La universidad, el mejor antídoto ante el desempleo
Habitualmente se responsabiliza a la universidad de una aparente lejanía con respecto a la realidad productiva. Se considera que no está cumpliendo su función de paso previo y seguro hacia un rápido puesto de trabajo que compense el esfuerzo que el estudiante realiza durante sus años de estudio. En distintos foros, se cuestiona su validez a tal efecto.
La revisión de las cifras que relacionan el paso por las aulas universitarias y las estadísticas oficiales del desempleo en España demuestran que debemos revisar nuestra percepción sobre la universidad y su capacidad para generar empleabilidad entre los estudiantes. En el año 2012, cuando los datos de la crisis económica resonaban constantemente en los medios de comunicación, cuando nos desalentaba una tasa de desempleo superior al 25% de la población activa, quienes se enfrentaban al duro mercado laboral con un título de doctor bajo su brazo veían reducida su tasa de paro al 4,7%, cerca de lo que los economistas consideran paro natural.
Es obvio que los estudiantes no acceden mayoritariamente a los estudios de doctorado, pero podemos revisar la tasa de desempleo, para ese mismo año, entre los titulados de máster y de grado. Descubriremos que apenas superaba el 15%, un 40% menos que para la población activa general. Es decir, las posibilidades de encontrar trabajo en el peor momento de la crisis económica se incrementan de manera clara y directa con título universitario.
Este efecto positivo de los estudios universitarios no es exclusivo de los periodos de crisis; se extiende a cualquier momento del ciclo económico. Basta comprobar cómo en 2007, quizá el momento crítico de la expansión económica de España, mientras la tasa de desempleo de la población activa general se situaba en el 8,3%, lo era de un 2,7% para aquellos que poseían un título de doctor, y en un 5,4% para los poseedores de estudios universitarios de grado o máster. De nuevo una sustancial diferencia.
Si miramos al resto de países de la OCDE, el efecto potenciador de los estudios universitarios frente a la empleabilidad es mayor en España. La diferencia entre la tasa de paro de la población general y de la población universitaria es mucho mayor en el caso español que el resto de países considerados de mayor desarrollo económico.
Pero, además de la empleabilidad, cuando se habla de la relación universidad-empresa se suele cuestionar también la calidad del empleo y, aquí, de nuevo las cifras nos ayudan a comprender. Si miramos a los titulados recientes, los de 2012, vemos que tras un año en el mercado laboral, el 48,1% de los casos ocupan puestos cuyo requisito es ser titulado universitario, el 23,5% ocupa trabajos con nivel de especialidad medio y el 28,4% tiene trabajos con bajo nivel de especialidad y de carácter manual. Es decir, de los recién titulados, prácticamente la mitad ocupan un puesto de trabajo acorde a su nivel de formación antes de un año.
La situación mejora un año después, ya que el 60,4% de los que llevan dos años titulados ocupan puestos en los que se requiere titulación universitaria y solo el 16,8% sigue ocupando trabajos poco especializados de carácter manual. Sin embargo, y por poner un aspecto claro de mejora de la universidad frente al empleo, ser titulado universitario en el resto de países de la OCDE da acceso a una mayor diferencia en el nivel salarial comparados con España.
Es definitiva, los datos nos dicen que nuestra universidad es un buen antídoto frente al desempleo. Es eficiente en lograr que sus estudiantes trabajen, y trabajen pronto, pero quizá muestra síntomas de una formación carente de valor diferencial frente a otros niveles educativos o ante la ausencia de formación superior del trabajador. Sin duda, grave cuestión a revisar.
Fernando Tomé es Decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Nebrija.