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Cuentas financieras

La deuda empresarial ya está por debajo de la media de la zona euro

Es la primera vez en once años que el pasivo corporativo español cae a niveles inferiores a la media europea Los expertos destacan que el desapalancamiento se produce al mismo tiempo que aumenta la inversión

La deuda de las empresas españolas cerró el año pasado en el 104,8% del PIB y, según datos publicados por el Banco Central Europeo (BCE), el pasivo se situó por debajo de la media de la zona euro por primera vez en once años. Las cifras reflejan la dura corrección que han llevado a cabo las sociedades españolas, que en menos de tres años han reducido su nivel de pasivo en casi 180.000 millones.

Como una terrible y larga resaca, las empresas y los hogares llevan años expiando los excesos del ciclo anterior. Los años de crecimiento económico, las elevadas expectativas en el futuro, la liquidez y los tipos bajos, la laxitud financiera y monetaria y un modelo fiscal que incentivaba el endeudamiento contribuyeron a un incremento acelerado de la deuda privada. Se alcanzaron niveles inéditos que dejaron en una situación de vulnerabilidad a las compañías y familias españolas cuando el sistema se derrumbó a partir de 2008.

El sector privado tuvo que iniciar un proceso de desapalancamiento doloroso que ha dejado a muchas empresas y empleos por el camino. Aun así, el proceso de convergencia con los países de la moneda única se ha acelerado en los últimos años y, según datos del BCE, la deuda de las empresas españolas se situó en el último trimestre de 2015 por debajo de la media de la zona euro, algo que no sucedía desde 2004. En concreto, el pasivo empresarial bajó al 104,8% del PIB frente el 106,4% de la eurozona.

El desendeudamiento privado se ha producido a la par que aumentaba la deuda pública hasta niveles nunca vistos en un siglo

¿Qué significan estos números? Indican que las empresas españolas han corregido sus balances, están mejor preparadas ante hipotéticos shocks económicos y pueden ser más competitivas. Rafael Doménech, economista jefe de Economías Desarrolladas en el BBVA Research y coautor junto a Javier Andrés de En busca de la prosperidad (Deusto), recuerda que el proceso de desapalancamiento tuvo una primera fase dura, caracterizada por la contracción y la caída de la actividad. Sin embargo, señala que la etapa actual de desendeudamiento privado puede considerarse “virtuosa” porque las empresas están reduciendo su deuda al mismo tiempo que aumentan la inversión. Es decir, crece la formación de capital, pero el ahorro es mayor y, por lo tanto, la deuda se reduce.

María Jesús Fernández, investigadora de Funcas, cree que este proceso todavía se puede mantener durante unos años, aunque a un ritmo menor. Acerca de si la fase de desapalancamiento ha llegado a su fin, Doménech señala que no hay un ratio óptimo, pero aventura que regresar a un nivel en torno al 75%-80% del PIB como en el año 2001 sería razonable.

Mientras las empresas y las familias han reducido su nivel de deuda, el sector público ha incrementado su nivel de pasivo hasta niveles nunca vistos en un siglo. En 2007, la deuda pública española se situaba en el 35,5% del PIBy actualmente ya supera el 100%. El hecho de que España afrontara la crisis con un bajo nivel de deuda pública es uno de los motivos que ha evitado que sufriera un rescate como Grecia, Irlanda o Portugal.

¿Ha llegado el momento en el que también el sector público inicie su proceso de desapalancamiento? El Programa de Estabilidad que el Gobierno ha remitido a Bruselas contempla una disminución lenta del nivel de deuda pública. Doménech señala que no cabe esperar una reducción del pasivo público en la misma magnitud que el registrado en el sector privado. De hecho, indica que es preciso buscar cierta armonía en el proceso de consolidación fiscal. “Que no sea tan rápido que afecte al crecimiento ni tan lento que dañe la credibilidad”.

La política expansiva del Banco Central Europeo está mitigando los efectos perniciosos que podría tener un nivel tan abultado de endeudamiento público para la financiación privada. Sin embargo, de la misma forma que en 2008 las familias y las empresas se encontraban en una posición de debilidad por su abultado nivel de pasivo cuando se inició la crisis, ahora es la Administración quien presenta una mayor vulnerabilidad ante posibles reveses económicos.

El power point de Montoro “del que no se habla”

En las conferencias de prensa y también en las conversaciones privadas en el ministerio, Cristóbal Montoro suele apoyar sus explicaciones en un power point que incluye datos sobre el crecimiento económico, el desempleo, la evolución de la recaudación, el efecto de la reforma fiscal o la evolución del déficit y la deuda pública. El ministro de Hacienda siempre lamenta la poca atención que los medios prestan a dos indicadores, de los “que no se habla”: la evolución de la deuda privada y la capacidad de financiación de la economía española frente al resto del mundo.

Montoro defiende que el proceso de desapalancamiento de la deuda empresarial –dato que pone en relación con el aumento de la capitalización bursátil a partir de 2012– se debe en buena medida a cambios tributarios aprobados al inicio de la anterior legislatura. Se refiere a la limitación de la deducibilidad en el impuesto sobre sociedades de los gastos financieros. Es cierto que, durante el anterior ciclo expansivo, el sistema fiscal incentivaba las inversiones con financiación ajena en lugar de fomentar el ahorro o el uso de recursos propios. Aun así, el proceso de desapalancamiento ha sido sobre todo impuesto por la situación económica. No había elección.

Por otra parte, Montoro destaca la importancia que España esté creciendo y creando empleo al tiempo que registra superávit por cuenta corriente. Doménech, del BBVA, no oculta que se trata de un dato positivo, sin embargo, alerta de que un exceso de capacidad de financiación no sería positivo en una economía como la española que precisa de inversiones de capital para mejorar sus procesos productivos y crear empleo de calidad. “España no puede convertirse en exportador de capital”, sostiene.

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