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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El PIB en modo de piloto automático

Banco de España.
Banco de España.Pablo Monge

La economía española está demostrando dinamismo en medio de la atonía generalizada del resto de la UE. Mientras nuestros principales socios presentan crecimientos a la baja, los datos de Contabilidad Nacional publicados ayer mejoran en una décima la estimaciones oficiales efectuadas en julio, con un crecimiento del PIB del 0,8% entre abril y junio, encadenando así el cuarto trimestre a la misma velocidad de crucero. Es como si la economía española estuviese navegando en modo de piloto automático. Y esta es una evolución doblemente llamativa porque transcurre paralela a una parálisis política que no para de sumar meses. Desde este punto de vista, pareciera que el estancamiento político no pasa factura.

En tasa interanual el PIB ha suavizado su avance hasta el 3,2%, frente al 3,4% del primer trimestre, pero mantiene un impulso que se basa fundamentalmente en el consumo, las exportaciones y la inversión. El consumo de las familias sigue siendo el principal generador de crecimiento. Aunque se ha reducido levemente, del 1% del primer trimestre al 0,7%, suma nueve trimestres seguidos al alza y se mantiene en una cota elevada. Pero conviene atender a la opinión de algunos expertos que ven en esa tendencia a la desaceleración en la demanda interna indicios de ralentización. En el ámbito del consumo público, este se desploma un 1,6%, lo que da a entender que los recortes de gasto exigidos por Bruselas se están materializando.

La pujanza de las exportaciones sigue siendo la principal arma del PIB, como ocurrió en toda la crisis. Y esa es la razón, junto a la fuerte inversión, por la que mantiene ese crecimiento. Las ventas al exterior crecen a un consistente ritmo del 6,8%, muy superior al registrado entre enero y marzo y el mejor dato desde 2014, lo que demuestra una vez más la fortaleza internacional de la economía española. Por su parte, la moderación de las importaciones, aunque crecen un 6,6%, ofrece un saludable saldo positivo.

Pero la mejor noticia proviene de la inversión. Esta avanza con pujanza, impulsada fundamentalmente por los bienes de equipo, un dato más positivo por cuanto que es el indicador adelantado más fiable y porque despeja dudas sobre la apuesta de las empresas de cara al futuro.

El ritmo de generación de empleo se ha ralentizado ligeramente, al 2,9% en términos anuales. Es cierto que ello se compensa con un incremento de la productividad, y que lo hace por primera vez desde el inicio de la crisis sin que la razón esté en el recorte de las plantillas. Pero es otro indicio a tener en cuenta en este escenario de datos positivos que, conviene no olvidarlo, se da en un entorno de tipos en mínimos, inflación negativa y petróleo barato. Lo suficiente como para platearse cómo crecería el PIBsi la parálisis política no estuviese reteniendo un buen número de decisiones de inversión.

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