Una nueva época se abre para el Reino Unido
Pocos empresarios creen que el levantamiento de controles fronterizos cambiaría dramaticamente las relaciones comerciales con el continente
En contra de las expectativas del Establishment, la City, los líderes europeos y el propio primer ministro británico, los Reino Unido ha votado a favor de salir de la Unión Europea por un mayoría convincente (52% frente a 48%). Poco después, David Cameron ha anunciado su decisión de dimitir para que un nuevo primer ministro pueda ser elegido en la conferencia del partido conservador en octubre.
Mientras que los ingleses tomaban el desayuno, una inaudita intervención del Gobernador del Banco de Inglaterra fue retransmitida por todas las televisiones para calmar a los mercados financieros en un claro intento de impedir que la crisis política se convierta en una crisis financiera ante el desplome de la libra esterlina, la devaluación del mercado financiero londinense y las caídas de hasta 30% en los valores bursátiles de los bancos británicos.
La tasa de votación en todo el país fue inusitadamente alta,un 72%. Los votantes de Escocia, Irlanda de Norte, Londres y el suroeste de Inglaterra se pronunciaron decisivamente a favor de quedar en la Unión Europea, mientras que las regiones postindustrializadas e industrializadas del centro y norte de Inglaterra, además de Gales, votaron a favor de salir, ganando el referéndum por margenes de votos que tomaron por sorpresa a los observadores.
Al margen de las relaciones futuras entre el Reino Unido y la Unión Europea, se ha desatado un debate constitucional en todo el país. En Escocia, que de forma aplastante votó a favor de quedar en Europa, el Partido Nacionalista Escocés (SNP), encabezado por Nicola Sturgeon, está ya reclamando la posibilidad de un segundo referéndum sobre la independencia de la región. Gales, que es un beneficiario neto de los fondos europeos, está pidiendo una revisión profunda de la financiación del país en el futuro. En Irlanda de Norte no faltan las voces a favor de la unificación de la isla con la Republica de Irlanda, cosa que Gerry Adams, líder del partido Sinn Fein, ya aboga abiertamente.
Los resultados del referéndum ponen de manifiesto la importante polarización social, económica y geográfica de los británicos. Al igual que en muchos otros países de nuestro entorno, una importante proporción de los ciudadanos británicos se sienten al margen de la exitosa economía del Reino Unido, perjudicados por las medidas de austeridad del Gobierno y en desacuerdo por un reparto desigual de la riqueza. En cierta medida, los resultados reflejan también un voto en contra del Establishment, el desencanto son la clase política y la centralización de poder y riqueza en Westminster y en el sureste de Inglaterra.
Se ha puesto de manifiesto la debilidad de los grandes partidos políticos y de sus lideres. A la luz de la próxima dimisión de David Cameron, la carrera para la elección de un sucesor en el partido tory ya está en marcha, con el flamante anterior alcalde de Londres, Boris Johnson, el candidato considerado, de momento, con las mayores posibilidades de ser elegido. El liderazgo de los laboristas, encabezado por Jeremy Corbyn, está también en paréntesis, ya que falló en convencer a los votantes laboristas para que el Reino Unido quedara en la Unión Europea, se considera que hay una importante disyuntiva entre él y los votantes tradicionales del partido en las regiones industrializadas y postindustrializadas.
Respecto al calendario de la retirada del UE, el artículo 50 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea prevé que un Gobierno que decide voluntariamente retirarse de la UE debe notificar su intención al Consejo Europeo, lo que abrirá un periodo de dos años para negociar un acuerdo entre Reino Unido y la UE. No se sabe si las negociaciones con el Consejo Europeo serán rápidas para minimizar los trastornos económicos, o extensos y difíciles para disuadir a otros Estados miembros de seguir la senda de Reino Unido.
David Cameron ha manifestado que no habrá efectos negativos a corto plazo para los tres millones de cuidadanos de la UE que residen en el Reino Unido. No obstante, no se sabe si se necesitarán visados y permisos de trabajo para cuidadanos europeos en el futuro. La misma incertidumbre sobre los dos millones de británicos que viven en países miembros de la Unión Europea, lo que ha desatado en los últimos meses un aumento del número de solicitudes de cuidadanía en dichos paises. Para algunos britanicos, la devaluación de la libra y la previsible interrupción del acceso a los sistemas sanitarios europeos en las actuales condiciones, les hará replantearse su permanencia en sus actuales países de residencia.
Se debate sobre un eventual acuerdo con la Unión Europea acerca de la cuestión de la circulación de mercancías según los modelos canadiense, suizo y noruego. No obstante, pocos empresarios consideran que el levantamiento de controles fronterizos cambiaría dramaticamente las relaciones comerciales con el continente. En cambio, el negocio financiero centrado en la City de Londres parece ser el gran perjudicado por la decisión de retirarse de la UE. Instituciones como JP Morgan ya han anunciado la posibilidad de trasladar personal desde Londres a Europa para atender a sus clientes.
En conclusión, es difícil subestimar la magnitud del terremoto que, desde que se conoció el resultado del referéndum, ha asestado a la sociedad británica. Hoy por hoy, al margen de las consecuencias para su economía, todos son incertidumbres no solo sobre el futuro del país fuera de la Unión Europea, sino también sobre el propio Reino Unido.
Jeremy Scudamore es fundador de despacho internacional de abogados Scudamore Law.