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Premios Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento

Ideas ganadoras sobre innovación

Los premiados ven la investigación como una carrera de fondo Las claves: sortear el cortoplacismo y cultivar la curiosidad

Los premiados mantuvieron el martes un diálogo interdisciplinario en el Palacio del Marqués de Salamanca de Madrid, sede de la Fundación BBVA.
Los premiados mantuvieron el martes un diálogo interdisciplinario en el Palacio del Marqués de Salamanca de Madrid, sede de la Fundación BBVA.Manuel Casamayón
Manuel G. Pascual

El corto plazo es el gran enemigo de la innovación más revolucionaria. “Hay quien puede pensar que invertir en investigación básica es absurdo. A esos yo les digo que Albert Einstein está en mi móvil. Si no hubiera un cálculo relativista en el GPS de mi teléfono, Google Maps me llevaría hasta un precipicio”, apuntó el glaciólogo Richard Alley.

Esta fue una de las reflexiones que resultaron del diálogo sobre el valor de la ciencia y la innovación que mantuvieron esta semana los 11 ganadores de los Premios Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento. “Si uno quiere llegar a decir algo sensato, antes tiene que pasarse años recopilando datos”, abundó Richard Blundell, distinguido por su contribución a la microeconomía.

De la música a la cooperación

MÚSICA CONTEMPORÁNEA. György Kurtág

“Me inspiro con la multiculturalidad”

La propia vida de György Kurtág es un ejemplo de multiculturalidad. Nació en 1926 en Lugoj, en la Hungría rumana (hoy Rumanía húngara). Ha vivido la herencia del imperio austrohúngaro, el horror de la Segunda Guerra Mundial y la rigidez de la etapa socialista. Todo ello ha influido en su mirada a la música, profundamente multicultural: “Abarca toda la historia y estilos, no toma rasgos puntuales, sino que construye su universo personal”, valora el jurado.

CAMBIO CLIMÁTICO. Richard Alley

“La tecnología es para experimentar”

Su minucioso estudio del hielo ártico le permitió descubrir que la última época glaciar acabó de forma abrupta en apenas tres años, con una subida de temperaturas de diez grados. El trabajo del glaciólogo Richard Alley ha permitido comprender con mayor profundidad la modulación de los cambios climáticos que ha vivido la Tierra. En su opinión, la tecnología debe ser entendida como “un medio más para experimentar” y lograr el progreso de la sociedad.

COOPERACIÓN AL DESARROLLO. Kathy Spahn

“Las soluciones han de ser duraderas”

La ONG Helen Keller International, dedicada a combatir la malnutrición, ha sido la triunfadora en la categoría de Cooperación al Desarrollo. Kathy Spahn, la presidenta de la organización, asegura que una de sus mayores luchas es contra “la cultura de los resultados inmediatos”. “Los inversores nos obligan a ello”, reconoce, aunque eso choque con sus objetivos. “Nuestras acciones buscan soluciones sostenibles. No hay que dar pescado, sino enseñar a pescar”, razona.

La curiosidad, aseguró el ingeniero Leonard Kleinrock, considerado uno de los padres de internet, es el engranaje que no puede dejar de rodar para que las sociedades (y las compañías) progresen. “Ya no veo que los chicos vayan al desguace a por reproductores de DVD u ordenadores para desmontarlos y volverlos a montar. Los de mi generación tuvimos que aprender casi por nosotros mismos”, aseguró.

Biología, economía, ingeniería y música son algunas de las disciplinas cultivadas por los expertos galardonados por su contribución al progreso. Todas supieron encontrar un nexo común. “La ciencia y la sociedad avanzan gracias a que algunos desafían el trabajo de los demás”, concluyó el químico Stephen Buchwald. Y para eso hace falta tiempo.

CIENCIAS BÁSICAS. Stephen L. Buchwald  “Comprobar que el resto está equivocado es muy estimulante”

La química es una de las disciplinas con más rápido avance. La industria farmacéutica ha logrado multiplicar durante la última década la capacidad de sintetizar fármacos. A ello ha contribuido el descubrimiento de Stephen L. Buchwald (Indiana, EE UU, 1955) de un método muy eficiente de unir átomos de carbono y de nitrógeno. “Su trabajo ha ampliado el universo químico aportando catalizadores para formar enlaces atómicos”, opina el jurado de los premios, desencadenando en un sinfín de aplicaciones prácticas. Suyo ha sido el galardón en la categoría de Ciencias Básicas.

“Descubrir que la academia estaba equivocada en una hipótesis no es descorazonador, sino más bien algo muy estimulante”, dice este catedrático del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). “En medicina, quizá más que en otras ciencias, queda muy claro que quienes tengan mentalidad cortoplacista no llegarán a ningún lado”, asegura.

ECONOMÍA, FINANZAS Y GESTIÓN DE EMPRESAS. Richard Blundell y David Card  “El 75% de la gente cree saber más que nosotros”

No es fácil averiguar el impacto en el empleo de la subida del salario mínimo. O qué factores impulsan realmente la desigualdad y la pobreza. Los profesores Richard Blundell (Shoreham-by-Sea, Reino Unido, 1952) y David Card (Guelph, Canadá, 1956) han contribuido a que este tipo de fenómenos se puedan estudiar con más exactitud.

“Partiendo de importantes problemas económicos de tipo empírico, desarrollaron y estimaron modelos econométricos apropiados para estas cuestiones, llevando a cabo en ese proceso contribuciones metodológicas muy significativas”, destaca el jurado sobre los galardonados.

Su labor tiene especial mérito al aplicar métodos empíricos en una disciplina, la economía, poco abonada en ese terreno. “Es poco frecuente que alguien pueda responder a un problema sin tener antes abundantes datos y una técnica de análisis depurada”, sostiene Blundell. “El 75% de la gente cree que sabe la respuesta a las preguntas que nosotros nos planteamos”, espeta Card. “Viendo los datos pueden surgir sorpresas”.

BIOMEDICINA. Tony Hunter, Charles Sawyers y Joseph Schlessinger  “En las escuelas ya solo se enseña a aprobar exámenes”

Nunca han trabajado codo con codo, aunque se han seguido mutuamente. Su labor contribuyó decisivamente al nacimiento de las terapias personalizadas contra el cáncer, el mayor avance de la oncología en los últimos lustros. Representan los tres pasos de la investigación que ha dado lugar a este avance: Tony Hunter (Ashford, Reino Unido, 1943) descubrió las tirosina quinasas, Joseph Schlessinger (Topusko, actual Croacia, 1945) explicó su mecanismo de actuación y Charles Sawyers (Nashville, EE UU, 1959) aplicó ese conocimiento a la clínica y al desarrollo de nuevos fármacos.

Echan de menos una mayor experimentación en las escuelas. “Los estudiantes llegan a la universidad sin una mente abierta. Se les ha adiestrado para aprobar exámenes”, se queja Schlessinger. “Nosotros, de jóvenes, experimentábamos con radioactividad. Ahora eso parece tabú”, abunda. Sawyers, por su parte, resalta el poder de la tecnología en su investigación. Destaca ante todo un hito: “Nos ha permitido leer el libro del ADN para entender las mutaciones de los tumores”.

Manuel Casamayón

ECOLOGÍA Y BIOLOGÍA DE LA CONSERVACIÓN. David Tilman   “No basta con resolver problemas, hay que ir más allá”

Ha dedicado su vida a tratar de hacer de este mundo un lugar más habitable. Saltó a la fama en el mundo científico en 1994, al demostrar que conservar una biodiversidad rica es fundamental para la propia supervivencia de los ecosistemas. Hasta ese momento se creía lo contrario: que cuantas más especies, mayor inestabilidad. Más tarde, David Tilman (Illinois, EE UU, 1949) investigó la viabilidad de los biocombustibles, mientras que los últimos años los ha consagrado a idear la manera de sacarle el máximo rendimiento a los campos de cultivo, en su opinión, la única manera de lograr alimentar a la población mundial y, a la vez, asegurar la conservación del medioambiente.

“El objetivo de toda investigación es dar con algo, pero no podemos conformarnos con resolver los problemas. Siempre hay que ir más allá”, opina. “La ciencia y la tecnología son importantes, pero hay que usarlas con sabiduría”, advierte el climatólogo.

TECNOLOGÍAS DE LA INFORMACIÓN Y LA COMUNICACIÓN. Leonard Kleinrock  “De niño no paré hasta entender cómo funcionaba una radio”

El ingeniero estadounidense Leonard Kleinrock (Nueva York, 1934) dirigió la primera conversación mantenida entre dos ordenadores a varios kilómetros de distancia. Era 1969 y hacía apenas tres meses que el hombre había llegado a la Luna. El propio Kleinrock considera esa hazaña el momento en el que “internet pronunció sus primeras palabras”.

Su éxito profesional se deriva, en su opinión, de la curiosidad. “Cuando tenía seis años quedé perplejo al ver que de un transistor podía salir música. No descansé hasta entender cómo funcionaba”, recuerda. Ese es el espíritu necesario para que ciencia y sociedad avancen.

“Los biólogos y médicos se dedican a estudiar el funcionamiento de un sistema que ya existe. Los ingenieros tenemos el privilegio de poder crearlo nosotros mismos. Por eso siempre tenemos que ir más allá”, observa. Y advierte: “Los ordenadores pueden ser un campo magnífico para la experimentación o un muro contra el pensamiento crítico”.

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Sobre la firma

Manuel G. Pascual
Es redactor de la sección de Tecnología. Sigue la actualidad de las grandes tecnológicas y las repercusiones de la era digital en la privacidad de los ciudadanos. Antes de incorporarse a EL PAÍS trabajó en Cinco Días y Retina.

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