La sanidad, ante el calendario electoral de 2015
Las autonomías presupuestan alrededor de 9.000 millones menos de lo que gastan en salud. Los expertos hablan sobre los retos para los Gobiernos regionales
La sanidad va a ser uno de los asuntos cruciales sobre el que girarán parte de las sucesivas citas con las urnas que los españoles tiene que abordar. En mayo llegan las elecciones autonómicas, Cataluña adelanta los comicios a septiembre, Andalucía previsiblemente también lo haga para marzo y, finalmente, el broche llegará con las generales a fin de año.
Los españoles oirán propuestas y denuncias de sus representantes políticos, tras una legislatura marcada, sobre todo, por el control del déficit y el consecuente recorte de gasto sanitario. Cómo garantizar la calidad del sistema público será la clave. Diversos expertos exponen aquí su visión de los retos a los que se deberán enfrentar los gestores surgidos de las urnas.
Recursos suficientes
“Un reto importantísimo es el conseguir una financiación suficiente y finalista. Hoy tristemente siguen habiendo facturas en los cajones”, resume Ignacio Para, presidente de la Fundación Bamberg, que tiene como misión la promoción de la innovación en la gestión sanitaria y el impulso de las tecnologías de la salud.
La realidad es que los Gobiernos regionales presupuestan por debajo de lo que gastan. En 2012, con los últimos datos disponibles del Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas, las comunidades autónomas habían gastado en sanidad 64.784 millones de euros, lo que supone un 37,86% de todos sus recursos. Sin embargo, para ese año habían destinado oficialmente en las cuentas públicas solo 55.988 millones. Es decir, que el coste real fue 8.796 millones mayor.
Un déficit que se produce año tras año y que se puede haber agravado en 2014, cuando los consejeros recortaron en esta partida y destinaron 52.919 millones, lo que significa 3.069 millones menos en dos años. “No es un tema que tenga que ver con la crisis. La deuda hospitalaria es crónica y estructural porque hay infrafinanciación y mala presupuestación claramente”, decía recientemente a este periódico Javier Ellena, presidente de Lilly en España.
Enfermos crónicos
Pero no es previsible que el gasto real se reduzca, ya que el envejecimiento de la población presiona al sistema. El Informe Cronos, presentado por The Boston Consulting Group, indica que en una década el Sistema Nacional de Salud (SNS) gastará entre 15.000 y 30.000 millones más (según de ambiciosas sean las medidas que se tomen) en atender a los pacientes crónicos.
52.000 profesionales sanitarios menos
“La prioridad número uno de nuestro sindicato es la recuperación del empleo”, explica Antonio Cabrera, de CC OO, quien denuncia que desde 2010 se han perdido 52.000 puestos de trabajo de profesionales sanitarios, alrededor del 10% del total. La Organización Mundial de la Salud también confirma que España ha pasado en dos años del puesto séptimo al decimosexto en el ranking de médicos por población. Y la OCDE destaca que España está a la cola en número de enfermeros, con solo 5,2 por cada 1.000 personas.
Juan José Rodríguez Sendín, presidente de los colegios médicos, destaca que el menor gasto ha repercutido “en la calidad de los servicios sanitarios, especialmente en el aumento de listas de espera y en los recortes en plantillas”. Y añade: “Hemos urgido al ministro Alfonso Alonso para que se retomen los temas pendientes, entre ellos, las disposiciones sobre desarrollo profesional e impulsar todas aquellas medidas que hagan mejorar las condiciones actuales del empleo médico que nos preocupa extraordinariamente”.
Ocho de cada diez consultas de atención primaria y seis de cada diez ingresos hospitalarios en España ya se deben a una enfermedad crónica, según datos proporcionados por la Sociedad Española de Medicina Interna. En España, estas patologías afectan a 19 millones de personas, con cifras del Instituto Nacional de Estadística, y se concentran especialmente en mayores de 55 años.
El Informe Cronos destaca que los crónicos consumen el 75% de los recursos del SNS. Comunidades como el País Vasco han calculado que el 1% de los pacientes se llevan el 25% del gasto. Los expertos señalan como una de las principales medidas a tomar la mejor integración entre la atención primaria y el hospital, ya que muchos de estos enfermos acaban acudiendo a urgencias, un servicio más caro y más agresivo. El cambio pasa por controlar mejor a estos enfermos gracias a herramientas como la telemedicina. “La principal reforma consiste en pasar de un sistema reactivo y pasivo, que espera a los pacientes, a uno proactivo, que interviene de forma anticipatoria. Este modelo asistencial permitirá atender mejor a la gente en casa, mejor en atención primaria, y evitará el 25% de ingresos y reingresos”, explicaba hace unos meses Rafael Bengoa, profesor de Deusto Business School y exconsejero vasco de Sanidad.
Fármacos más caros
La presión en el sistema por los precios de los fármacos también es evidente. El mejor ejemplo se da estos días con Sovaldi contra la hepatitis C, de los laboratorios Gilead. Las compañías farmacéuticas se enfrentan al reto de una I+D cada vez más costosa, con medicamentos biológicos más caros, que deben repercutir en el precio al que sirven sus terapias a la sanidad pública. Este costo siempre es más elevado en países como EE UU y en Europa que en otros lugares, pero los responsables sanitarios tienen muy presente el control del gasto público y desean pruebas fehacientes de los resultados clínicos.
“Estamos hablando de una nueva generación de tratamientos que van a suponer una revolución en el abordaje de las enfermedades que más afectan a nuestra sociedad y que, en algunos casos, por la susceptibilidad de ser utilizado en un volumen elevado de pacientes, pueden suponer ciertas tensiones presupuestarias en el corto plazo”, explica Umberto Arnés, director general de la patronal Farmaindustria. “Sin embargo, deben tenerse en cuenta los ahorros a medio y largo plazo que generan, que además, son muy superiores a sus costes e implican mejoras radicales en términos de esperanza y calidad de vida y, por consiguiente, beneficios en términos sociales y económicos para un país”, añade.
El último dato disponible de la OCDE, de 2012, decía que España gastaba el 16,7% de su gasto sanitario a la factura farmacéutica, un gasto que ha ido reduciéndose paulatinamente desde 2010 por los sucesivos recortes.
Desigualdades
Asociaciones de pacientes, profesionales y empresas señalan, como otro de los problemas, las desigualdades para los ciudadanos dependiendo de la comunidad autónoma en la que vivan. “Nosotros creemos que el principal reto que tiene el sistema es la sostenibilidad, por la falta de financiación, pero también el riesgo de ruptura en 17 sistemas sanitarios diferentes”, denuncia Antonio Cabrera, presidente de la Federación de Sanidad del sindicato CC OO. “En unas regiones se destinan menos recursos que en otras. Hay una Ley de Cohesión que garantiza la igualdad de los ciudadanos y hay que cumplir. Esa competencia es del Ministerio de Sanidad y también de las comunidades autónomas, pero el liderazgo corresponde al ministerio, que ha renunciado a él”, añade.
Desde Farmaindustria, Arnés opina de forma similar: “También hay que acabar con las desigualdades en el acceso a los nuevos tratamientos existentes actualmente entre las regiones, tanto en el ámbito ambulatorio como hospitalario”. El presidente de la Fundación Bamberg opina de forma similar: “Hoy tenemos una absoluta inequidad y desigualdad en el acceso a las mejores terapias y a la innovación, no ya entre las 17 comunidades autónomas, sino incluso entre los hospitales de una misma región”.
Tecnología
“Podemos hacer mucho más en casa y en la atención primaria para que los pacientes no lleguen a urgencias y ocupen camas hospitalarias, que son las partes más caras del sistema de salud. Para eso se puede hacer seguimiento de los enfermos a través de la tecnología, para intervenir antes de que lleguen al hospital. Es un modelo más barato y mejor”, explicaba Bengoa. Una opinión que suscribe de Jorge Bagán, socio responsable de salud de Deloitte, mediante “el desarrollo de iniciativas tecnológicas como la telemedicina, big data, e-health, que aceleren la mejora de la calidad y eficiencia del sistema”. Para Bengoa, “una de las claves para el cambio de modelo es invertir en saber qué ocurre entre visita y visita al médico”.
Resultados en salud
Una de las graves carencias del sistema es la falta de medición de resultados. Los hospitales ni las consejerías de salud ofrecen información sobre la calidad de sus intervenciones. El Gobierno de Mariano Rajoy prometió en su programa electoral la creación de una agencia que valorar la eficacia en los tratamientos, pero tres años después no se ha puesto en marcha. “Otro problema es el de la falta de transparencia de nuestro sistema sanitario, sobre todo de cara al ciudadano. Nos es posible saber, respecto a los centros y los profesionales, los servicios que ofrece, actividades que desarrolla, recursos con los que cuenta y resultados en salud de cada área y patología”, cuenta Para.
Tampoco hay control en la seguridad clínica. “Los sistemas que tenemos instalados no detectan un problema o un error humano. El 10% de las acciones médicas que se practican cada día tienen un efecto adverso”, opinaba Bengoa. Tampoco se conoce la eficiencia de los nuevos fármacos aprobados, si curan en los porcentajes que aseguran los laboratorios.
“La gestión clínica implica corresponsabilizarnos en la gestión de los recursos que ponen a nuestro alcance. Porque hoy no basta con hacer las cosas bien. Debemos demostrarlo y rendir cuentas a los ciudadanos sobre los resultados y calidad de nuestra actividad profesional”, asegura Juan José Rodríguez Sendín, presidente OMC (Organización Médica Colegial).
Eficiencia
Relacionado con los resultados, los expertos señalan que el SNS debe buscar la eficiencia antes que incluir en más recortes. “La identificación de bolsas de ahorro e ineficiencias del modelo actual, un modelo financiero que asegure la vinculación entre financiación a la obtención de valor y resultados en salud”, explica el socio de Deloitte.
Pacientes activos
“La evidencia indica que un paciente activo por medio de la educación en el manejo de su enfermedad obtiene mejores resultados que uno que depende de su médico, y es entre un 8% y un 21% más barato al sistema porque usa menos y se adhiere mejor a su medicación”, según Bengoa. En varias autonomías han surgido escuelas de pacientes, para formarles sobre su enfermedad. “Tenemos que realizar una apuesta decidida por hacer al paciente mucho más activo y formado, que utilice los servicios sanitarios de forma eficiente y razonable”, opina Mariano Guerrero, secretario general de Sedisa (Sociedad Española de Directivos de la Salud).
Despolitización
Según dónde viva, los ciudadanos se enfrentan a centros gestionados pública o privadamente, según el color político del Ejecutivo. En Madrid y Valencia, el PP ha apostado por los hospitales públicos de gestión privada, aunque de momento, no hay evidencias sobre mejores resultados en salud. Los tribunales, además, frenaron la privatización de nuevos centros en Madrid, uno de los temas candentes de la legislatura que acaba.
“De las elecciones de mayo deberían salir nuevos políticos, no nuevos gestores. El problema actual es que sanidad está gestionada por políticos y, por tanto muy politizada y sujeta a los partidismos políticos”, cree Para.
Coincide con él Rodríguez Sendín, de la OMC: “La gestión sanitaria debe de estar profesionalizada y alejarse de la contaminación política, priorizando la mejora en el gobierno y gestión de sus centros sanitarios y la calidad asistencial”. Y añade: “Seguimos pidiendo e insistiendo en un pacto por la sanidad que blinde nuestro SNS de los vaivenes políticos y de los intereses electorales del momento”. El secretario general de Sedisa incluye un aspecto más como reto: “Abordar la implicación de los clínicos a través de un sistema real de incentivos al esfuerzo, a la capacidad y al mérito.
Fragmentación política
La probable irrupción con fuerza de partidos políticos como Podemos y Ciudadanos en los parlamentos autonómicos, va a hacer más complicado llegar a mayorías claras para establecer Gobiernos, lo que según el presidente de la Fundación Bamberg, puede retrasar la toma de las necesarias decisiones en el sistema sanitario: “Es posible que conlleve una fragmentación de la gobernanza, lo que dificultará mucho la gestión de la sanidad, poniendo en peligro nuestro sistema sanitario al impedir las reformas sustanciales que este requiere”.