Por qué Madrid no es Londres, la ‘City fintech’
¿Pueden Madrid o Barcelona competir con la City en los nuevos servicios financiero-tecnológicos (fintech)? La respuesta es sí y no. En España hay un buen número de startups con innovadores productos que cambiarán la vida de personas y empresas. Pero en España y en el resto de la Europa continental afrontamos un handicap regulatorio que dificulta su desarrollo.
En el desarrollo fintech nos jugamos mucho. Según el último análisis global de KPMG y CB Insights, las inversiones fintech se quintuplicaron en los tres últimos años en todo el mundo, al pasar de 3.900 millones de dólares en 2013 a 12.200 millones en 2014 y a 19.100 millones, el ejercicio pasado. Y la perspectiva es que sigan creciendo. Por otra parte, de las 100 compañías líderes en innovación fintech, 40 están en América, 20 en la zona EMEA, 18 en Reino Unido y el resto en Asia, Australia y Nueva Zelanda.
Las fintech se están convirtiendo en un factor de innovación financiera en el mundo anglosajón, y muy particularmente en la City londinense, Nueva York o San Francisco. De hecho, para el Reino Unido, las nuevas plataformas financieras constituyen un polo de atracción no solo de empresas e inversión, sino de conocimiento. En este sentido, están reduciendo la presión regulatoria para que no sea un handicap y facilitar así la implantación de startups. Por el contrario, en España y Europa continental, la trayectoria normativa ha sido la inversa. Nunca ha habido una hiperregulación tan grande en el sector financiero como ahora. La sobreregulación que encorseta a todo el sector asfixia las opciones de nacimiento de las fintech. Son medidas contra los excesos que desembocaron en la reciente crisis mundial, que tuvo en España efectos especialmente perniciosos, por la comercialización de productos financieros complejos.
Gestionar la normativa genera costes que, en determinados casos, pueden superar los 1.000 millones de dólares al año, según datos del Instituto de Finanzas Internacionales (IFI), recogidos en un informe de BBVA Research.
Pero el Reino Unido se ha anticipado a los nuevos tiempos y ha flexibilizando esos requerimientos. Londres tiene un valor diferencial en su capacidad de innovación financiera, pero que se ha hecho exponencial gracias a medidas de su Gobierno para generar un ecosistema fintech flexible, que permite la excepcionalidad y el respaldo de inversión pública, fiscalidad y medidas para aportar negocio a las startups. Por ejemplo, bajo ciertas circunstancias, el regulador puede conceder licencias provisionales de actividad. Así valoran con el ejercicio práctico si su modelo cumple los mínimos requerimientos legales exigibles para el sector.
También la Oficina de Protección Financiera del Consumidor (CFPB), una agencia norteamericana independiente, publicó una recomendación en febrero para facilitar que se pueda solicitar un Non Action Letter regulatorio, también en todos aquellos productos potencialmente innovadores para el consumidor. Esto es impensable para nuestros organismos reguladores, habituados a prohibir lo que no esté reglado y sobrecargar las tareas administrativas de compliance y control de riesgos.
La flexibilización es un debate que nos afecta a todos. Desde nuestro punto de vista, el supuesto enfrentamiento entre banca y fintech está superado. El análisis debe centrarse en los nuevos servicios como paradigma, no como un sector distinto de la banca tradicional. Porque resulta obvio que la banca y otros actores van a operar este mercado. Pero el rasgo diferencial debe ser no quién lo hace, sino la propia operativa en sí.
Para responder a estos retos, acabamos de constituir la Fundación para la Innovación Financiera y la Economía Digital, un think tank de colaboración público-privada al que invitamos a participar al mundo universitario, escuelas de negocio, sectores profesionales, asociaciones, etcétera Será un tema presentado y debatido en el IX Congreso Ecofin, el próximo 7 de junio en CaixaForum Madrid.
No se trata de enfrentar a los buenos (el ecosistema de la City) contra los malos (España y la sobrerregulación. Esta regulación tan prolija tiene una justificación y es fruto de una evolución, muy loable, de protección del inversor, consumidor y de la salvaguarda del correcto funcionamiento del sector financiero. Pero debemos acercar estos polos, extrayendo lo mejor de cada uno. Fomentar la flexibilidad y la innovación sin complejos en la operativa de las empresas y en el sistema normativo y los propios órganos de control.
Vicente García es CEO de Dictum Abogados. Salvador Molina es presidente del Foro Ecofin.