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El sueño como forma de vida.

Producir en compañía - Crowfunding

"Tres hermanas" de Chéjov - Teatro GuindaleraREPARTO: Victoria Dal Vera, María Pastor, Ariana Martínez, Raúl Fernández, Susana Hernáiz, Juan Pastor, José Bustos, José Troncoso, José Maya, Carles Moreu y Aurora HerreroDIRECCIÓN: Juan PastorVídeo de Susana MartínMás información: http://www.teatroguindalera.com/produ... y en http://vivelaguinda.com/Se estrenará en el Teatro Rojas de Toledo el 20 de noviembre de 2015. En Madrid llegará el 20 de enero de 2016 a los Teatros del Canal.

Las hermanas Prózorov viven en una aldea remota de la Rusia de finales del siglo XIX. Aparentemente forman parte de una familia rusa que, si bien parece no poseer mucho dinero, cuenta con una casa grande y confortable, donde tienen lugar reuniones sociales de las personalidades claves del lugar.

La gran aspiración de esta familia es volver a Moscú, metáfora de un pasado ilustre y por lo tanto, símbolo para ellos de una vida mejor. Sin embargo, a medida que pasa el tiempo, se advierte que esta posibilidad es cada vez más lejana.

Moscú es su paraíso perdido. Salir de la aldea y residir nuevamente en Moscú es un objetivo, al que sacrifican todas sus esperanzas. Piensan que harían todo lo que fuera necesario para volver, incluso cosas que podría no convenirles. Vivir en Moscú, aunque ello no sea necesariamente así, es sinónimo de volver a ser felices.

Olga, la mayor (el pasado - “el deber ser” - el fracaso) está todavía soltera y no tiene esperanzas de contraer matrimonio. A pesar de que odia profundamente su trabajo como maestra de una escuela, se convierte en la directora del centro en el que trabaja.

Masha (el presente - “lo que se es” - la resignación) está casada con un maestro pero al que no ama, al que percibe como un ser mediocre y que no esta a su altura. Su aburrimiento existencial la llevará a la búsqueda constante de alicientes que la saque de la rutina en la que se ha convertido su presente.

Irina la más joven (el futuro -“lo que se desea ser” - la esperanza) aún cree en el futuro, sueña con poder casarse, sueña con trabajar en algo que le guste, sueña que volverá a Moscú, en definitiva sueña constantemente. La que más de las tres (porque todas sueñan), pero es que es la más joven.

Pero las hermanas Prózorov no están solas. Hay un hermano más: Andrei. Sorprende el aislamiento de este hermano del resto de las hermanas que funcionan como un todo, con un alto grado de comunicación entre ellas, siempre juntas como si fueran realmente un solo personaje. Un personaje colectivo. Por todo ello, Andrei es un personaje un tanto ausente de la vida de las tres hermanas.

Puede que sea por ser del sexo contrario o porque ha decidido dejar de soñar (ha abandonado su deseo des ser un afamado profesor universitario, por un medirocre puesto en la Administración local y se ha convertido en un "ludópata") o porque se ha casado con Natalia Ivánovna (Natasha), una mujer que está en las antípodas de las tres hermanas y que le ha absorbido completamente.

Natasha no viste bien, no lee, no tiene inquietudes, no sabe casi ni hablar, pero tiene un gran concepto de lo realmente necesario y sabe luchar para conseguirlo. Y lo que es peor, siempre lo consigue, pues es tenaz y adaptativa. Natasha (la realidad) va ganando presencia en la obra a medida que transcurre la acción hasta ahogar las fantasías e ilusiones de las tres hermanas.

En definitiva, Andrei no aparece puesto que su rendición no es más que el ascenso de Natasha (la triste vida de lo posible) como antítesis al personaje colectivo de las tres hermanas (la vida en la fantasía de un pasado mejor).

La acción se inicia justo un año después de la muerte del padre[1]. Tras el fin del duelo, la familia confía en el inicio de una nueva vida en Moscú. En ese momento, en la aldea se acaba de instalar un regimiento, y su presencia anima ligeramente la triste existencia de los Prózorov. Masha (la casada) e Irina (la joven) son objeto de las pretensiones amorosas de algunos de los soldados, que hacen revivir artificialmente (aunque nunca dejó de existir) la esperanza de vuelta a Moscú.

Pero todo de lo que ellas hablan siempre son de obstáculos. ¿Por qué? La clave de todo ello es quizás está en que han convertido el aislarse de la realidad en una forma de vida más. Incluso quizás son ellas mismas las que lo alimentan. Puede que realmente no les interese volver a Moscú (puede ser una fantasía más de las suyas y que dominan sus diálogos).

En el fondo no sabemos, más que por ellas mismas como era su vida en Moscú. Quizás saben que en el fondo todas las cosas que se auto-imponen (el verdadero amor, la galanteria, los finos modales, el orden, el trabajo) para lograr el bienestar y la felicidad no acabarán nunca dándoselos. Es el escapar de la realidad en que están inmersas, el desear lo que no se posee, en tener lo ajeno, en definitiva el vivir en los sueños, lo que las hace felices. Su particular paraíso perdido. Su particular Moscú.

Al final de la obra el destacamento abandona el pueblo lo cual acaba por hundir las esperanzas de las hermanas que tiene que conformarse con su destino. Entre medias, las tres han perdido poder de decisión en su entorno a favor de Natasha, que (como Lopajin en “El jardín de los cerezos”[2]) acababará talando los arboles del jardín y tomando el control de la casa. Metáfora final de Rusia y del mundo en el que vivieron y que está desapareciendo.

Aprovechemos la ocasión ya que quizás después de ver "Tres hermanas de Chejov" podamos tener una visión más correcta de lo que nos pasa. De los anhelos que nos embargan por volver a un mundo que ya no existe y de las actuaciones contradictorias que todavía realizamos para acabar viviendo en un permanente sueño que no nos lleva a ninguna parte.

Y si, de paso, ayudamos en la financiación (desde 20,0€ es posible) de este proyecto http://vivelaguinda.com/ mucho mejor.

NOTAS:

  1. A finales del siglo XIX y principios del XX se esperaba que una mujer llevara luto entre un año y medio y dos años y medio por su marido, de uno a dos años por padres o hermanos, de seis meses a un año por abuelos y niños de más de 10 años y de tres a seis meses por tíos y niños menores de 10. Debido a la frecuencia de la muerte, no solo por enfermedades sino debido a las guerras y la altísima mortalidad infantil, muchas pasaban gran parte de su vida adulta en luto.
  2. En este sentido, Natasha no es más que un Lopajin en estado embrionario.

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