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El Foco
Tribuna
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Ampliar, normalizar y llevar más allá el capital

Thinkstock
Santiago Carbó Valverde

Hay muchos motivos por los cuales un banco puede ampliar capital. Ayer fue muy comentado el anuncio de un incremento de recursos propios de Banco Popular con la intención de “normalizar su situación” lo antes posible, según afirmaba la propia entidad. Los movimientos bursátiles que siguen a estos anuncios suelen ser convulsos pero, aplicando una ventana temporal no demasiado amplia, el valor de las acciones acaba volviendo a un cauce menos volátil.

Sin embargo, surgieron ayer preguntas sobre la estabilidad financiera, una vez más. Pero no debe confundirse este tipo de ampliaciones con las que debieron realizarse en los peores años de la crisis, con un sentido más de urgencia. Los bancos españoles han reforzado su solvencia de forma más que notable y la expectativa es que lo sigan haciendo, en consonancia con sus competidores internacionales.

Es curioso cómo los analistas y estudiosos de la solvencia bancaria han cambiado su enfoque con el paso del tiempo. Se trata de un tema más complejo de lo que pudiera parecer. Antes de que la crisis financiera estallara, incluso antes de que las burbujas de activos inmobiliarios comenzaran a hincharse de forma aparatosa, la visión era muy distinta: los bancos tenían que cumplir con los mínimos regulatorios y, para no vivir en el filo de la navaja, todos tenían más o menos un colchón por encima de esos mínimos exigibles. Pero en aquel momento se pensaba, con bastante lógica económica, que si el colchón era excesivo, había un coste de oportunidad importante por emplear recursos para una protección excesiva que, de otro modo, podrían destinarse a inversión productiva.

Una de las cuestiones que la crisis demostró es que los niveles de capital no fueron adecuados, pero la razón no era su cuantía, sino que no se estaban detectando los verdaderos riesgos de los activos. Hoy en día, el mercado vive aún con una inercia de desconfianza y exige a los bancos niveles de solvencia muy por encima de los mínimos que exige una normativa de Basilea III aún en fase de aplicación en algunos aspectos. Está la regulación que exige la ley y el extra que pide el mercado. Aplicando la lógica del coste de oportunidad, podría entenderse que el propio mercado penaliza la operativa bancaria porque, con una excesiva desconfianza, está apretando demasiado la tuerca del conservadurismo en la adopción de riesgos.

Los bancos españoles han reforzado su solvencia de modo notable y la expectativa es que lo sigan haciendo

Sin embargo, lo que sucede es que la industria bancaria aún precisa en algunos países de una transparencia aumentada. Este, sin embargo, no es el problema del sector bancario español, porque el escrutinio regulador interno y externo en nuestro país ha sido de los más duros que se ha realizado en la esfera internacional. De hecho, la recapitalización que ayer se anunció era una respuesta en términos de cobertura de recursos propios para una exposición considerable al riesgo inmobiliario reconocida y transparente. El mercado reclamaba esa disciplina y la respuesta se ha producido.

Sin embargo, en otros países europeos aún se navega en la incertidumbre sobre el verdadero estatus de los balances bancarios, con países como Italia o Alemania en el centro de las preocupaciones. Pero, en ocasiones, no hay distinción posible. Europa es Europa para lo bueno y para lo malo. El todo y la parte se mezclan y el castigo es generalizado. Los vaivenes bursátiles desde principios de año tienen mucho que ver con movimientos especulativos generados por esa incertidumbre. En definitiva, recapitalizar puede servir para normalizar, en el sentido de responder a dudas razonables con la contundencia de un reforzamiento de reservas.

Europa debería exigir a la banca europea los mismos niveles de transparencia requeridos a la española

Estos movimientos de elevación de capital tienen también mucho que ver con comportamiento estratégico. Otra de las razones por las que se suele reforzar capital es la perspectiva de movimientos de integración, ya sea porque se va a actuar como adquirente o como objetivo de adquisición. Pero este es un terreno habitual en un marco de estabilidad financiera. Son movimientos muy distintos a los que se realizan cuando existen dudas sobre la viabilidad de las entidades financieras. Y este ambiente de previsible aumento de la consolidación financiera se vive con intensidad en toda Europa. Con movimientos previsibles tanto nacionales como transfronterizos. Por estas razones y porque así lo exigen Basilea III y los mercados, hemos visto, vemos y veremos más incrementos de recursos propios en la industria bancaria europea. Por múltiples vías. Tendrán parte de ofensivo y parte de defensivo.

Sería conveniente, en todo caso, que las autoridades supervisoras y los reguladores se afanaran por garantizar niveles de transparencia similares a los requeridos a las instituciones financieras españolas para todos los bancos de la eurozona. De este modo, la posición de unos y otros en el mercado –y, por extensión, las valoraciones bursátiles– podrían ser más precisas y los vaivenes especulativos serían mucho menos acusados.

De momento, no parece que este sea el caso por dos razones. La primera es que con el mecanismo único de supervisión aún por alcanzar la velocidad de crucero, 2016 no va a ser precisamente un año en que las pruebas de estrés o los ejercicios de transparencia vayan a ser particularmente útiles. Parece un año de transición informativa. La segunda razón es que ese mecanismo de supervisión única aún debe engrasarse en lo que se refiere a la exigencia in situ, al enforcement cuando se detectan situaciones dudosas en la calidad de los activos bancarios, como parecen ser los casos de Italia o Alemania mencionados, por los que se ha pasado de soslayo con soluciones transitorias que podrían perfectamente ser de ida y vuelta.

Por lo tanto, ampliar capital está en el terreno de lo normal. Los bancos lo llevan más allá, muy por encima de los mínimos exigibles, porque el mercado aún duda y la parte se confunde con el todo.

Santiago Carbó Valverde es Catedrático de Economía, Bangor University, Funcas y CUNEF

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