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Columna
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¿El fin del salvavidas de Portugal?

El Banco Central Europeo no debería remolonear a la hora de cortar el salvavidas de Portugal. La firma canadiense DBRS es el árbitro inverosímil de si el país mantiene su acceso a la compra de bonos del Banco Central Europeo. Una rebaja en la calificación de a podría hacer que esta dejara de ser una opción, castigando a los bonos portugueses.

DBRS es la última de las grandes firmas de calificación que el BCE utiliza para medir la solvencia que sigue considerando a Portugal en el grado de inversión, el punto de corte para la compra de bonos. El ascenso de un gobierno socialista y una inestabilidad política potencialmente duradera podrían poner en peligro esa clasificación –si no es ahora, sí relativamente pronto–.

El movimiento podría poner de relieve los límites de la capacidad del BCE para impulsar los mercados

Ese recorte a Portugal podría ser dramático. En 2013, Italia se encontró con una inestabilidad similar y sus diferenciales de los bonos a 10 años subieron más de 100 puntos básicos por encima de los que hoy registra Portugal. Chipre llegó tarde para tener acceso al programa en 2015, y su diferencial sobre los bonos alemanes fue superior al 5%. Más allá de Portugal, el movimiento podría poner de relieve los límites de la capacidad del BCE para impulsar los mercados.

Ninguna de las soluciones parece fácil. Portugal podría aceptar un rescate, pero eso parece poco probable inmediatamente. El BCE podría hacer concesiones, por ejemplo, confiando en en el programa de vigilancia de la Comisión Europea. Sin embargo, se trata de un proceso altamente politizado y defectuoso.

El recorte a Portugal podría ser la opción menos mala. Reforzaría la independencia del BCE y las normas que propone. El gobierno de Portugal tendría que mantener los mercados a raya, lo que limitaría su capacidad para relajar irresponsablemente las reformas. Aunque depender de un rating, está lejos de ser perfecto, hasta que la zona euro tenga un mejor sistema, el BCE debería aferrarse a él.

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