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Tribuna
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Prueba superada de la Reserva Federal

Las preguntas se dirigen a saber si el mercado de deuda mundial se ha dado una vuelta definitiva

Un año ha tardado en llegar la subida de tipos prometida el diciembre pasado para la primera mitad de 2016. Este segundo pequeño paso, reclamado por no pocos inversores desde hace tiempo, se ha hecho esperar por esos momentos en que uno no sabía si la Reserva Federal respondía en exclusiva a lo que sucedía dentro de Estados Unidos, o ejercía como banco central de todo el globo. Quién sabe si es que igual resulta que ahora el Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) se ha contagiado de esa corriente de supuesto unilateralismo que desembarca en la Casa Blanca.

Por el momento, prueba superada de un movimiento que parecía no llegar, y que encima lo ha hecho por sorprendente unanimidad. Pero ahora toca mirar al futuro, que es ahí donde de verdad se juegan los partidos.

Decía el comunicado de la Reserva Federal que para 2017 subirán otras tres marchas el proceso de normalización de la política monetaria menos normal que se recuerda, claro que también 12 meses atrás nos prometieron cuatro. Y es en ese lenguaje de ida y vuelta en el que los banqueros centrales se mueven a la perfección: el del “dije, digo, Diego”. Porque el mensaje sigue siendo el de la gradualidad acomodaticia en función de cómo evolucionen los acontecimientos. Lo que simplificando al máximo viene a querer decir que nada cambia en la forma de actuar.

La excusa con la que argumentar el precio del dinero en el 0,5%-0,75% es doble, así como ciertamente fundamentada: paro a la baja e inflación (futura) al alza:

"La Fed dijo que subirá otras tres marchas en 2017 la normalización de la política monetaria"

-Estados Unidos lleva mucho tiempo disfrutando del pleno empleo técnico, es decir, con la tasa de paro en el 5%, décima arriba, décima abajo. Este es un dato no sujeto a debate, pero si algo tiene la economía es la capacidad de ser leída desde varios puntos de vista. Y uno de ellos es lo que se conoce como la tasa de participación laboral. Esta, que mide la fuerza laboral contra la población en edad de trabajar, ha sufrido un descenso continuado desde los primeros instantes de la crisis iniciada en 2007 hasta encontrarse a día de hoy en niveles de finales de la década de los setenta. O lo que es lo mismo, menos mano de obra disponible por falta de ganas, interés, fe en el sistema económico, envejecimiento... Esto siempre facilita el trabajo y da color a unas cifras que presentan un éxito menos brillante de lo que parecía ser.

-Por lo que a las presiones inflacionistas toca, el origen es múltiple, yendo de la propia actividad económica y los salarios, a lo que ya se ha bautizado como Trumpnomics, pasando por el efecto base del precio del petróleo. El mayor exponente de la inflación son los salarios, allí, aquí y en cualquier Estado desarrollado. Y precisamente porque se da una situación de pleno empleo técnico, con el consiguiente desajuste de oferta y demanda de trabajadores, los sueldos tienden a crecer a pesar de que los más escépticos hagan mención a la poca calidad de los puestos que se han venido creando. Luego ha llegado lo que se conoce como un game changer, la victoria de Donald Trump y el terremoto fiscal que sus promesas en este sentido podrían producir. Pensar en proteccionismo en la patria del liberalismo económico es difícil per se, pero más aún si contamos con que los que acabarían pagando el pato son posiblemente los propios consumidores estadounidenses, obligados a asumir el coste de más productos fabricados en territorio federal, sí, pero con un coste superior. A ello se le debe unir el famoso paquete de gasto (inversión si tiene sentido de la rentabilidad) en infraestructura, que sumaría al PIB y daría más empleo en un país necesitado de más manos.

Nadie se imaginaba que la Reserva Federal hubiera vuelto a posponer la subida de los tipos, posiblemente porque ese nadie tampoco quería ver cuáles habrían sido las consecuencias sobre el mercado. Pero pasado el trance, las preguntas se dirigen ahora hacia cuándo dejarán las Bolsas norteamericanas de derribar máximo tras máximo, hacia cuál es el límite del dólar contra todos, y, por último, hacia saber si el mercado de deuda mundial se ha dado una vuelta definitiva.

Amílcar Barrios es analista de Tressis.

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