuja financiera
Varios bancos critican a Bankia por devolver el dinero de las cláusulas suelo a todos los clientes, pero prefieren hacerlo desde el anonimato
La banca vuelve a ser objeto de preocupación internacional. Cuando se había dado ya por finalizada la crisis financiera, y la capitalización del sector se había convertido en un hecho, salvo en excepciones como en Italia y Portugal, las medidas adoptadas por la Casa Blanca ponen nuevamente sobre el tapete la sombra de una futura burbuja financiera.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó el viernes dos decretos que revisan la ley Dodd-Frank, que promueve la estabilidad financiera en Estados Unidos a través de medidas que proporcionen transparencia y estabilidad en el sistema financiero. Esta ley fue aprobada por el anterior presidente Barack Obama, tras la crisis financiera de 2008 para regular y sanear el sector.
La incertidumbre se ha vuelto a instalar en el corazón de las entidades financieras
La banca europea, y en particular la española, teme que estas ya evidentes medidas de relajación de los controles de las entidades financieras estadounidenses deriven en una nueva burbuja del crédito en este país y que pueda también explotar en Europa como ya sucedió en hace nueve años.
En las últimas semanas la posible desregularización de los bancos estadounidenses han protagonizado los debates en varios foros tanto nacionales como internacionales del sector. Y pese a que el mensaje público es de intentar infundir tranquilidad, lo cierto es que la incertidumbre se ha vuelto a instalar en el corazón de las entidades financieras en un momento, además, en el que el sector se encuentra en plena transformación, su rentabilidad no remonta y su negocio se escapa hacia otros nuevos actores que han comenzado a aprovechar las ventanas que ha dejado abiertas la banca, caso de las fintech.
Pero el estallido de una nueva burbuja no es la única ni principal preocupación. Las diferencias regulatorias que se pueden instalar entre la banca europea y la estadounidense es la verdadera preocupación del sector y de las autoridades europeas. Consideran que una relajación de las normas de capital en EE UU pueden llevar a las entidades financieras del Viejo Continente a competir en desigualdad de condiciones. El Comité de Basilea ha decidido suspender a principios de enero las reuniones para rematar los trabajos relacionados con Basilea III –un conjunto de propuestas de reforma de la regulación bancaria internacional, publicadas a partir del 16 de diciembre de 2010 y cuyo objetivo es reforzar el capital de la banca para protegerla ante una nueva crisis financiera y económica–.
Este retraso ya tenía la posible liberalización de la banca estadounidense como telón de fondo, pero la decisión adoptada el viernes por Trump confirman lo que eran los peores augurios de la banca y de las autoridades europeas, una ruptura de las reglas de juego en la regulación internacional del sistema financiero. Se ha quebrado el gran puente que pretendía unir las normas de la banca en el mundo tras la gran crisis de 2008, Basilea III, o mejor dicho, la última fase de esta regulación conocida en el sector por Basilea IV, aunque solo fuera un adelanto de esta. Su objetivo era blindar la capitalización de la banca ante nuevos ataques externos para lo que se iba a endurecer el control de la evaluación de riesgos del sector bancario.
Se ha quebrado el gran puente que pretendía unir las normas de la banca en el mundo tras la crisis de 2008
No era la primera vez que se retrasaba el cierre de Basilea III, previsto inicialmente para diciembre, y más tarde para enero, ante las trabas puestas por Francia y Alemania, que querían una regulación bancaria ligeramente más laxa en cuanto a exigencias de capital.
Pero las autoridades internacionales estaban convencidas de que los obstáculos impuestos por los dos países europeos eran totalmente salvables. Era un tira y afloja en las negociaciones que terminarían en acuerdo. Ahora no ocurre lo mismo.
La banca europea, y sobre todo la española partidaria de cerrar Basilea III para reforzar los controles del sector, y los gobiernos están convencidos de que finalmente se llegará a un acuerdo con Estados Unidos que permita completar la regulación bancaria. Esperan una respuesta de la Reserva Federal a los objetivos de Trump, ya que a la Casa Blanca también le conviene llegar a un acuerdo en Basilea III. Pero es posible que el ruido generado pueda retrasar el proceso más de lo esperado.
De no ser así, Europa no tendría más remedio que revisar su estrategia, ya que sería injusto que la banca estadounidense aplicase unas reglas más laxas que la europea por hacer las mismas operaciones y para controlar sus riesgos.
El trastorno para la banca española también es elevado ya que se podrían irse al traste los modelos internos de control que riesgos que gran parte del sector ha conseguido implantar tras su aprobación por el BCE.
Y hablando de crisis financieras. Los grandes protagonistas en las presentaciones de resultados de la banca española correspondientes a 2016 han sido de las dos últimas semanas han sido las cláusulas suelo y la futura ley hipotecaria. Y varios mensajes comunes de casi todos los bancos: La actual ley hipotecaria ha permitido que el 80% de la población española tenga una vivienda, que las hipotecas en España son de las más baratas de Europa, que no todas las cláusulas suelo son abusivas o poco transparentes, y el ruego al Gobierno de que la nueva normativa no provoque más inseguridad jurídica.
Las reclamaciones pueden considerarse lógicas de todo el sector. Pero lo que parece que ha vuelto a abrir viejas heridas entre las entidades es el proceso de devolución de las cláusulas suelo y la vuelta a ensombrecer la imagen del sector.
Las instituciones asociadas a la AEB han vuelto a recurrir al mensaje de que ni la crisis financiera, ni las ayudas al sector han tenido como protagonista a un solo banco. “Sus causantes fueron las cajas de ahorros”, han replicado.
La iniciativa de Bankia de devolver su dinero a todos los clientes con cláusulas suelo de forma inmediata también ha levantado ampollas en el sector. Solo el presidente de BBVA, Francisco González, ha criticado este proceso públicamente bajo el argumento de que Bankia recibió ayudas por 22.424 millones de euros. Otros también lo censuran, pero lo hacen bajo el paraguas del anonimato.