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Tribuna
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La claridad de la información narrativa

La insuficiencia de los estados contables tradicionales para satisfacer las necesidades informativas acerca de la empresa ha dado lugar a que, en las últimas décadas, en el modelo divulgativo de las compañías cobrasen especial protagonismo los informes de naturaleza narrativa. En particular, el informe de gestión, que recoge la visión de la dirección acerca de la situación del negocio y sus perspectivas futuras.

Con el transcurso del tiempo, impulsado en ocasiones por nuevos requerimientos informativos y surgiendo otras veces de forma voluntaria, el contenido de estos informes se ha visto incrementado notablemente, incorporando datos cuya utilidad para los inversores ha sido constatada en diversas investigaciones. No obstante, aunque el aumento de la cantidad de información divulgada debería implicar que se satisfacen en mayor medida las necesidades de los diferentes usuarios, no siempre se cumple que el incremento de la oferta se acompañe de una mayor utilidad o calidad de la información. Así, esta puede ser abundante pero superflua. Es decir, no relevante para la toma de decisiones. Al mismo tiempo, la extensión del informe, el formato de presentación o el lenguaje utilizado pueden ocasionar informes difíciles o engorrosos de leer y, por lo tanto, de interpretar.

En países como Reino Unido o Estados Unidos los problemas comentados han sido abordados a través de la publicación de guías que incluyen técnicas para elaborar documentos más claros e informativos. El objetivo perseguido por dichos manuales no es eliminar la información compleja, sino presentarla de forma ordenada y clara para que los inversores puedan comprenderla.

En España, la reciente publicación en 2013 de la Guía para la elaboración del informe de gestión de las empresas cotizadas por parte de la Comisión Nacional del Mercado de Valores pone de manifiesto la necesidad de mejorar la calidad de la información contenida en dicho documento. Entre las reglas para la elaboración de los informes, en la citada guía se contempla que la redacción de los mismos debe ser clara y concisa, mencionando explícitamente que el formato y la redacción deben facilitar la comprensión del texto, recomendando la utilización de recursos gráficos (tablas, cuadros, gráficos…) y la cuantificación de la información. Asimismo, recoge entre sus principios que se deben evitar duplicidades con los estados financieros u otra información obligatoria, y no se debe seleccionar la información irrelevante que convierta al documento en “poco útil e inmanejable”.

La necesidad de las anteriores recomendaciones se confirma si atendemos a los resultados de recientes estudios sobre los informes de gestión de compañías cotizadas españolas. Sus conclusiones resaltan que se trata de documentos muy extensos, alcanzado un tamaño medio de más de 6.000 palabras, superando ampliamente el tamaño de los informes analizados en estudios realizados en otros países, lo que implica su calificación como difíciles de procesar por el lector, ya que la dificultad de procesamiento de la información se incrementa a medida que el texto se hace más largo.

En dichos estudios también se observa que una parte importante de la información que se incluye figura ya en otros estados contables, como sucede con la información relacionada con los riesgos de la empresa, prácticamente la misma que la incluida en la memoria de las compañías.

Asimismo, se constata la escasez de elementos de apoyo visual, como los gráficos, que podrían contribuir a mejorar la comprensibilidad y la capacidad de procesar información. Por último, son escasos los informes que presentan un índice de contenidos con el que localizar la información de manera rápida al lector, una proporción baja teniendo en cuenta la extensión de los informes y el hecho de que la utilización de los índices hace que la comunicación de información sea más efectiva.

En definitiva, la información incluida en los informes de gestión de las empresas cotizadas españolas es poco clara y demasiado extensa, lo cual puede derivar en su falta de utilidad. Lo que nos conduce a considerar la necesidad de la publicación de un manual de buenas prácticas que oriente a las compañías en la elaboración de información narrativa y permitan la mejora de la comunicación a los usuarios.

Dichas guías, que deberían recoger recomendaciones específicas y ejemplos sobre la utilización de formatos, elementos visuales, índices, información numérica, etc., en la elaboración del informe de gestión podrían hacerse extensibles a los demás documentos (carta del presidente, memoria…) de carácter narrativo elaborados por las empresas.

Accésit del Premio AECA 2014.

Óscar Suárez Fernández y María Rosario Babio Arcay pertenecen a la Universidad de Santiago de Compostela.

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