_
_
_
_
El Foco
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

‘Brexit’: viaje a lo desconocido en la I+D+i

Thinkstock

Reino Unido ha iniciado un viaje a lo desconocido, con preocupantes y desconocidas consecuencias sobre una de las variables determinantes del desarrollo económico: la investigación, el desarrollo y la innovación (I+D+i). Si el crecimiento económico y, por tanto, el bienestar se basa cada vez más en el conocimiento, el brexit va a provocar un parón en el desarrollo de ese conocimiento a través de la ciencia, tanto en Reino Unido como en la Unión Europea en su conjunto.

Gran Bretaña es un país con un sistema científico-tecnológico sobresaliente y que tiene motivos para enorgullecerse de resultados espectaculares en I+D+i. Además de ser la segunda economía de la UE, es el país con mayor índice de productividad investigadora del G7, concentra el 3,2% del gasto mundial en I+D+i, el 15,8% de los artículos más citados y produce el 6,4% de los artículos de investigación del planeta. Además cuenta con nueve universidades entre las 100 mejores del mundo, según el prestigioso ranking de Shanghái.

La Unión Europea ha conseguido crear una comunidad científico-tecnológica brillante, con una política diferenciada de I+D+i que ha posicionado a este territorio en tercer lugar mundial en cuanto a resultados de investigación se refiere. Y Reino Unido era parte muy importante de esa comunidad en beneficio de todos.

La I+D+i en el siglo XXI solo tiene sentido en red, es decir, en colaboración entre diferentes entornos y aprovechando al máximo los recursos y capacidades de cada lugar. Los científicos de Reino Unido conocen bien esta situación y han utilizado de manera habitual los mecanismos de colaboración en I+D+i de la Unión Europea. Esto ha llevado a que el 80% de las colaboraciones científicas internacionales de Reino Unido incluyan como mínimo a un socio de la Unión Europea. Reino Unido captó en el periodo 2007-2013 casi 9.000 millones de euros en fondos europeos destinados a la I+D+i. Solo tres de sus universidades estrella, University of Cambridge, University College London e Imperial College London, han recibido del nuevo programa europeo de investigación e innovación Horizonte 2020, lanzado en 2014, más de 282 millones de euros. Fondos de los que luego se derivan proyectos en los que participa todo el ecosistema de I+D+i de Reino Unido: empresas (26,7%), universidades (57,2%), institutos de investigación (8,7%), Administración pública (3,8%), y otro tipo de organizaciones (3,6%). Estas cifras convierten a Reino Unido en el segundo país que más fondos de I+D+i recibe de la Unión Europea y en el más activo en la participación en proyectos, estando presente en el 13% de las propuestas presentadas a Horizonte 2020 hasta la fecha.

La reacción del ecosistema de investigación e innovación británico, ante el panorama de aislamiento que se les presenta, está siendo de absoluto desconcierto, con declaraciones de científicos del más alto nivel cuestionándose el futuro de la ciencia y la innovación en un Reino Unido fuera de la Unión Europea. A todo esto se añade una total incertidumbre de universidades y empresas británicas que participan en cientos de proyectos europeos y que no saben cómo abordar el frágil presente ni el incierto futuro que se vislumbra.

La participación en el sistema de I+D+i europeo se hace a través de proyectos que, a su vez, llevan asociados contratos firmados entre la Comisión Europea y los socios de la Unión Europea, lo cual abre un frente legal complejo.

La validez de un contrato obliga al mantenimiento de las condiciones de firma. En el momento en que se haga efectivo el brexit, Reino Unido perderá su condición de Estado miembro, con lo que cualquier contrato vinculado a un proyecto europeo en el que participe un socio británico podrá ser denunciado por alguna de las partes. Según las condiciones en las que transcurra la negociación de la salida de Reino Unido de la Unión Europea, sería la propia Comisión Europea la que podría denunciar los contratos, sin olvidar que cualquiera de los socios de un proyecto estaría en su derecho de denunciar el acuerdo para dejar fuera a un socio británico. Lo más lógico sería esperar a que los contratos se extingan de manera natural sin que ninguna parte los denuncie, pero en un marco tan incierto y menos proclive a la cooperación, cualquier situación es posible.

La salida de Reino Unido solo puede conllevar desventajas para todas las partes, no solo en el terreno económico, sino también en el científico. El primero y más claro perjudicado será el propio Reino Unido, que perderá acceso al programa Horizonte 2020, el mayor de I+D+i del mundo, no solo por ser el más grande en términos de financiación (casi 80.000 millones de euros), sino también por el número de empresas, universidades y centros de investigación involucrados. Esta pérdida conllevará un retroceso de la ciencia y la innovación británica, que verá condicionado su desarrollo en las próximas décadas. La UE perderá uno de los principales socios en investigación e innovación del mundo, y esto tendrá consecuencias negativas para todos.

También España va a sufrir las consecuencias de la desconexión de Reino Unido de la red científica europea, ya que ha participado en el periodo 2007-2013 en 3.291 proyectos que involucraba a alguna entidad británica en sectores estratégicos como la nanotecnología, la salud, las TIC, la aeronáutica o la biotecnología. Reino Unido pone de manifiesto su interés por la ciencia y la investigación española con una representación de la Science and Innovation Network en España para promover la colaboración científico-tecnológica en prioridades conjuntas. Con el brexit, esta importante colaboración va a salir perjudicada.

Dadas las consecuencias negativas que tendrá el brexit tanto para el propio Reino Unido como para la Unión Europea en materia de I+D+i, es de desear una salida ordenada que permita una transición hacia nuevos horizontes de colaboración con una participación británica que nos tememos va a ser más discreta. Europa tendrá que encontrar la manera de compensar la pérdida de capacidades que implica la salida británica y seguir creciendo en una política conjunta de I+D+i que lleve a un mayor grado de desarrollo de la economía basada en el conocimiento.

Joaquin Maudos/Carlos Ripoll son Catedrático de Economía de la Universidad de Valencia-IVIE-cunef / Director de Área de la Universidad Politécnica de Valencia

Archivado En

_
_