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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La oportunidad y el riesgo del petróleo

El petróleo ha sido protagonista del funcionamiento de la economía en los últimos 120 años, y de forma determinante de las dos grandes crisis energéticas que surgieron en el globo en la década de los setenta y ochenta del pasado siglo. Las fortísimas subidas de los precios del crudo ocasionadas por los conflictos bélicos en Oriente Medio, que reajustaron la producción industrial en todo el planeta, se han manifestado corregidas y aumentadas en un tremendo zigzag en los diez últimos años con efectos menos explícitos sobre la actividad. Pero si en 1973 y siguientes que los precios del oro negro se quintuplicasen significaba destrozar todas las estimaciones de costes para la producción industrial en Europa y EEUU, y a la vez quintuplicar los ingresos de los países del Golfo Pérsico productores de crudo, en un ejercicio de suma cero, ahora no es exactamente así. Sigue habiendo ganadores y perdedores. Pero seguramente la simple coincidencia temporal con un desplome desconocido de la demanda en China, que acaso es en parte causa directa del bajonazo del petróleo, ha despertado temores que hasta ahora no se habían valorado. España y las economías con el mismo perfil industrial siempre aliviaban su situación con las bajadas del petróleo, y ahora, aunque la renta disponible de los consumidores particulares y corporativos aumenta, hay que interpretar en paralelo una contracción bursátil más propia de una inminente recesión mundial que una simple bajada de los precios de las materias primas.

Cuesta creer que la actividad industrial en el mundo de hoy no pueda absorber la producción de petróleo, y que los precios se desplomen por debajo de los 30 dólares del viernes, y que hace solo dos años, con una producción de parecido nivel, se consumiese el mismo crudo y a un precio cuatro veces superior (120 dólares por barril). Solo haber estado flotando sin saberlo sobre una burbuja de oferta podría explicar los niveles de precios de hace dos años.

Algo de eso hay, puesto que las elevadas rentabilidades que aportaba la producción de crudo estimulaba tanto su extracción, que se han ensayado proyectos de todo tipo en todos los territorios del mundo, para terminar compitiendo con una generación paralela muy importante de energía verde, y con una actividad económica e industrial en supuesto declive. Nadie ha dicho que estemos ante otra crisis o recesión mundial, pero la sospecha crece. Y solo tal fenómeno, y de una dimensión no menor a la de 2009 y 2010, justificaría que el crudo se cambie ahora por debajo de los 30 dólares. Y más si productores tradicionales con mucha capacidad de tiro, como Arabia Saudí, siguen forzando la máquina para expulsar del mercado a una buena parte de sus competidores.

Las economías de todo el mundo están interrelacionadas y el contagio es inevitable, aunque cueste creer que genere tantas dificultades como oportunidades. En el caso de España, con una economía crudo dependiente tanto por el transporte como por la generación energética, la compra de petróleo cuesta una factura mucho más llevadera ahora que hace un par de años, aunque en los últimos meses no se haya trasladado a los precios finales de los carburantes la caída tan vertical de las cotizaciones del oro negro. De hacerlo de manera consecuente, la liberación de renta impulsaría la demanda de consumo de tal forma que inyectaría una buena dosis de crecimiento a la producción.

Desde el punto de vista de la inversión, como en todos los mercados, hay ganadores y perdedores con este severo ajuste de precios. Mientras que las compañías petroleras han tenido que encajar no menos severos recortes de cotizaciones (han perdido 300.000 millones de valor en 20 meses), a las que han acompañado por simpatía todas las que extraen materias primas, han encontrado una reducción de costes y subida de márgenes en sus negocios las empresas de consumo y sobre todo las ligadas a la aviación comercial y el turismo. Desde luego que el mejor escenario para el inversor conservador es la estabilidad en los precios de las materias primas, puesto que descontamina el mercado y envía señales de certidumbre;pero para quienes quieran correr riesgo, tiene el mercado fondos que negocian con futuros y otro tipo de derivados que proporcionan notables retornos haga lo que haga el crudo. Pero, eso sí, es para informados y atrevidos.

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