Soria verde, entre bosques y lagunas
La llamada Soria Verde, la cuna del Duero, acoge la mancha boscosa más extensa de la península Ibérica. Inimaginable.
El color con el que se suele identificar la naturaleza castellanoleonesa no es precisamente el verde. Sin embargo, la esquina noroeste de la provincia menos poblada de España esconde un mundo espléndido, casi intacto, de gran belleza paisajística.
Adentrarse en la llamada Soria Verde, en esa gran extensión vegetal donde el pino es el protagonista indiscutible, allí donde nace el Duero, es acercarse a la mancha boscosa de coníferas más extensa de la península Ibérica, a uno de sus grandes pulmones, a un paisaje que, sorprendentemente, recuerda a los bosques boreales de Siberia.
Ni te la imaginas es el eslogan empleado para la promoción turística de Soria. Bien cierto es. En la comarca de Pinares, al viajero le espera uno de los parajes más hermosos y sorprendentes de esta tierra que da cobijo al Parque Natural Laguna Negra y Circos Glaciares de Urbión, y a pueblos repletos de historia.
El paisaje de la comarca recuerda a los bosques boreales de Siberia
Es también la tierra de Alvargonzález, mítico personaje de este lugar que fue asesinado por dos de sus hijos que arrojaron su cuerpo a las aguas oscuras de la laguna, y cuya terrible leyenda de ambición y muerte narró Antonio Machado en 1912: “Llegaron los asesinos hasta la Laguna Negra, agua transparente y muda...”.
Situada al pie de los Picos de Urbión y de la Sierra de Cebollera, a una altitud de 1.107 metros, Vinuesa, conocida por su riqueza forestal, es un buen punto de partida para emprender este viaje. Esta villa, cercana al límite con La Rioja, ofrece un entorno privilegiado para disfrutar de la naturaleza en toda su grandeza; también tiene un interesante patrimonio histórico. Fue asentamiento celtíbero y posteriormente romano, periodo este último del que se conserva un puente y una calzada.
Dominada por la iglesia gótico renacentista de Nuestra Señora del Pino y levantada a la sombra de reyes y nobles que la eligieron como lugar de esparcimiento, Vinuesa fue zona de pasto para grandes rebaños de ovejas y también de caza para la realeza castellana: en la primera mitad del siglo XV, Juan I y Juan II de Castilla pasaban temporadas en la villa. Fue en aquella época cuando empezó a denominarse La Corte de los Pinares.
El principal atractivo de esta localidad es pasear por sus calles empedradas y descubrir sus palacios y casonas con fachadas blasonadas, cornisas y balcones de madera. La villa conserva uno de los mejores conjuntos urbanos de la comarca, una mezcla de humildes casas pinariegas y palacios y mansiones de los siglos XVI al XVIII.
Un recorrido por el centro nos descubre las residencias de los Vilueña o del arzobispo de Palermo, ambas del siglo XVII; la de los Ramos, caserón con una enorme balconada, ejemplo de la mejor arquitectura pinariega; la plazuela del Rollo o el lavadero, reflejo del esplendor que durante la Edad Media tuvo la ganadería lanar trashumante.
Además, los amantes del senderismo encontrarán en Vinuesa multitud de caminos para perderse por los paisajes de serranía característicos de este municipio. De aquí parte un camino de escasos cuatro kilómetros, atravesando pinares, un tramo de calzada romana y un robledal a orillas del Duero, que desemboca en Molinos del Duero; dicen que es uno de los pueblos más bonitos de la provincia.
Molinos fue un centro de primer orden especializado en la actividad de carretería, las caravanas compuestas por una treintena de carros que transportaban mercancías por toda España, entre otras, los pinos que se usarían en los mástiles de los barcos de la Armada. Para hacerse una idea de su importancia, en 1753 el pueblo tenía una cabaña de 2.617 bueyes que tiraban de 872 carretas. Palacios y caserones del XVI al XVIII delatan hoy este rico pasado arriero.
Pero, por encima de todo, Vinuesa es la puerta de entrada a la Laguna Negra, situada en un impresionante circo glaciar, en la sierra de los Picos de Urbión, donde se alcanza una altitud de 2.229 metros, la máxima altura del parque. Repleta de leyendas, esta oscura, fascinante y enigmática laguna glaciar y sus alrededores conforman uno de los parajes más bellos de Soria.
Los relatos populares en torno al misterio de sus aguas aseguran, por ejemplo, que es un ojo de mar con el que se comunica siguiendo sus flujos a través de recónditos y profundos abismos; que no tiene fondo o no se conoce su profundidad (al parecer supera los 12 metros); que una bella ondina o ninfa habita en su interior y atrapa a quien se acerque a sus orillas... Sin duda, un rincón rodeado de magia.
Encajada a unos 2.000 metros de altura, la laguna emerge entre enormes muros de granito, envuelta en un paisaje montañoso de bosques de robledales, pinos silvestres, hayedos, sabinares y con una rica diversidad de flora y fauna. La leyenda del parricidio descrita por Machado contrasta con la paz del lugar.
Con una extensión de más de 4.600 hectáreas, el entorno de la Laguna Negra es el resultado de la acción glaciar que a lo largo de millones de años ha esculpido un paisaje único, compuesto por varias lagunas, entre las que destacan, además de la Negra, otras dos, las llamadas Larga y Helada, que se encuentran casi juntas, a mayor altitud. La razón de sus oscuras aguas se debe al reflejo sobre la superficie de las enormes rocas y la masa forestal que las rodean.
En la laguna abundan la trucha y el barbo, y en las inmediaciones habitan corzos y jabalíes, ciervos y zorros, reptiles e incluso algún lobo. Y son las águilas y los buitres leonados quienes anidan en el acantilado rocoso.
Es posible acceder en coche hasta la Laguna Negra, salvo en los meses de verano o en días festivos, que se prohíbe el acceso de vehículos particulares. En estas fechas, los dos últimos kilómetros se hacen caminando, un paseo más que recomendable, o en un autobús que sube y baja a los visitantes, totalmente prescindible.
Para los más aventureros, el ascenso a la cuna del Duero, el pico de Urbión, se puede hacer desde la Laguna Negra. Es un itinerario de unos diez kilómetros en el que hay que salvar un desnivel de 600 metros, que no resulta difícil. El camino se adentra por praderas y pedregales hasta llegar al pico, de donde apenas brota un hilo de agua que, cuesta creer, más tarde formará el caudal del río Duero.
Guía para el viajero
Paisaje encantado. En el municipio de Duruelo de la Sierra, pueblo maderero a 18 kilómetros de Vinuesa, se encuentra un paraje evocador, Castroviejo, una singular ciudad encantada. Grandes rocas moldeadas por la naturaleza con formas caprichosas salpican un paisaje de bosques, un auténtico mar de pinos que se pierde en el horizonte.
Senderismo. La comarca de Pinares es excelente para la práctica del senderismo, ya que existen multitud de rutas bien diseñadas y totalmente señalizadas. Las sendas y caminos, muchos de los cuales pueden recorrerse también en bicicleta o a caballo, atraviesan parajes de bosque, además de grandes extensiones de prados y dehesas.
Micoturismo.Soria es un paraíso para los aficionados a las setas, que crecen cada año en sus pinares, encinares, sabinares y hayedos. Su oferta micológica es única en Europa. El otoño es el momento de degustarlas y recogerlas, una saludable y apasionante actividad de ocio. Además, en estos bosques se encuentra un tesoro con un enorme valor gastronómico: la trufa.
Tren literario. El tren llamado Campos de Castilla parte de Madrid hacia Soria para conocer los paisajes que en su día recorrió el poeta Antonio Machado y plasmó en sus poemas. Este viaje literario se puede hacer cualquier fin de semana desde mayo hasta mediados de noviembre. La propuesta incluye una noche de alojamiento en Soria y diversas actividades durante el sábado y domingo.