‘Brexit’: tragedia shakespeariana
Reino Unido debería hacer frente a un verdadero problema: un neoliberalismo que ha ido demasiado lejos
Winston Churchill, en 1944, le dijo al general De Gaulle: “Tienen que saber que cada vez que los ingleses tengamos que elegir entre Europa y el mar abierto, vamos a elegir el mar abierto”. A través del referéndum, los británicos han sido fieles a dicha predicción: el 51,9% ha decidido dejar la UE. Los que menos futuro tienen han robado el futuro a los más jóvenes.
Aunque los británicos no tienen el monopolio del euroescepticismo, la sospecha hacia el proyecto europeo ha estado más presente que en cualquier otro país. Han sido el aumento de los egoísmos nacionales y de la xenofobia los que han conducido a votar por el brexit. Representa un rechazo contra la inmigración y la globalización, y no es un hecho aislado, siguen los pasos de Francia con el voto al Frente Nacional y en EE UU con el voto a Trump.
Incertidumbre, inestabilidad y riesgos para las principales fortalezas de la economía británica con una importante industria automovilística dedicada a la exportación (80% de su producción). A los mercados europeos se canaliza el 60%. Por el brexit, las previsiones indican un descenso en la producción del 14% para 2017. Además, destaca el sector farmacéutico, con un 56% de sus productos dirigidos a la UE. Ha pasado de ser el quinto exportador mundial al puesto 11. En este sentido, hay que recordar que la UE ha sido construida con y por los dirigentes británicos desde su incorporación (1973) de acuerdo con los demás miembros. Incluso la apertura rápida de los países del este europeo, como fomentaban y deseaban los británicos, ha contribuido al dumping social. En 2004, al incorporarse la mayoría de estos países, su salario representaba el 10% del medio de la UE de los 15 y el PIB per cápita, inferior en una cuarta parte.
"En España, en el turismo y la venta de viviendas se esperan los mayores impactos"
Por ello, los partidarios del brexit consideran que una devaluación de la libra puede ayudar a sus exportaciones. Mark Carney, gobernador del Banco de Inglaterra, afirmó: “Una libra más baja impulsará las exportaciones”. Pero esto tiene consecuencias negativas para el consumidor. Al devaluarse la libra en un 15%, en términos de gasto, una persona que necesitase el pasado verano un presupuesto de 500 libras para sus vacaciones en España, ahora necesitaría unas 80 libras adicionales. Además, según expertos, el precio de la vivienda en Inglaterra puede descender entre el 5% y el 15%. Carney, para frenar la caída de la libra, pretende aumentar la tasa de interés en un 0,5%, lo que repercutirá al alza el coste de las hipotecas (alrededor de 42 libras al mes por cada 0,5% de aumento de la tasa de interés). Sin olvidar que el futuro de la City es problemático. Fráncfort y París se postulan como candidatas para el relevo.
¿Qué repercusiones tendrá para la economía española el brexit? En el turismo y la venta de viviendas se esperan los mayores impactos. Los 15,5 millones de turistas británicos que visitaron nuestro país gastaron 14.000 millones de euros (1,3% del PIB). La devaluación implicará un menor poder adquisitivo, es decir, viajeros más austeros. En definitiva, una disminución en la demanda turística y en los empleos. Además, los británicos son los extranjeros que más viviendas compran en España –casi una cuarta parte del total. La depreciación de la libra encarecerá el precio de estas, reduciendo su demanda con efectos negativos sobre el empleo de la construcción.
Por otra parte, las empresas españolas ubicadas en Reino Unido emplean a 75.000 personas, mientras que las británicas en España, a 98.000 personas. El mantenimiento de dichos puestos de trabajo dependerá de las negociaciones entre Reino Unido y la UE. Los ingleses pretenden obtener el acceso al mercado único, pero sin obligaciones. Para ello es necesario aceptar la libertad de movimientos de las personas y contribuir al presupuesto de la UE. Los británicos pretenden tener un pie dentro y otro fuera.
La devaluación de la libra va a producir un encarecimiento de nuestras exportaciones (18.230 millones, el 9% del total de importaciones). Sectores como el agroalimentario y automovilístico se verán muy afectados.
Más que abandonar la UE, Reino Unido debería hacer frente a un verdadero problema: un neoliberalismo que ha ido demasiado lejos. Más que los riesgos económicos, debe preocupar la división y la incertidumbre, como el caos de la política interior británica. Ahora es una isla a la deriva que ve amenazada la cohesión social e incluso su integridad con más efectos sociales que económicos a causa de los errores cometidos. En definitiva, una tragedia shakespeariana.
Vicente Castelló Roselló es profesor de la Universidad Jaume I y miembro del Instituto Interuniversitario de Desarrollo Local.