La deuda exterior, la gran debilidad de la economía española
El ‘think tank’ EuropeG asegura que el patrón de crecimiento es equivocado Reclama priorizar el esfuerzo exportador frente al incremento de la demanda interna
España cerrará este año con un crecimiento en torno al 3% y acumula ya doce trimestres con incrementos del PIB. El avance de la actividad duplica las tasas registradas en Europa. Si bien la recuperación es una realidad, los desequilibrios como el elevado déficit público o el alto nivel de desempleo son graves y sitúan a España en una posición de debilidad frente a nuevos shocks económicos. El think tank EuropeG alertó ayer de otro desequilibrio que, en su opinión, merecería mucha más atención de la clase política: la deuda exterior.
El grupo económico formado por los académicos Antonio Castells, Josep Oliver, Emilio Ontiveros, Martí Parellada y Gemma García hace hincapié en que, a pesar de los tres años que lleva España acumulando superávits corrientes, la deuda neta exterior se mantiene en niveles muy elevados y se reduce muy lentamente. Durante la presentación del último número del informe de EuropeG, Oliver lamentó que el actual crecimiento económico se sustenta sobre la demanda interna, lo que impide una corrección adecuada de los desequilibrios exteriores. “Modificar esta tendencia exige no solo mantener el esfuerzo exportador, sino incrementarlo, al tiempo que se comprime la intensidad importadora por unidad de demanda final”, señala el informe de EuropeG.
En definitiva, este grupo de economistas sostiene que España se está recuperando, pero con un patrón de crecimiento erróneo que ya ha demostrado en el pasado sus contraindicaciones. Aun así, como suelen puntualizar los ministros de Hacienda, Cristóbal Montoro, o de Economía, Luis de Guindos, un rasgo diferencial de la recuperación vigente es la acumulación de superávits por cuenta corriente. Nunca España había salido de una crisis con saldos positivos con el exterior. De hecho, el propio informe, recuerda que, si se cumplen las previsiones, España sumará, en 2017, cinco años con superávits por cuenta corriente, un hecho excepcional y positivo. Sin embargo, Oliver indica que parte de ese saldo positivo se debe a cuestiones coyunturales y alerta de la “contención en la mejora del superávit corriente a partir del momento en que la demanda interna toma el relevo como motor del crecimiento del PIB”.
EuropeG indica que España se ha visto beneficiada por factores externos que no deberían hacer olvidar las tareas todavía pendientes. La política expansiva del BCE, la depreciación del euro o el abaratamiento del precio del crudo son elementos que han apuntalado la recuperación económica y generado situaciones excepcionales como el hecho de que España, con un abultado déficit y deuda pública, pueda financiarse a tipos negativos. EuropeG señala que ello solo puede explicarse por la intervención del Banco Central Europeo (BCE) y por la percepción generalizada de que el organismo presidido por Mario Draghi mantendrá su política monetaria expansiva.
Uno de los desequilibrios que contribuyó a desencadenar la crisis y que España ha corregido de forma notable es la elevada deuda privada. Las empresas y las familias afrontaron la recesión con un enorme apalancamiento que provocó la destrucción masiva de empresas y de puestos de trabajo y redujo las posibilidades de sortear con éxito la crisis económica.
EuropeG celebra el proceso inédito de desendeudamiento que ha realizado el sector privado, sin embargo, alerta de que ello ha ido acompañado de un aumento exponencial del pasivo del sector público. Así, la deuda privada consolidada se redujo casi 50 puntos al pasar del 201% del PIB en 2010 al 153% en 2015. En cambio, el sector público presentaba un nivel de pasivo que no llegaba al 40%al inicio de la crisis y que hoy supera el umbral del 100% del PIB, el nivel más elevado en más de un siglo. El think tank señala que se ha producido un trasvase de endeudamiento del sector privado al público. Para EuropeG, el proceso de desapalancamiento de las empresas y las familias todavía tiene recorrido. Y, en el caso del sector público, las previsiones apuntan que se mantendrá durante años en niveles en torno al 100% del PIB.
Sin excesivas alegrías presupuestarias
A pesar de la imposibilidad de aprobar a tiempo un Presupuesto para el próximo año, el Gobierno en funciones trabaja con la idea de impulsar medidas que permitan revalorizar las pensiones y elevar el sueldo a los funcionarios. Josep Oliver, catedrático de Hacienda Pública de la Universidad de Barcelona, señaló que ambas medidas no deberían ser prioritarias. Defendió que las políticas públicas deberían preocuparse en mejorar la competitividad exterior de España y no en añadir presión a la demanda interna. En este sentido, lamentó el olvido por parte de los distintos Gobiernos del corredor mediterráneo. Por otra parte, señaló que la política expansiva del BCE ha permitido que los incumplimientos sistemáticos de los objetivos de déficit público no se hayan traducido en un incremento de los costes de financiación de la Administración, que actualmente accede a los mercados pagando intereses históricamente bajos. Sin embargo, Oliver recuerda que ello no será eterno. “Cuidado con mantener una política fiscal que no cumple los objetivos porque puede que se acaben las condiciones financieras actuales”, señaló.
España cerró el año pasado con un déficit público del 5,1% del PIB, una cifra que Hacienda se comprometió a rebajar hasta el 3,6% del PIB este año. Un ajuste considerable y que España no está en disposición de cumplir. Bruselas suavizó la senda de consolidación y fijó el objetivo de este año en el 4,6% y retrasó hasta 2018 la obligación de reducir los números rojos por debajo del 3% del PIB. Cumplir esa senda exigirá nuevas medidas de ajuste.