Podemos, la deuda y la economía
Para esta semana se espera que Podemos concrete su programa económico, hasta hace poco bien diluido en propuestas más sonoras que concretas. Como las apelaciones a la deuda ilegítima, una idea tan sugerente como poco práctica que, la verdad, no merece la pena comentarla demasiado. ¿Imaginan a un ciudadano afeando a un estraperlista los altos precios? Pues más o menos lo mismo se puede decir de plantear ante los inversores si la deuda que poseen es ilegítima.
La asamblea del mes pasado dio el visto bueno a una propuesta sobre la deuda algo más apegada a la Tierra, donde se plantea una auditoría, sí, pero también una reestructuración ordenada y coordinada en la zona euro. Y algo parecido sucede con la deuda privada: Podemos propone “una reducción en el valor facial de las hipotecas de primeras viviendas en el caso de las familias que cumplan ciertos criterios sociales”.
En esta entrevista, Nacho Álvarez, economista miembro de la lista de Pablo Iglesias, reconoce la obviedad de que la deuda no es finalista (es decir, España no pide dinero al mercado para aeropuertos sin aviones y después para pagar la Sanidad) y añade algo de concreción sobre otra propuesta “estrella”: la renta básica universal. Álvarez apunta, por ejemplo, a la renta básica de Inserción que se aplica en el País Vasco, que no supone un gran dispendio para la Hacienda foral pero no está sujeta a condicionantes ni dispersa en un marasmo de ayudas de diferentes categorías. Este artículo sobre rentas mínimas es muy interesante.
En resumen, a falta de muy poco tiempo para que Podemos concrete, sus tres principales propuestas son perfectamente defendibles. Otra cosa es la puesta en práctica, la financiación y la asignación de prioridades, labores que habitualmente corresponden a los gobernantes.
Sobre la renta básica, no hay mucho que podamos comentar mientras no se conozca la propuesta concreta, dado que sus efectos secundarios no van más allá del coste monetario de la medida.
La reestructuración de la deuda es un asunto bastante más peliagudo. En cuanto a la pública, el economista del FT Wolfgang Münchau defendía este lunes las propuestas de la formación. Otro columnista del diario, Martin Wolf, añadía (en un texto desde luego más interesante) algunos apuntes clave. 1.- Cuando uno tiene un infarto, se trata de mantener al paciente con vida, no de la calidad de vida futura. 2.- Eso no evita que, a largo plazo, los infartos dejen secuelas, que hay que tratar también. 3.- Dejando ya las metáforas, ante una crisis de demanda, aplicar políticas de oferta que deprimen la demanda tienen los efectos que ya conocemos.
Wolf, al igual que Münchau, aboga por una reestructuración de la deuda. No representan la posición oficial del FT. Ni, evidentemente, reestructurar la deuda es una idea con copyright de Podemos. De hecho, el planteamiento más radical (quita unilateral) se barajó en los peores momentos de la crisis del euro se habló en el seno del Gobierno, aquel rumor del “partido de la peseta”. Y no es raro que a analistas que tiran hacia la derecha les parezca, también, razonable esta idea. Es una cuestión más aritmética que ideológica.
Una cosa es cierta. El nivel de deuda pública de España no es insostenible a corto plazo, pero supone un enorme lastre a largo plazo. No somos Grecia, pero si con el bono al 2% (en el 10 años) los intereses copan gran parte del presupuesto. Y ni hay crecimiento ni inflación, componentes que permiten que la deuda se absorba por sí sola. Solo otra burbuja inmobiliaria aliviaría la tensión.
¿Sería conveniente quitarse parte de esta deuda? Sin duda ¿Se puede hacer de un día para otro? No somos Islandia. No tenemos banco central ni moneda que devaluar, la solvencia de los bancos se vería seriamente afectada por la quita en la deuda y el riesgo de fuga de capitales, sin el soporte del BCE, sería extremadamente elevado. Y el BCE difícilmente admitiría una solución unilateral en España, porque el mercado exigiría más sangre (Italia). Probablemente la única alternativa a una solución negociada sea la vuelta a la peseta.
¿Compensa esta vuelta a la peseta? Los costes, económicos y sociales, serían muy elevados, sin duda. Incluso, los recortes de gasto tendrían que ser mayores, pues una quita unilateral cierra el acceso a la financiación de los mercados: España tendría que ajustar ingresos y gastos a martillazos, y presumiblemente en un contexto de recesión. En otras palabras, los recortes serían mayores que los experimentados hasta ahora. La peseta no me parecía buena idea en 2012 no me lo parece ahora. A pesar de que entre las elites europeas que comandan el destino de la eurozona solo Mario Draghi parece vivir en este planeta.
Sobre soluciones negociadas han circulado bastantes ideas, siendo la emisión de eurobonos, (con distintos grados de mutualización, en función de plazos o umbrales de deuda) o la creación de un plan Brady para Europa (su principal ventaja era que daba varias opciones para no crear agujeros contables en la banca) las más sensatas.
En cuanto a la deuda privada, distintas fórmulas para evitar desahucios se han propuesto (no siempre han llegado a término) en Estados Unidos, Islandia o Irlanda, y el PSOE ha presentado una propuesta hace bin poco y esos bolivarianos contumaces del FMI apuntan en este sentido. En este mismo blog hablamos del tema, hace ya tres años.
Tanto la quita de deuda privada como pública son mecanismos que, por las bravas, permiten aliviar el elevado endeudamiento público y privado. Ninguno está libre de efectos secundarios negativos, especialmente por su impacto en la confianza de los mercados y en la solvencia de los bancos. Lógico. Si no los tuviese, ya se habrían tomado estas decisiones.
Por ir resumiendo, más ruido que nueces. Pero ruido, al menos. A falta de que se concreten, ninguna de estas propuestas de Podemos es revolucionaria, ni mucho menos bolivariana. Pero tampoco son originales, ni suyas, ni mucho menos rompedoras. El partido puede mantener un discurso de línea dura (deuda ilegítima) de cara a sus colectivos de base, muy movilizados, y al tiempo sostener una posición pragmática (reestructuración negociada) de cara al exterior. Y, si llegan a gobernar, ya verán lo que hacen. Política, en definitiva. Nada que no hagan PSOE o PP constantemente. Solo que, al igual que sucede con el dichoso artículo 135, no estamos demasiado acostumbrados a tener sobre la mesa estos temas. Y, la verdad, eso me parece una buena noticia.