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El personaje de la serie

‘The Walking Dead’, el liderazgo en medio del apocalipsis

Lo que hace que un grupo sobreviva en las peores condiciones es la variedad de liderazgos

¿Qué mejor test de liderazgo que una situación como la recogida en la serie televisiva The Walking Dead? Desde luego, es difícil plantear algo más apocalíptico. No solo toda la civilización, tal y como la conocemos, se ha colapsado: no hay electricidad, ni agua potable y tampoco agricultura o cualquier otro medio de producción organizado, devolviéndonos a una sociedad de cazadores-recolectores. Además, estamos constantemente amenazados por hordas de “caminantes" que pretenden devorarnos. Solamente podemos eliminarlos destrozándoles el cerebro. Por lo menos, resulta retador.

En esta situación, la clave de la supervivencia de los grupos de humanos vivos es saber organizarse, y es entonces donde surgen los distintos tipos de liderazgo. Siendo una serie estadounidense, se podría esperar que el estilo de liderazgo reflejado fuera el del héroe mítico que tanta tradición tiene en EE UU: el cowboy, el superhéroe, el empresario, solos contra todos, salvando con sus únicos recursos las dificultades. Sin embargo, la serie apuesta por un liderazgo coral, en el que el grupo de supervivientes de las primeras dos temporadas sobrevive gracias a los equilibrios entre los distintos tipos de referentes que se dan en el mismo. En base a ello, se pueden distinguir tres estilos diferentes.

El primero, el liderazgo basado en valores: hacer lo que está bien, por encima de las propias emociones. Este estilo es el que encarnaría Rick Grimes, protagonista y lo más parecido al “héroe” de la serie. Esta avanza a través de su historia, su despertar, la búsqueda de su familia, su obsesión por encontrar un sitio seguro. Y aun así, su rol de líder se ve compensado por los demás, ya que no desea imponerse a toda costa, sino que se deja influenciar por los otros líderes de su entorno. Un ejemplo de su estilo sería la decisión de volver a Atlanta a buscar al personaje de Merle, al que habían dejado maniatado en la azotea de un edificio, algo potencialmente mortal para él, pero que debe hacer siguiendo sus valores.

El personaje de la serie

Sección elaborada por profesores de Esade que analiza a los protagonistas de series de televisión bajo la óptica de las lecciones que pueden extraerse para el ‘management’.

El segundo tipo es el liderazgo basado en las emociones: un líder inestable pero decisivo. Frente a los valores de Rick, Shane Walsh, su mejor amigo, representa las emociones. Mientras Rick se guía por sus valores, Shane se guía por sus tripas, lo que le hace inestable y problemático, pero también muy auténtico. Esto le otorga la capacidad de conectar visceralmente con los otros miembros del grupo. También le hace decisivo, al ser capaz de tomar decisiones de manera rápida y efectiva. La forma de actuar de Shane se ejemplifica cuando desarma a Jim, que se había trastornado, calmando así al grupo, asustado por su comportamiento.

El tercer estilo es el liderazgo basado en el grupo: un líder que actúa pensando en lo que es bueno para todos. El contrapunto a los dos arquetipos de roles clásicos, el de valores y el de emociones –en clave griega, Héctor y Aquiles–, es el de Dale Horvath, el simpático anciano propietario de la autocaravana alrededor de la cual se concentra el grupo. No se siente obligado a tomar él las decisiones, pero siempre está dispuesto a dar su opinión, en función de las necesidades del grupo, que tan bien siente y percibe. De manera simbólica, su posición de vigía en lo alto de su vehículo, le confiere esa autoridad frente a los otros líderes. Siguiendo con la analogía entre The Walking Dead y La Ilíada, el rol de Dale sería el de Ulises, en contrapunto a Aquiles (Shane) y Héctor (Rick).

El último líder del grupo, que acaba de equilibrar los de los otros, es Lori Grimes, la esposa de Rick, amante eventual de Shane y madre de Carl. Su estilo tiene las cualidades de lo que se suele definir como liderazgo femenino, en el sentido de que está basado en las conversaciones uno a uno, cara a cara, en las emociones, pero de una manera controlada, no como en el caso de Shane, y en el ejemplo antes que las órdenes y las palabras. En la analogía anterior con La Ilíada, Lori sería Casandra, la esposa de Héctor, que representa en el mundo griego el amor de la madre y la esposa, a pesar de no estar tan presente en los debates y las discusiones del grupo como los otros tres líderes, Lori es capaz de influir, que es lo que hace un líder, por sus conversaciones con los otros miembros del grupo y con el ejemplo que marca ante los demás.

En las escuelas de negocios nos preguntamos a menudo: ¿cuál es el mejor estilo de liderazgo?, ¿cómo puede un directivo ser mejor líder? Lo que The Walking Dead nos enseña es que, tal vez, lo que posibilita que un grupo sobreviva, en las condiciones más apocalípticas imaginables, es el contrapunto entre distintos estilos, la flexibilidad y la resistencia que aporta el diálogo entre distintos líderes, con distintas visiones de los problemas.

Jaime Castelló es profesor de Dirección de Marketing de Esade Business & Law School.

‘The Walking Dead’

Finalizada su sexta temporada y con una precuela que lleva otras dos, The Walking Dead se ha consolidado como uno de los títulos más importantes de la televisión internacional de los últimos tiempos. Concebida desde el principio como la gran apuesta sci-fi del canal de cable norteamericano AMC –se estrenó en 120 países simultáneamente en colaboración con la cadena Fox–, narra la supervivencia al apocalipsis zombi de un grupo de hombres y mujeres en Georgia, Estados Unidos. Una odisea en la que su creador, Frank Darabont, no solo se centra en la huida o la batalla contra la plaga, sino que también se detiene en el aspecto moral y ético de lo que hacen sus protagonistas para subsistir, y que no hubieran llevado a cabo en su vida anterior.

La historia, que bebe del cómic homónimo de Robert Kirkman, arranca cuando el personaje de Rick Grimes (Andrew Lincoln) despierta de un coma y se encuentra con la invasión de los caminantes –así es como se denomina a los muertos vivientes en la serie–, que ha sumido el mundo que hasta entonces conocía en un auténtico caos. Grimes intenta regresar a su casa para rescatar a su familia y, en vez de a esta, encuentra a varios supervivientes a los que se une en la búsqueda de los suyos y, sobre todo, la lucha. A partir de aquí, la aventura y el terror se dan la mano con el desarrollo de personajes y las dinámicas que surgen entre estos en momentos límite.

La evolución de The Walking Dead, que hasta el momento lleva 83 episodios, se ha ido acompañando del incremento de audiencia año tras año, aunque con diferentes cotas según la temporada –la primera constaba solo de seis episodios– y que, en ocasiones, ha hecho peligrar su continuidad. Aun así, los últimos capítulos emitidos en Estados Unidos han conseguido una media de 15 millones de espectadores.

La serie también ha sido reconocida con numerosos premios de ciencia ficción (Eddie, Golden Reel, Saturn) y generalistas en categorías técnicas (Emmy), incluyendo el Binge Watching –a la serie de la que apetece ver más capítulos seguidos– de los Critics’ Choice Television Awards. Pero si hay algo que caracteriza a este fenómeno televisivo es que supera los límites de la pequeña pantalla. Happenings simultáneos en distintas ciudades, figuras para coleccionistas y numerosas acciones transmedia a escala global son solo algunos de los alicientes que están al alcance de los fans, que pueden también disfrutar de sus personajes favoritos en las grandes citas de la ciencia ficción mundial, como la feria Comic Con de San Diego.

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