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Sector financiero

Guindos acusa a Bruselas de sembrar dudas sobre la banca

España pide “transparencia” en la aplicación de Basilea III

Por tercera vez en solo tres meses, la Unión Europea expresará hoy su descontento y preocupación por las nuevas normas del Comité de Basilea (dependiente del Banco de Pagos Internacionales), que se esperan concluir en diciembre de este año. 

El Ecofin, reunido en Luxemburgo, tiene previsto reclamar una vez más una adaptación de las normas para no aplicar a todos los bancos un mismo cálculo de nivel de riesgo.

El ministro español de Economía en funciones, Luis de Guindos, alertó ayer sobre el riesgo de que la insistencia de la UE en cuestionar Basilea III sea interpretada por los inversores como un intento de camuflar una mala situación del sector.

“Europa no puede adoptar una actitud defensiva”, pidió Guindos a su llegada a Luxemburgo. Y advirtió que esa actitud “está generando la impresión de que la banca europea está peor que la estadounidense”.

Las duras palabras de Guindos sorprendieron a buena parte del sector financiero, que tanto en España como en otros países ha expresado sus críticas a la nueva normativa de Basilea III. Fuentes del sector achacaron el enfado de Guindos a la benevolencia del BCE y la Comisión Europea con los problemas detectados en bancos alemanes (Deutsche Bank) o italianos(Monte dei Paschi). Una tolerancia que puede extender a otros países unos problemas que ahora afectan a un número limitado de entidades. “Mi recomendación es que haya transparencia”, señaló Guindos, y puso como ejemplo el ejercicio de luz y taquígrafos que llevó a cabo la banca española en 2012. “Si damos la impresión de que hay cosas que ocultar”, añadió el ministro español, “lo que estamos creando es una percepción de la realidad que es peor de la realidad”.

Y Dijsselbloem critica las cuentas de España

El ministro español de Economía en funciones, Luis de Guindos, llegó ayer a Luxemburgo pidiendo transparencia sobre la situación de los bancos europeos pero terminó recibiendo un inesperado rapapolvo del presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem.Dijsselbloem arremetió ayer de manera inopinada contra el Gobierno español, al que acusó de haber errado año tras año en sus previsiones presupuestarias. “En los últimos años ha habido bastantes debates entre España y la Comisión Europea sobre la calidad de las cifras, y siempre ha resultado que la Comisión tenía razón”, señaló el presidente del Eurogrupo en alusión, sobre todo, al debate sobre el Presupuesto de 2016. La Comisión alertó antes de las elecciones generales de diciembre de 2015 que el Presupuesto presentado por el Gobierno de Mariano Rajoy era insuficiente para cumplir los objetivos de déficit previstos. Una previsión que se confirmó hasta el punto de que la UE ha tenido que conceder a España dos años más (hasta 2018) para situar el déficit por debajo del 3%, una meta que Rajoy se comprometió a cumplir este año. A pesar del incumplimiento, la CE y el Eurogrupo cancelaron el pasado mes de agosto la sanción millonaria contra España, una decisión que molestó, entre otros, a Jeroen Dijsselbloem.El presidente del Eurogrupo y ministro holandés de Finanzas confiaba ahora en la segunda parte del castigo, consistente en paralizar parcialmente unos 1.000 millones de euros de los fondos estructurales asignados a España a partir del 1 de enero de 2017.Pero el Parlamento Europea mantiene bloqueado también ese castigo, una decisión criticada ayer por Dijsselbloem, que ve en peligro “la credibilidad del Pacto de Estabilidad”.

Más capital

A pesar de la queja española, la Comisión Europea defenderá hoy ante el Ecofin la necesidad de rechazar las últimas propuestas de Basilea “porque llevarían a un incremento sustancial de los requisitos de capital del sector bancario europeo”.

Bruselas teme que el impacto desproporcionado de la nueva normativa en la banca europea obligue a un nuevo proceso de desapalancamiento en detrimento del crecimiento económico y de la financiación de la economía real.

El Ecofin ya emitió en julio unas conclusiones (pactadas con apoyo de España) en las que pedía al Comité de Basilea que “evalúe cuidadosamente la concepción y calibración” de sus reformas.

En septiembre, Bruselas endureció aún más el tono, con un discurso del vicepresidente de la CE, Valdis Dombrovskis, en el que rechazó expresamente las propuestas de suprimir el análisis interno de riesgos (que utilizan los bancos europeos pero no los estadounidenses) para imponer un sistema estandarizado de aplicación global.

“Igualar la ponderación de riesgo en todo el planeta no puede ser la solución”, señaló Dombrovskis. La UE reclama que los propios bancos puedan seguir calculando su riesgo porque algunos operan “en sectores o países con un riesgo más bajo que los bancos de otras zonas”.

Diga lo que diga Basilea, la CE parece dispuesta a mantener el cálculo interno de los riesgos en sus futuras directivas.

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