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El plan para la metamorfosis (y la supervivencia) del grupo de ingeniería

Conozca el futuro de plantilla y acreedores de Abengoa

La acción se dispara un 50% en Bolsa antes de conocerse el plan

Un día clave. El consejo de administración de Abengoa se reúne hoy para analizar el plan de viabilidad elaborado por Alvarez & Marsal y Lazard. La compañía debe presentárselo a sus acreedores, entidades financieras y bonistas, y a KPMG, que deberá realizar un informe conjunto con el mapa de deuda del grupo sevillano que ha realizado en las últimas semanas.

La empresa tiene hasta el 25 de marzo para evitar el concurso de acreedores. Abengoa solicitó el preconcurso en noviembre después de que Gonvarri echara marcha atrás en su intención de entrar en el capital de la compañía. El brazo inversor de Gestamp había condicionado su entrada en Abengoa a que la banca diera una liquidez de 1.500 millones al grupo sevillano.

Abengoa tiene 24.000 empleados repartidos por todo el mundo, de los que unos 5.000 están en España. De llegar al concurso, se trataría del mayor de la historia de España, por delante del de Martinsa Fadesa.

Las negociaciones tras la entrada en preconcurso de Abengoa se realizan a tres bandas. Primero, la compañía, que contrató los servicios de Alvarez & Marsal y Lazard. Segundo, la banca acreedora, liderada por el conocido como G7 (Santander, CaixaBank, Bankia, Popular, Sabadell, HSBC y Credit Agricole), junto con KPMG, firma elegida para impulsar el proceso de reestructuración de la deuda de la compañía. Y tercero, los bonistas, agrupados alrededor de Houlighan Lockey (que coordina a un 40% del pasivo en manos de los bonistas) y Brown Rudnick y Talbot Hughes McKillop -a su alrededor están los tenedores con menos de 100 millones de euros-.

Venta de activos no estratégicos y apuesta por los negocios de ingeniería. La intención de la empresa no es tanto la venta de filiales como la venta de proyectos concretos que no puedan autofinanciarse. Abengoa plantea hacer caja con 1.500 millones en activos, entre los que destacan los biocarburantes, que no aparecerán en ningún caso en sus plan de negocio.

El grupo espera obtener entre 100 y 150 millones de euros de forma inmediata antes de finales de marzo, fruto de desinversiones inmobiliarias –ha puesto a la venta su sede histórica en la avenida de Buharia (Sevilla) y ha vendido ya sus oficinas en la calle Martínez Campos de Madrid–, además de ventas de suelo destinado inicialmente a la construcción de plantas de generación y de una parte de una instalación de energía solar en Ghana. 

De los 9.000 millones que tiene la empresa de deuda corporativa prevé reducirla hasta unos 3.000 millones, aplicar una quita de la deuda, de entre el 60% y el 80%, y capitalizar otra parte, laminando la presencia de los actuales accionistas y dando entrada a la banca y a los bonistas en el capital, algo que ya ocurrió en Pescanova o Bankia. La empresa aboga porque los acreedores acepten una importante quita, mientras que la banca prefiere capitalizar la mayor parte del pasivo.

La banca quiere que no haya ningún tipo de quita, al menos de entrada. Y es que una porción de la deuda se transformará en créditos convertibles en capital por el 100% de su nominal. El propósito de una parte de los bancos agrupados en el G7 –Santander, CaixaBank, Bankia, Popular, Sabadell, Popular, HSBC y Crédit Agricole– es hacer caja, después con esa deuda capitalizable. El truco está en que el valor de mercado de esos instrumentos será muy inferior al nominal. “El descuento oscilará entre el 60% y el 70%”, explican fuentes financieras. Será entonces cuando las entidades asuman la quita.

La empresa precisa de créditos por 200 millones hasta marzo. Los bonistas han tomado el testigo a los bancos y ofrecen esa liquidez a cambio de un interés del 15% anual y del 10% a vencimeinto y que las entidades financieras compartan con ellos parte de sus garantías en Atlántica, conocida hasta hace unas semanas como Abengoa Yield.

Houlihan Lokey ha agrupado a dueños por alrededor del 40% del pasivo cotizado –unos 1.500 millones de euros–, esencialmente gestoras y otros grandes inversores con posiciones de más 100 millones de euros, como BlackRock, AIG, Invesco, D.E. Shaw, Varde y Centerbridge. Una parte de esos bonistas, a cambio de participar en el capital de la firma, están dispuestos a inyectarle 100 millones de euros de forma inmediata para que pueda hacer frente a sus necesidades más acuciantes.

Los bonos cotizados suman alrededor de 3.800 millones de euros –frente a los 5.100 de los bancos–, pero los inversores originales de esa deuda han ido vendiendo los títulos y han ido dando paso a fondos oportunistas. La cotización media de la deuda del grupo ronda el 15% del nominal, por lo que una quita del 60% no solo no supondría minusvalías para los inversores, sino que les reportaría unos fuertes beneficios. Por cada 15 euros invertidos, ganarían 25. Las plusvalías serían de nada menos que del 166%. 

En cambio, los bancos, sufrirían de lleno la quita, puesto que ellos pusieron el 100% del dinero, lo que explica la discrepancia de criterios entre los bonistas y los acreedores financieros. De entrada, el Banco de España les ha obligado a provisionar el 25% de los créditos corporativos contra los beneficios del año pasado. Además, se muestran proclives a vender el 41,5% de Atlantica Yield (antes Abengoa Yield), valorado en unos 600 millones de euros. 

 

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