Terapias para que el sistema inmune se ‘coma’ al cáncer
La industria farmacéutica apuesta por estos medicamentos. Solo uno de ellos está ya en España
La inmunoterapia es una nueva forma de entender y abordar el cáncer”. Son palabras de José Antonio López-Martín, oncólogo del Hospital 12 de Octubre. “Estamos ante un nuevo paradigma, una manera distinta de tratar los tumores”, confirma María Victoria Tornamira, directora de asuntos médicos de la farmacéutica MSD. Esta visión terapéutica es tremendamente novedosa, en la que las principales multinacionales del sector ya se han volcado por conseguir este tipo de fármacos que den una nueva oportunidad a los pacientes, a la vez que una ventaja competitiva en un mercado sin explotar.
El pasado 1 de abril, el fármaco Yervoy de BMS (Bristol-Myers Squibb) recibió el visto bueno del Gobierno para ser financiado por la sanidad pública como primera opción terapéutica frente al melanoma. Actualmente ya se estaba comercializando para pacientes a los que otros medicamentos no les habían funcionado. De momento, es la única terapia de inmunoncología aprobada en España.
Estos nuevos fármacos, en lugar de ir directamente contra el tumor, como en la quimioterapia o la radioterapia, permiten al sistema inmunológico detectar y defenderse de las células malignas gracias a unos anticuerpos que son inyectados en los enfermos y que potencian los llamados linfocitos T. Activan las señales para que el organismo se enfrente a las anomalías en los tejidos.
¿Qué efectos secundarios tienen estos tratamientos?
Los datos actuales de efectividad de los pacientes en los fármacos aprobados son muy prometedores. Según Chaib, de BMS, la supervivencia para cáncer de pulmón, “la enfermedad más frecuente y más mortal”, gracias a Opdivo aumenta tres meses, hasta los nueves. Aunque, sobre todo, el porcentaje de pacientes que viven más de un año supera el 40%, “y para quien supera los 18 meses, se estabiliza la respuesta”, apunta.
Los expertos también están aprendiendo del uso. “Hemos visto efectos secundarios como diarreas, dermatitis, hepatitis, inflamación del tiroides y de otras glándulas. Hay efectos adversos que tardan meses en aparecer”, señala José Antonio López-Martín, del Hospital 12 de Octubre. También destaca otras diferencias con los fármacos convencionales. “Vemos que al principio el tumor se agranda para luego reducirse y finalmente desaparecer”, detalla. “Es un reto para el oncólogo. Hay una necesidad de formación”, reclama Victoria Tornamira, de MSD.
“Con un correcto funcionamiento, las defensas inmunitarias mantiene el equilibrio entre la acción –identifican y atacan las amenazas incluidas las posibles células cancerosas– y la contención, que consiste en no intervenir en las células y tejidos que pertenecen al cuerpo”, explican desde AstraZeneca en un dossier sobre la temática.
Avance terapéutico
“Lo vemos como una gran avance terapéutico”, coincide Alfonso Berrocal, jefe de oncología del Hospital General de Valencia, unas declaraciones realizadas en la jornada Inmunología aplicada al cáncer, organizada por el laboratorio MSD. Si en los años sesenta surgió la quimioterapia, en los años 2000 llegaron las denominadas terapias dirigidas, gracias al conocimiento sobre el genoma humano, y esta década puede ser la de la inmunoterapia contra el cáncer. La revista Science lo consideró como el avance más importante del año en 2013 y, desde entonces, los esfuerzos de los laboratorios y centros de investigación no han cesado.
Actualmente hay aprobados en EE UU tres fármacos de esta tipología: Yervoy y Opdivo, de BMS, y Keytruda, de MSD. En Europa solo ha recibido el visto bueno el primero. El número de estudios clínicos con pacientes de nuevos medicamentos, en combinación con otros existentes o para nuevas indicaciones llega a las varias decenas. BMS, MSD, AstraZeneca o Roche son algunos de los laboratorios que llevan la delantera. “En España contamos con 17 ensayos clínicos de nuestra compañía, el 80% de los que desarrollamos en el mundo”, revela Tornamira, responsable de MSD, compañía que ya los ha estudiado en más de 6.000 pacientes. Incluso se están probando en combinación con otras innovaciones de GSK, Pfizer, Lilly o Amgen.
Berrocal indica que el precio actual de Yervoy en los hospitales se aproxima a los 40.000 euros, aunque el coste posteriormente depende de las negociación en cada comunidad autónoma y en cada hospital. Como el resto de los medicamentos biológicos presenta un reto a corto plazo para las cuentas de la sanidad pública, porque un tratamiento se puede incluso encarecer si se combina con otro tipo de antitumorales.
“La oncología había llegado a un punto en que todas las nuevas moléculas en investigación compartían el mismo concepto, el de buscar una diana para inhibir una proteína. Funciona para algunos tumores, pero no para otros muchos”, describe Carlos Chaib, director médico de oncología y hematología en BMS. “Por eso decidimos buscar nuevas vías y decidimos especializarnos en la actividad inmunológica. El 90% de nuestra cartera de productos en investigación son desarrollos inmunoterápicos. Es una apuesta muy potente”, asegura. Un envite que coloca a BMS en un gran riesgo de viabilidad si no se consiguen avances. “Creemos que ya hay suficiente conocimiento científico en esta área. El potencial de estos fármacos va a explotar”, añade.
Yervoy, el primero que se aprobó en el mundo, llegó para melanoma avanzado, una patología letal. Los especialistas han comprobado los buenos resultados. Le ha seguido Opdivo, para la misma patología y desde el mes pasado para cáncer de pulmón. “Con ipilimumab [principio activo del Yervoy] hemos visto supervivencias del 21% para melanoma. Con nivolumab [Opdivo], del 41%. Pero es que en combinación estamos viendo que llega al 80%. Es lo nunca visto”, afirma López-Martín.
Aunque las esperanzas se extienden a otros casos. Aún así, quedan años para que lleguen a los pacientes si superan los test. “En la actualidad, hay ensayos para prácticamente todos los tumores sólidos”, avanza el doctor Berrocal.
Existen estudios avanzados con pacientes para diferentes variantes de cáncer: colon, gástrico, de cabeza y cuello, próstata, glioblastoma, linfoma de Hodgkin, pulmón, páncreas o el carcinoma renal. “Además, estas terapias se pueden combinar con vacunas, radioterapia o quimio”, señala. “Es una estrategia muy potente, pero no va a servir para todos los tumores. Ahora debemos descubrir para cuáles”, opina López-Martín.