Segovia, tras la huella del tiempo
En la confluencia de dos ríos, la ciudad del acueducto emerge como una de las más bella estampas de la Vieja Castilla
Desde el mirador de la Pradera, la imponente silueta del Alcázar, uno de los iconos de Segovia, inspiración, dicen, de uno de los castillos más famosos de la factoría Disney, el de Blancanieves, y desde cuya torre Alfonso X el Sabio estudiaba el firmamento, es solo un avance de la monumentalidad que guarda esta ciudad, Patrimonio de la Humanidad desde 1985. Construido inicialmente como fortaleza, fue convertido en Alcázar (residencia real) en el siglo XIII. Después ha sido prisión estatal, centro de artillería, academia militar… Hoy está ocupado por un museo.
El casco histórico de Segovia se eleva sobre un promontorio rocoso flanqueado por los ríos Eresma y Clamores, una ubicación estratégica de la que los romanos ya se percataron cuando construyeron el acueducto, allá en el siglo II. Esta magnífica obra de ingeniería se alza en la plaza del Azoguejo, el kilómetro cero turístico, mercado en otros tiempos y hoy repleta de bares y mesones.
Más allá del acueducto y el cochinillo, Segovia se afana por mostrar sus encantos
Es el lugar para iniciar un recorrido por esta urbe castellano-leonesa, amable y de antigua historia. La Granja de San Ildefonso, a 10 kilómetros, corona una visita que entraña mucho más que el acueducto y el famoso cochinillo.
Tras admirar la grandiosa obra romana, que abasteció de agua a la ciudad durante siglos y que ha estado operativa hasta mediados del siglo XX, nos adentramos en el núcleo antiguo, impregnado de aires medievales: casas nobles, palacios, iglesias románicas y una catedral, conocida como la Dama de las Catedrales por la armonía de su construcción.
Con tramos de distintas denominaciones, la calle Real, que atraviesa la urbe desde el acueducto hasta el Alcázar, es la arteria principal de la Segovia histórica. Enseguida aparece la Casa de los Picos, del XV, así conocida por los más de 615 picos que decoran su fachada. Este edificio, con un espléndido patio renacentista, está ocupado hoy por la Escuela de Arte Superior de Diseño.
En su deambular por esta parte de la ciudad, el viajero descubrirá un modo peculiar de revestir las fachadas, zaguanes y patios, que parecen estar cubiertos por encajes o bordados. Es el esgrafiado, una técnica típica de Segovia, aunque también se encuentra en otras localidades, que consiste en dibujos geométricos, algunos de aspecto arabesco, en este caso herencia de los mudéjares, los musulmanes que llegaron aquí durante la Reconquista y se asentaron en esta capital.
Muy cerca se encuentra la plaza de Medina del Campo, donde sobresale la iglesia de San Martín, del siglo XII, escoltada por una escalinata, el torreón de Lozoya y la estatua de Juan Bravo. Esta zona se denomina popularmente como La plaza de las Sirenas, debido a las dos esculturas de mármol del artista Francisco Bellver, colocadas al pie de las escalinatas de acceso a la plaza.
Lo curioso es que estas esculturas no son sirenas, sino esfinges, ese ser mitológico con cabeza de mujer y cuerpo de león. Es un rincón con mucho encanto, muy utilizado por los propios segovianos y los visitantes como lugar de encuentro.
A un paso de aquí, una parada para hacer una visita imprescindible. El palacio de Enrique IV Trastamara, cuya construcción se remonta a 1455, acoge el Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente, que alberga una colección extraordinaria de este pintor, nacido en Turégano, formado en Madrid, exiliado al estallar la Guerra Civil y el único español que formó parte de la primera generación de la Escuela de Nueva York del expresionismo abstracto americano.
Hasta el 22 de enero puede visitar la exposición Retratos, de la Fundación Mapfre
La colección está compuesta por más de 150 obras que el artista y su mujer donaron al museo. Además, hasta el 22 de enero, se puede visitar la exposición Retratos, de la Fundación Mapfre.
La animada calle Real conduce a la plaza Mayor, donde se encuentran el Ayuntamiento, el Teatro Juan Bravo, la iglesia de San Miguel, donde Isabel la Católica fue coronada reina de Castilla en 1474, y, sobre todo, la catedral, erigida en 1525 sobre los restos de un templo románico destruido durante las guerras de los comuneros.
Es la última catedral gótica construida en España y acoge auténticas joyas: desde el claustro de origen románico o el altar neoclásico de Sabatini hasta el Cristo Yacente de Gregorio Fernández y los tapices flamencos del siglo XVII expuestos en el museo catedralicio, donde también se muestra el Sinodal de Aguilafuente, de 1472, uno de los primeros libros impresos en España.
En la calle Desamparados, hay que hacer otra parada en la casa-museo de Antonio Machado, que ocupa la austera pensión donde vivió el poeta sevillano, entre 1919 y 1932, cuando ejercía como catedrático de francés en un instituto de la ciudad.
La comunidad judía de Segovia fue en su momento uno de los colectivos más ricos de Castilla, comparable a las de Córdoba o Toledo. Las primeras referencias de su presencia aquí se remontan al siglo XIII. El barrio judío llegó a tener hasta cinco sinagogas, varias escuelas, un mikvé (donde se hacían los baños de purificación), e incluso matadero propio.
La judería está al sur del recinto amurallado y conserva prácticamente intacto su entramado. También se conservan la sinagoga Mayor, actual iglesia del Corpus Cristi; la Casa del Sol, antigua carnicería, y la Puerta de San Andrés o Arco del Socorro.
Una forma original de contemplarla es recorrer el paseo que corona las murallas. Junto a la puerta de San Andrés está el Espacio de la Muralla, un punto de información donde se explica la historia de Segovia.
El broche de una escapada a estas tierras es acercarse al Real Sitio de La Granja de San Ildefonso. Está a solo 10 kilómetros de Segovia, al pie de la sierra de Guadarrama, en un paraje natural único. Felipe V se retiró a este lugar en 1724 y quiso crear una residencia de corte versallesco, para pasar los veranos al fresco;fue utilizada por todos sus sucesores, hasta Alfonso XIII.
El resultado es una peculiar mezcla de barroco español y estilo francés, con pinceladas italianas. Jardines, poblados de castaños, tilos, hayas y secuoyas; estatuas, 26 fuentes monumentales, que funcionan en primavera y verano, la Real Fábrica de Cristales... Una excursión que enamorará al visitante.
Guía para el viajero
Cómo ir. Por carretera, Segovia está a 96 kilómetros de Madrid, a una hora y cuarto por la N-VI Madrid-A Coruña (San Rafael). En tren, el AVE Madrid-Segovia emplea menos de media hora en llegar. Muy cómodo. Parte del recorrido se atraviesa en túnel. Un autobús gratuito acerca a los pasajeros al centro de la ciudad.
Comer. Es inevitable no recalar en alguno de los restaurantes y mesones tradicionales segovianos para pedir su plato estrella: el cochinillo asado. La opción más turística y tradicional es Cándido, aunque también es recomendable Casa Duque. Una opción muy diferente es el restaurante Villena, un estrella Michelin del chef Rubén Arnanz. La plaza Mayor, liberada de tráfico, es un lugar perfecto para sentarse a tomar el aperitivo en alguna de sus terrazas con preciosas vistas a la catedral.
Alojamiento. Segovia tiene una amplia oferta hotelera. El parador, un edificio moderno con una maravillosa vista de la ciudad, incluyendo el Alcázar, es una buena opción.