¿Qué marcará el futuro de los mercados tras el 'brexit'?
El referéndum británico ha manchado la imagen de la Unión Europea e indudablemente dejará algunas cicatrices, a menos que los líderes políticos europeos puedan ofrecer una respuesta clara y unánime. Sin embargo, el amplio y rico acervo de la Unión Europea no debería subestimarse en absoluto.
El ajustado e inconcluyente resultado pone de relieve la relación paradójica de Reino Unido con la Unión Europea, que gravita entre la insularidad, el pragmatismo y el entrismo dentro de las tecnocráticas instituciones europeas. El referéndum tendrá repercusiones políticas, económicas y financieras.
La resaca política hará que alcen la voz los partidos populistas, que ahora soñarán con reeditar este mismo escenario, mientras que otros países reunidos bajo la Union Jack (Escocia e Irlanda del Norte) tal vez deseen unirse a la Unión Europea. Resultará imposible ignorar el impacto económico del lógico periodo de fuerte incertidumbre que se ha abierto, primeramente en la economía británica y después en el resto de Europa, a pesar de la recuperación en marcha en la zona euro.
La firmeza mostrada por los países miembros está haciendo que la posición de Reino Unido sea cada vez más insostenible, ya que debe iniciar el proceso de salida antes de entablar negociaciones. Si se disiparan las incertidumbres en torno a todo el proceso, sería de gran ayuda para tranquilizar a los inversores.
Cuando echamos un vistazo a los diferentes indicadores, no parece haber dudas sobre el crecimiento en la zona euro hasta el terremoto político que se produjo cuando los votantes mostraron su descontento durante el referéndum británico.
Las previsiones de crecimiento del PIB siguen moviéndose en torno al 1,6% en 2016 y 2017, aunque algunos economistas están empezando a hablar de recesión en Reino Unido ya en 2017. En estos momentos, resulta muy difícil predecir las consecuencias del brexit para el crecimiento de la zona euro.
Los últimos datos antes del referéndum eran favorables, como las matriculaciones de vehículos nuevos, la concesión de créditos, el consumo privado, los permisos de construcción y la inversión industrial. Una recesión en Reino Unido desencadenaría automáticamente algunas consecuencias negativas para las economías en todo el continente, pero resulta imposible evaluar con mayor precisión la magnitud del impacto en estos momentos. Para rematarlo, las economías europeas también se verán afectadas por una triada de factores: el estancamiento del crecimiento estadounidense, las indecisiones de la Fed y la desaceleración de China.
En estos momentos, la zona euro solo se tiene a sí misma: la solidez de su consumo privado, sus elevadas tasas de ahorro y los efectos beneficiosos de su política monetaria.
Ante la falta de apoyo de las valoraciones de los bonos, las Bolsas deben demostrar ahora que pueden crear valor microeconómico incrementando de verdad los beneficios. Sin embargo, los riesgos políticos e institucionales siguen lastrando las valoraciones de los activos de riesgo en esta área.
Los tipos de interés han marcado nuevos mínimos y los inversores no pueden esperar que las valoraciones bursátiles reciban un nuevo impulso en forma de recorte de los tipos de interés. Al menos, la corrección de las Bolsas europeas inmediatamente después del referéndum británico dio cierto margen a la renta variable de la zona euro. Pese a ello, es improbable que se revise al alza el crecimiento de los beneficios de las empresas europeas hasta que se hayan resuelto las incertidumbres políticas, y los inversores podrían desanimarse de nuevo ante la posibilidad de otro año de beneficios decepcionantes.
Sin embargo, algunos sectores siguen estando infravalorados frente al mercado (medios de comunicación, construcción, etc.) y presentan mejores perspectivas de beneficios.
En general, la renta variable europea es la clase de activo que tradicionalmente más rentabilidad por dividendo ofrece (3,5%-4%), mientras que la deuda pública de los países desarrollados –a la que los ahorradores están acudiendo en masa– está convirtiéndose cada vez más en una trampa de liquidez.
Igor de Maack es Gestor de fondos de DNCA Investments