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A fondo

Repsol supera el examen de su deuda

Logra que las tres agencias de rating mantengan su calificación en perspectiva negativa Esta calificación responde a la incertidumbre sobre los precios del crudo Le urgen a tomar nuevas medidas en seis meses como máximo

Carmen Monforte

Si algo había quitado el sueño a los responsables de Repsol en los últimos meses ha sido el examen al que han sometido a la petrolera las tres agencias de calificación crediticia. Ayer, concretamente, superó el último escollo, el de Fitch, que confirmó el rating a largo plazo de Repsol en BBB, aunque revisó su perspectiva de estable a negativa por las incertidumbres que aún pesan sobre el precio del crudo.

 De esta manera, después de que el lunes hicieran lo propio Standard & Poors y Moody’s (que, al menos, mantienen su perspectivas negativas), el equipo de Antonio Brufau afronta con una cierta tranquilidad las vacaciones de Semana Santa.

Un respiro que puede prolongarse como mínimo entre seis y nueve meses, salvo un gran sobresalto del mercado, lo cual no parece probable. Las firmas de rating sitúan el precio para este año entre 35 y 40 dólares el barril; en unos 45 dólares en 2017 y entre 50 y 55 dólares en 2018, para repuntar a partir de ese año.

En un comunicado, Fitch señalaba ayer que la revisión a perspectiva negativa responde a su idea de que los precios deprimidos puedan suponer un apalancamiento financiero superior al esperado. Al igual que sus homólogas, Fitch tiene en cuenta en su evaluación la diversificación del negocio aguas abajo, o un downstream “fuerte” (sobre todo, por los mayores márgenes del refino) y el hecho de contar con un área de upstream (exploración y producción) mayor y más diversificado geográficamente tras la incorporación de Talisman.

La compra de la canadiense el año pasado, en vísperas del progresivo descalabro de precios, ha resultado un arma de doble filo: por un lado, supone un beneficio industrial, pues ha permitido a Repsol aumentar sus reservas hasta los 1,3 millones de barriles equivalentes de petróleo (bepd) y lograr una producción de 710.000 bepd al día, y, por otro, una “carga añadida de deuda”, que afecta a su crédito.

Sea como fuere, todas ellas han valorado positivamente el plan estratégico de Repsol anunciado el pasado octubre y que, a la vista de la evolución a la baja del precio del barril de Brent, que en enero bajó de los 30 dólares, haya acelerado las desinversiones y ralentizado las inversiones en producción. “Medidas adecuadas y agilidad en la toma de decisiones”, resumen en la compañía.

Al recorte de su propio dividendo en un 20%, se suma el aumento del 10% de la retribución que cobrará de su participada Gas Natural Fenosa y la promesa de que esta mantendrá un pay out del 70% hasta 2020, con un mínimo de un euro por acción. Una decisión que viene bien a Repsol (con un 30% del capital), a Caixabank (con casi el 35%) y a la propia Gas Natural, cuya cotización ha sufrido la volatilidad derivada de la caída de los precios de las materias primas y de los insistentes rumores de una salida de Repsol de su accionariado.

El pacto parasocial entre Caixabank y Repsol en Gas Natural permite a cada uno bajar hasta un 15% sin que se deshaga la alianza

Esta política expansiva de dividendos permite a la petrolera no tener que eliminar el suyo, “algo nefasto para su accionista Sacyr”, según fuentes del sector, tal como han venido reclamando los analistas. En el caso de Caixabank, con casi un 10% del capital de Repsol, puede compensar el recorte del dividendo de esta con la mejora del anunciado por Gas Natural como adelanto del plan estratégico que la energética anunciará el 11 de mayo. La entidad ya ha sufrido las consecuencias de las provisiones por 2.900 millones realizadas por Repsol, lo que acarreó a esta unas pérdidas de 1.200 millones de euros el año pasado.

No ha sido casualidad que Gas Natural avanzara su nueva política de dividendos (la única medida que ha adelantado de su plan estratégico) el viernes a última hora, solo dos días antes de la entrega de notas de Moody’s y S&P y cuatro días antes que Fitch.

En ámbitos empresariales ya resultó una sorpresa el informe preliminar laudatorio para con la gestión del equipo ejecutivo de Repsol que Standard & Poors publicó a principios de marzo, lo que hizo presagiar un aprobado. ¿Qué argumentos o medidas convincentes utilizó el presidente de Repsol en la reunión que mantuvo previamente con la agencia? Hay quien apunta a un plan B de Brufau, del cual, el dividendo de Gas Natural sería solo una parte.

Sea cual sea este plan, Repsol debe ejecutarlo con celeridad para mantener su nota (entre tres y seis meses, según S&P), para situar el ratio de apalancamiento en casi el 30% a finales de este año, frente al 20% de finales de 2015.

Todo apunta a nuevas desinversiones que se sumarían a las ya realizadas (la venta de CLH, el negocio de GNLcanalizado y activos de energía eólica marina en Reino Unido), a un recorte aún mayor de las inversiones.

Las examinadoras valoran “la fuente de flexibilidad financiera” que supone para Repsol su participación en Gas Natural. Sin embargo, no se aportan pistas sobre si, finalmente, venderá o no su paquete. El anuncio sobre los dividendos, consensuados por la propia Repsol y Caixabank tal como fija su pacto parasocial, podría hacer creer que no. Pero, precisamente, este pacto permite a cada socio bajar sus participaciones hasta el 15% sin que la alianza societaria se deshaga. Algo que resultaría peligroso de bajar del 30%, pues les obligaría a lanzar una opa en el caso de que quisieran luego recuparar posiciones.

Por tanto, no resulta descabellado que la petrolera pueda bajar hasta el 15% y que la entidad financiera haga lo propio.

Sobre la firma

Carmen Monforte
Es redactora de Energía de Cinco Días, donde ocupó también los cargos de jefa de Especiales y Empresas. Previamente, trabajó como redactora de temas económicos en la delegación de El Periódico de Cataluña en Madrid, el Grupo Nuevo Lunes y la revista Mercado.

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