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Columna
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El milagro financiero del candidato Trump

El éxito hasta ahora de Donald Trump como candidato para ser elegido representante del Partido Republicano llega cargado de ironía. El magnate millonario se ha gastado menos en cada voto comprometido que cualquiera de sus rivales. Es un consuelo que la generosidad financiera por sí sola no pueda ganarse a la Casa Blanca. Sin embargo, muchas de las campañas no son conscientes de ello. Los candidatos republicanos disponen del doble de respaldo financiero del que tenían sus homólogos en 2008, última vez en que un presidente en funciones no participó en la carrera presidencial. Por aquel entonces, ya tenían recaudados a estas alturas 306 millones de dólares en total, según el Center for Responsive Politics. La cosecha de este año asciende a 270 millones de dólares mientras que los Super PACs, que no eran legales hace ocho años, han acumulado cerca de 350 millones.

El ex gobernador de Florida, Jeb Bush, ha sido el más derrochador al quemar 120 de los 150 millones (1.320 dólares por voto) canalizados por su campaña antes de que su mísera actuación en las urnas le hiciera dimitir la semana pasada. Los senadores Marco Rubio, de Florida, y Ted Cruz, de Texas, ha desembolsado 260 dólares por voto y 233, respectivamente. No obstante, Trump los deja a todos en ridículo. Hasta ahora se ha gastado en su campaña alrededor de 25 millones de dólares, menos que el resto de rivales, incluyendo al Gobernador de Wisconsin, Scott Walker, que se gastó 32 millones antes de retirarse el pasado septiembre. Trump ha atraído a más gente con un coste por voto de 60 dólares. Aun así, esto deja a Estados Unidos con un derrochador proceso político según los estándares internacionales. Los partidos políticos en Gran Bretaña, por ejemplo, se gastaron 37 millones de libras (55 millones de dólares) entre todos en las elecciones generales del año pasado. Y hay que tener en cuenta que todavía quedan ocho meses de campaña en EEUU. Las armas que tiene Trump para ahorrar son un mensaje populista, con un estilo descarado y su capacidad para generar polémica en los medios influyentes. Por alguna razón, ello ha encontrado más eco en los votantes que las tradicionales acusaciones o los agresivos discursos de campaña. Es una lección para los futuros candidatos: se necesita una combinación de dinero y de inmediatez.

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