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Columna
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La vida tras la salida de Grecia del euro

Puede la zona euro sobrevivir una salida griega? Warren Buffett se encuentra entre aquellos que defienden que podría hacerla más fuerte. Las pérdidas serían manejables, otros países no seguirían de inmediato el mismo camino y las consecuencias podrían estimular a los estados miembro para abordar el exceso de deuda. Pero se abriría una caja de Pandora de las tensiones políticas y económicas potencialmente peligrosa.

Pese a la incapacidad del gobierno griego para alcanzar un acuerdo con sus acreedores públicos internacionales, es poco probable que se produzca la salida de Grecia. En primer lugar, sería muy difícil. No existe un mecanismo legal para que un país salga de la zona euro sin salir de la Unión Europea. Aun suponiendo Grecia permaneciera en la UE, una salida ordenada necesitaría en cualquier caso una planificación meticulosa. Una salida amarga, por otra parte, sería caótica.

Una segunda parte de Lehman es posible. Si Grecia no puede llegar a un acuerdo con los acreedores europeos dejaría de pagar unos 266.000 millones de euros de deuda externa, lo que obligaría al BCE a retirar fondos de sus bancos y provocaría una serie de acontecimientos que empujarían a Grecia fuera de la unión monetaria. Para el país, los efectos de la devaluación y del aislamiento político y económico, serían brutales. Los mercados no están preocupados por el momento. Esto podría ser porque Grecia –a diferencia de Lehman Brothers– está aislada de la economía global.

El mayor peligro es el impacto que la salida de Grecia tendría en el resto de la zona euro. Ya en 2011, la crisis se extendió de un país a otro, hasta que casi llegó a Italia en 2011. El riesgo es una repetición de la década de los noventa, donde la presión del mercado obligó a algunos países a salir del Mecanismo Europeo de Tipos de Cambio.

Los costes de financiación para los estados más débiles se elevarían de forma permanente

Las cadenas de contagio son menos claras que en 2011. Hay pocos países en la misma situación política de Grecia, donde un partido radical está en el poder y se ve obligado a negociar un acuerdo con otros gobiernos de la zona euro. Los eslabones más débiles serían Portugal, España e Italia.

Una salida de Grecia elevaría la rentabilidad de los bonos. Sin embargo, ninguno de los países más vulnerables debería quedar fuera de los mercados, gracias a la compra de bonos del BCE. Los países de la zona euro tienen que emitir un neto de 268.000 millones de euros este año, según RBS. Las compras del BCE podrían totalizar el billón de euros en los próximos dos años.

Sin embargo, una salida de Grecia dañaría de forma duradera la zona euro. La parte más optimista es que podría forzar al bloque a unirse más, en un salto repentino hacia la unión fiscal. Lo más probable, sería que la cohesión política se tensara todavía más.

Quienes critican el proyecto del euro en Alemania, Francia e Italia verían la desaparición de Grecia como prueba del defectuoso diseño de la moneda única. Los contribuyentes tendrían una experiencia concreta de las pérdidas reales de los rescates anteriores. Incluso el trauma de Grecia podría no disuadir a las fuerzas antieuro en otros lugares. Italia, por ejemplo, tiene una base industrial fuerte y menos deuda externa y podría no sufrir tanto como el país heleno.

Los costes de financiación para los estados miembro más débiles se elevarían de forma permanente, a medida que los inversores valoraran por encima de cero su probabilidad de salida de la moneda única. Eso exacerbaría las diferencias económicas y dejaría a aquellos países con un mayor riesgo en tiempos de crisis económica.

El programa de expansión cuantitativa (QE) del BCE es solo una solución temporal. Su tamaño es limitado y deja la mayor parte del riesgo de crédito con los bancos centrales nacionales, acumulando pasivos contingentes en los hombros gubernamentales.

La zona euro podría ganar tiempo. Una opción sería una reestructuración preventiva de la deuda excesiva de la región, para mitigar la austeridad, e impulsar el crecimiento.

Pero es probable que la política que se desataría a raíz de la salida de Grecia signifique menos cooperación, en lugar de más.

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