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La amenaza yihadista pone en duda la seguridad de las sedes de la UE

Bruselas se juega el negocio de ser la capital europea

Efectivos de la policía belga detienen a varias personas en la estación central de autobuses de Bruselas, Bélgica.
Efectivos de la policía belga detienen a varias personas en la estación central de autobuses de Bruselas, Bélgica.OLIVIER HOSLET (EFE)

Las matanzas del 13 de noviembre en París han conmocionado a toda Europa, pero las mayores reverberaciones políticas se sienten en Bruselas, una ciudad que ve amenazado su futuro como capital de Europa.

Bruselas se hizo con ese título casi por casualidad y ninguna otra ciudad ha podido disputárselo hasta ahora. Pero el cuasi-estado de sitio que ha vivido la capital belga durante cuatro días (del 21 al 24 de noviembre) y el origen bruselense de muchos de los yihadistas europeos ha revelado la aparente dificultad de Bélgica para garantizar la seguridad en una ciudad que acoge con gran frecuencia a los 28 presidentes de Gobiernos de la UE (ayer mismo, para una cumbre extraordinaria con Turquía) y de manera permanente a los 28 miembros de la Comisión Europea.

“El Gobierno belga ha dado la sensación de estar superado por los acontecimientos”, señalaba una fuente diplomática el tercer día del blindaje de Bruselas. Nunca antes, en tiempos de paz, una ciudad europea había decretado un estado de emergencia de tal envergadura (Metro paralizado, los 850 centros escolares cerrados, conciertos y eventos deportivos cancelados....).

Las autoridades belgas defienden la utilidad de las drásticas medidas adoptadas. Pero la falta de resultados conocidos en la investigación ha puesto a las autoridades belgas en la picota de la prensa internacional, que se ha ensañado con la presunta incompetencia de la administración belga.

Hasta ahora, la comunidad internacional (miles de funcionarios de la UE o de la OTAN y centenares de empleados de multinacionales) se sentía poco afectada por la aparente desorganización administrativa y política de Bélgica (los funcionarios europeos incluso disponen de colegios exclusivos para sus hijos al margen del sistema belga).

En tiempos de calma, las instituciones internacionales observaban con indiferencia la fragmentación política de Bélgica, un país que, por ejemplo, ayer todavía no había logrado una posición nacional común para la cumbre del clima que arranca hoy en París.

Pero en época de kamikazes y matanzas indiscriminadas, la seguridad pasa a ser la prioridad de la comunidad internacional y otras ciudades podrían intentar explotar la repentinamente insoportable levedad del Estado belga.

Su principal rival es Estrasburgo, ciudad francesa que ya acoge una sede del Parlamento Europeo, así como el Consejo de Europa y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (instituciones ajenas a la UE). Luxemburgo también cuenta con el Tribunal de Justicia europeo y con el Tribunal de cuentas. Y en Fráncfort se encuentra el BCE.

Ninguna de esas tres ciudades hace sombra de momento a Bruselas. Pero las matanzas en París han encrespado los ánimos y la ha dejado en entredicho.

El blindaje ya ha provocado el desplome de la actividad comercial en el centro de la capital (se habla de pérfidas diarias de 52 millones de euros) y una caída del 15% en el número de llegadas por tren o avión. Pero Bruselas no vive del turismo de Atomium y Grand Place (que apenas aporta el 2% del PIB) sino de su papel como anfitriona de la UE.

La presencia de las instituciones europeas supone el 15% del PIB de la ciudad, según datos publicados la semana pasada por BrusselsStudies, un gabinete especializado en estudios sobre la capital comunitaria.

La ingente actividad del sector servicios, alimentado en parte por la capitalidad europea, contribuye a que la región de Bruselas sea la tercera más rica de Europa en PIB per cápita (por detrás de Londres y Luxemburgo). El PIB de la región alcanza los 71.700 millones de euros (equivalente al PIB del País Vasco y La Rioja juntas).

Bélgica no se dejará arrebatar ese negocio sin plantar cara. Ya lo demostró en la década pasada, cuando EE UU amenazó con retirar la sede de la OTAN en protesta por la ley de jurisdicción universal.

En un inusitado alarde de rapidez, la administración belga (con Guy Verhofstadt como primer ministro) restringió la aplicación de la ley para aplacar al secretario de estado estadounidense, Donald Rumsfeld.

Ahora juega a favor de la capital belga el hecho de que el Tratado de la UE establece que es la sede de cuatro instituciones (Consejo, Comisión, Comité Económico y Social y Comité de las Regiones). Pero Bélgica sabe que esa decisión puede ser papel mojado si se prolonga el miedo.

Ya se han cancelado congresos internacionales previstos en la ciudad para el primer trimestre de 2016, señal de que los organizadores temen que la ola de pánico tarde en disolverse. Y las autoridades locales anuncian campañas para compensar el daño de imagen de la capital.

Un desprestigio quizá exagerado porque sólo en 2015 Bruselas ha organizado sin inmutarse más de una docena de cumbres europeas que hubieran colapsado cualquier otra ciudad. La prensa internacional ha descubierto con pavor que la ciudad está dividida en 19 ayuntamientos y seis policías. Pero olvida añadir que esas policías carecen de competencias en lucha antiterrorista en una ciudad donde operan con gran libertad los servicios de inteligencia más poderosos del mundo.

A contraluz

París abre la cumbre contra el cambio climático

Desde las matanzas del 13 de noviembre, París se ha convertido en el centro de Europea y La Marsellesa casi ha pasado a ser el himno europeo por aclamación popular. A partir de hoy, además, la capital francesa pasará a ser el centro mundial de la lucha contra el calentamiento global, con la apertura de la 21 conferencia anual de Naciones Unidas sobre cambio climático. Desde comienzos de año, Francia se propuso dar la cita una enorme relevancia internacional y lo ha conseguido: 150 líderes mundiales asistirán hoy a los actos de apertura. Entre ellos, el presidente de EE UU, Barack Obama, con quien tiene previsto cenar en el Elíseo el presidente francés François Hollande. Los atentados del 13-N transforman la cumbre, además, en un acto de solidaridad con Francia. al tiempo que en un desafío para el gobierno francés que deberá garantizar la seguridad de centenar y medio de delegaciones al máximo nivel. Se trata, según París, de una de las mayores reuniones internacionales, aparte de las Asambleas Generales de la ONU en Nueva York. La cumbre se prolongará hasta el 11 de diciembre y el objetivo es llegar a un acuerdo para limitar el aumento de la temperatura global a 2 grados centígrados. Parece dudoso que EE UU y China acepten un compromiso vinculante que la UE sí está dispuesta a asumir.

La UE pide ayuda a turquía

La Unión Europea y Turquía celebraron ayer una cumbre conjunta extraordinaria en Bruselas en un intento de acercar posiciones ante la crisis de refugiados. Tras años de una relación cada vez más distante, la Unión necesita ahora la ayuda de Ankara para frenar la llegada de refugiados sirios, de los cuales 2,2 millones ya se encuentran en suelo turco. La UE prometió ayer al primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, la creación de un fondo dotado con 3.000 millones de euros para contribuir al mantenimiento de esos refugiados. Bruselas también se compromete a suprimir el visado para ciudadanos turcos en octubre de 2016, pero sólo si Turquía firma antes el acuerdo de readmisión de emigrantes clandestinos.

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