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El Foco
Tribuna
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Hillary, el legado de Obama

El único temor en las filas demócratas es la amenaza de Assange de filtrar informaciones en octubre

Getty Images

El avión en el que viajo está repleto de militares. Todos visten de civil, pero es fácil identificar quién es marine, ejército, armada y fuerza aérea. Al aterrizar, el capitán dirige unas palabras a los pasajeros: “Hemos notado que, entre nosotros, hay hombres y mujeres militares. Queremos agradecer sus sacrificios y los de sus familias para mantenernos seguros”. Un aplauso largo y fuerte responde al mensaje del capitán.

Hemos llegado a Honolulú, capital de Hawai, donde el presidente Obama pasa unos días de descanso. 17 días, más de lo habitual –y menos del mes que disfrutaba Bush hijo. Ha sido un año duro e intenso para el presidente: ante el bloqueo de los republicanos en el Congreso, este presidente, más que ningún otro desde Johnson, ha hecho uso de sus poderes ejecutivos para avanzar su agenda, como se dice aquí.

En mi primera trilogía de libros sobre Obama, ya hablé de la reforma financiera (Dodd-Frank Act) y la sanitaria (Affordable Care Act). En la siguiente trilogía expliqué su programa de energía limpias, eficiencia energética, legislación en derechos civiles, aumento del salario de los empleados federales, reforma parcial de la inmigración (reunificación familiar de los emigrantes que impidió la expulsión de cinco millones de latinos, separándoles de sus familias), la neutralidad en la red –que ha enfrentado a operadoras de telecomunicaciones con proveedores de contenidos, lo que explica, a modo de ejemplo, la compra de Yahoo por Verizon “y las compras que te contaré morena”– y el intensísimo uso de los drones y las fuerzas especiales en la lucha contra Al-Qaeda, los talibanes e ISIS.

En el frente económico, Obama no ha bajado la guardia para mantener el crecimiento económico (2,6% este año) y el empleo (de nuevo, media mensual de 220.000 nuevos empleos: 15 millones de americanos con nuevo trabajo desde junio de 2009, gracias al programa de estímulo de 800 billones de dólares de febrero de 2009. Como recordó este lunes Hillary, “gracias a ese programa, la industria del automóvil, que estaba quebrada, ha vivido este año su mejor ejercicio”. Lo dice en su primer mitin, acompañada por el vicepresidente Biden.

"70 líderes republicanos no apoyarán a su candidato. Tampoco los expresidentes y candidatos del partido"

Además, este año, es campaña electoral y el presidente está entregado a la causa de apoyar con todas sus fuerzas a Hillary Clinton frente a Donald Trump. Ayer, Hillary ganaba a Trump por 10 puntos porcentuales y, en Estados clave (Pensilvania, Ohio, Colorado, Florida), le sacaba entre 4, 6 y 16 puntos, dependiendo de la encuesta. Trump culpa a los medios de comunicación. De hecho, el lunes tuiteó: “Los medios son deshonestos. No transmiten la verdad de lo que digo. Si fueran honrados, ganaría a Hillary por 20 puntos”.

Pero la realidad es otra. 70 líderes del partido republicano han cambiado de filas y no apoyarán a Trump. Los últimos expresidentes republicanos y candidatos a presidente no apoyan a Trump. 50 expertos republicanos en seguridad nacional avisan que “Trump, como presidente, sería un desastre”.

Las declaraciones del magnate estadounidense siguen siendo un bombazo (informativo), pero aquí, en América, ya no le hacen gracia a casi nadie. Llevo recorridos 20 Estados y he hecho docenas de encuestas. El electorado blanco –inicialmente proclive a Trump–, incluso los que desprecian/odian a Hillary –he recogido 400 libros en contra de Hillary en Barns & Noble, seguramente haya muchos más– cada vez más, dice que no votará a Trump. Los jóvenes menores de 35 años (Obama ganó gracias a ellos) apoyan a Hillary (56%), frente a Trump (20%), según Gallup y Advice Strategic Consultants.

El escándalo de los emails de Clinton y sus actividades –más bien las de su marido o las de ambos cuando ella era secretaria de Estado– en la Clinton Foundation no están afectando electoralmente a Clinton. En EE UU (lo que dicen docenas de encuestas y lo que he visto en la calle), ya se ha acuñado una especie de refrán: “si gana Trump es porque Hillary ha perdido las elecciones”. ¿Obvio? No: Hillary debe ganar estas elecciones y ser presidenta. La primera mujer presidenta de Norteamérica. La sociodemografía del país, el apoyo de mujeres, clase media y trabajadora y las minorías raciales, más católicos y evangélicos le darían la victoria. El único temor en las filas de Clinton es la amenaza de Julian Assange (fundador de Wikileaks) de filtrar a los medios informaciones en octubre, que dejarían a Clinton fuera de la carrera electoral.

Mientras, siguen los mítines, las encuestas, vendrán los cuatro debates televisados y Obama seguirá gobernando hasta el último día. Evidentemente, aquí, en Hawai, el presidente sigue gobernando, aunque esté de vacaciones. De alguna manera, todo empezó aquí, en Hawai, desde varios puntos de vista. En el instituto, Barack se buscaba a sí mismo, tras una crisis de identidad (¿negro? ¿blanco? ¿mulato?) y búsqueda del cristianismo, como explica en su autobiografía Sueños de mi padre. En marzo de 2011, Trump puso en duda que el presidente fuera norteamericano y afirmó que había nacido en Kenia, no en Hawai. Lo recuerdo porque coincidí entonces con el presidente en Miami. El FBI demostró que Obama nació en Hawai, Trump hizo el ridículo y Obama mostró su partida de nacimiento.

"Las declaraciones de Trump siguen siendo un bombazo, pero en América no le hacen gracia a casi nadie”

Hillary heredará los retos de Obama: lucha contra el ISIS, consolidación de la recuperación (aquí nadie espera que los tipos suban, como muy pronto, hasta diciembre), la inmigración, etc. También el college (Wellesley) fue para Hillary una redefinición de sí misma: de republicana a demócrata; preocupación por los derechos civiles y la justicia social y, como Obama, afianzó su fe cristiana, de la que siempre habla como su firme apoyo ante las dificultades.

Hillary será la herencia de Obama. Pero su presidencia será distinta. Políticas parecidas en casi todos los ámbitos, excepto en la vuelta al proteccionismo económico, aquí de moda, pero con estilo distinto. La gente tiene miedo de que Trump use las armas nucleares. Los militares se cuadran ante Hillary, futura comandante en jefe.

Jorge Díaz Cardiel es socio de Advice Strategic Consultants. Autor de Obama y el liderazgo pragmáticoLa reinvención de Obama, La victoria de América.

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